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Perrito Wengué

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Ahora que te has ido y que te quedarás con nosotros para siempre, quiero escribirte estas líneas así, como te he hablado toda la vida, como a un compañero que no se conformaba con unas simples órdenes.

Verás que ahí donde has llegado está Papá, que sólo pudiste disfrutar dos años. Él fue quien me enseñó a hacerte los arrumacos que tanto te gustaban. Lo de las peleítas fue ya cosa mía. Te llevará a conocer a un señor grande, que lleva boina y fuma en pipa. Es el Abuelo. Con él le tomé gusto a esos paseos como los que nos dábamos tú y yo. Ya verás; hará como yo: te dará toda tu libertad por esos cielos de Dios y sólo te hablará si le preguntas. Por ahí fuera, ya los sabes: ver, oír y callar, que en cualquier momento salta la liebre.

wengue2Perrito Wengué, yo quisiera repetirte que te quiero muchísimo y que te estoy muy agradecido por lo que has hecho de mí: una persona más humana y compasiva de lo que era antes. Llegaste demasiado tarde a mi vida para hacerme crecer como lo hubiese necesitado y ahora no me la imagino sin la compañía de alguien de tu especie. Ya sé que queda Peque, que se despidió ayer también de ti. Pero está destrozado, como Mamá, Matilde y todos los que te han conocido.

Nos dejas un vacío muy grande, perrito Wengué bueno. Un vacío grande y profundo como esos celotes del Yucatán en cuyo fondo espejean la infinidad de recuerdos que acumulamos y que sería ocioso rememorar aquí por incontables. Algunos consisten en peripecias en las que estuviste a punto de perder la vida.

Sin embargo, estaba escrito que, el día de mi cumpleaños y por vez primera, no quisieses salir a pasear conmigo. Me temí lo peor y, con el tesón que te caracterizó, conseguiste ponerte en pie y subirte a la Furgoneta. Ya sabes, el coche de nuestros grandes viajes y nuestras aventuras súper-especiales. Un coche con mayúsculas.

wengue5Ayer, en el hospital, cuando fuimos Mamá, Peque y yo para mandarte ánimos que te hicieran superar esas pocas horas críticas que te quedaban para salir, una vez más, de apuros, te fue imposible vernos llegar. Imagino que, echando la vista hacia abajo, pudiste comprobar cómo nos comimos a besos tu cuerpo dormido que descansaba para siempre.

A estas horas, ya sabrás que el 'siempre' de aquí abajo no se corresponde con el del cielo. Ahí donde te encuentras, es un 'siempre' más sincero. Así que, no sé cuándo será, pero, un día, seguro, volveremos a estar juntos para disfrutar el uno del otro como lo hicimos durante estos fulgurantes once años y medio. Y será para siempre del cielo.

Sé que me estarás esperando, perrito Wengué, como lo has hecho delante de casa todos y cada uno de los días de tu vida. Esperándome con esos ojos de miel sedientos por saber qué nos tocaba hacer juntos.

wengue4Me quedo con las circatrices de los dos únicos mordiscos que le has pegado a nadie y que reconozco que me busqué porque todavía no te entendía. Sabes que los exhibiré con el orgullo del soldado herido que vuelve a casa y que podrán ser el principio de muchas historias que contar sobre los dos.

Ahora no me queda nada más que pedirle a Paco que te ponga esa canción (*) de Francesco de Gregori que te tenía yo reservada para este momento.

Perrito Wengué. Wengué bueno.

José Manuel, Wengué.




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Lejos

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No soy bueno recordando películas y menos aún sus finales. Sin embargo, me acuerdo perfectamente de una escena de un filme de Javier Fesser: El milagro de P. Tinto. En un determinado momento, los padres del protagonista están buscando una casa donde vivir y el agente inmobiliario los lleva a conocer la típica vivienda decimonónica en ladrillo lejos2y vigas de madera de los factores del ferrocarril. Un lugar apartado y una vía, aparentemente, fuera de servicio. Al quejarse los clientes de que la casa está muy lejos, el comercial les responde que todo es relativo pues también está cerca de la vía, o de un bonito árbol que le da sombra.

El caso es que pasé un buen rato desconectado de lo que iba aconteciendo en la ficción para caer, por muy absurdo que parezca, en la cuenta de que el concepto de lejanía es absolutamente relativo. Nada está radicalmente lejos y todo depende de aquello con lo que se lo pone en relación.

Cada vez que decimos que algo o alguien está lejos estamos imponiendo una visión subjetiva de las cosas. Así, lejos significa muchas veces 'incómodamente apartado de aquello que nos gusta o nos interesa'.

lejos5A la inversa, cuando no se trata de dar a entender cuál es nuestra 'zona de confort', nos servimos del adverbio de marras para señalar ese lugar adonde necesitamos ir para tomar distancia con todo aquello de desagradable o problemático que nos acucia. Lejos se vuelve un destino tan impreciso como deseado y su vaguedad encierra la ventaja de que sólo nosotros sabremos cuándo estaremos lo suficientemente apartados.

No nos podemos demorar más en aclarar que no sólo se puede estar lejos en el espacio sino también en el tiempo y que, una vez más, el valor de esta lejanía es completamente subjetivo. El paso de unos minutos puede bastar para considerar que lo ocurrido está en vías de ser olvidado.

Pues de eso se trata: de sacarse de la cabeza lo que nos oprime cerca. De comenzar a olvidarlo. Por un tiempo o para siempre.

lejos7Y es que sólo cuando procuramos alontanarnos de algo y-o de alguien conseguimos medir hasta qué punto esa presencia o esa circunstancia nos agobiaba. A veces, no hay distancia ni tiempo que podamos poner por medio para quitarnos de encima una preocupación. Otras veces, necesitamos de esta ausencia para valorar todo lo que dejamos atrás.

Por consiguiente, lejos está también en relación con la oposición ganar-perder. Nos distanciamos en busca de una ganancia sabiendo que, indefectiblemente, provocaremos una pérdida, por pequeña que sea. Es infrecuente que la huída no produzca nada más que gozo, si no es que, claro está, estamos escapando de una cárcel.

Me vienen todas estas reflexiones a la cabeza cuando estoy disfrutando de la última tarde en el destino lejano que escogí para unas vacaciones y que, un día, podría convertirse en un nuevo cerca. La vida, entonces, volverá a empezar de alguna manera y habré comprobado de nuevo cómo consiste en apuntar hacia un horizonte que alcanzar para así aprender definitivamente a estimar todo lo que voy dejando atrás. Somos memoria.

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Carta a Kichi

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Excelentísimo Sr. Alcalde de Cádiz,

Me veo en el deber moral de escribirle estas líneas a tenor de una de las últimas decisiones del Concejo que Vd. preside.

Como se puede imaginar, se trata del cambio en la denominación del estadio municipal donde juega el equipo de la ciudad, que milita actualmente en la primera división de la Liga.

No me he dirigido a Vd. con anterioridad por no vivir ya en esa preciosa localidad y no tener elementos de juicio obtenidos de primera mano para evaluar su labor como primer regidor.

kichi2Sí lo vi, un día, cuando todavía no había ganado los kilogramos que el estrés de sus responsabilidades le ha acabado produciendo, salir por la puerta principal del consistorio y mediar entre la Policía Municipal y uno de esos mendigos que deciden montar su tinglado en los soportales del edificio. Vd. les pidió a los agentes protagonizar la transacción y consiguió que el vagabundo se fuera con sus trastos a otra parte.

Sin embargo, ya se sabe: el poder puede acabar produciendo en quien lo ejerce una especie de embriaguez que lo conduce a tomar decisiones no tan loables como la que Vd. tomó con el pobre de marras.

Y, así, en el marco de las medidas rebautizadoras de espacios públicos acordes con la Ley de Memoria Histórica, Vd. decidió emprenderlas contra la denominación del campo donde juega el Cádiz Club de Fútbol. En sintonía con el asamblearismo teóricamente auspiciado por su formación política, quiso someter a debate entre los ciudadanos el otorgamiento de un nuevo nombre al estadio. Los gaditanos, gente capaz de traducir su proverbial inteligencia con gracia y 'arte', no se tomaron en serio la iniciativa de Vd. y propusieron soluciones que obedecían, sobre todo, a la chufla.

Vd. hizo oídos sordos a esta primera reacción y persistió en su empeño: convocó un referendum al respecto por el que proponía a sus conciudadanos hasta seis nombres distintos. Estos participaron en un número ridículo (alrededor de mil votos recogidos) y la propuesta elegida fue la de Nuevo Mirandilla.

kichi3Sin entrar en los hechos que puedan afear que Ramón de Carranza pueda no ser merecedor de prestarse a designar la instalación pública, Vd. sabe, si es que de verdad conoce a sus administrados, que los gaditanos seguirán llamando el lugar "el Carranza", como lo siguen haciendo con otros muchos topónimos de una ciudad que estuvieron en su día allí: La Viña, Telegrafía sin hilos, los Cuarteles de Varela, la plaza de Toros, la Laguna, etc. Algo que siempre me llamó la atención: el hecho de que había que orientarse a partir de referentes urbanos o geográficos que ya no existían.

Pues bien, "el Carranza" pasará a engrosar la lista previa y sólo sus paniaguados de Vds. se verán obligados, en público, a referirse al estadio con su nueva denominación.

En este sentido, me pregunto si su equipo de inquisidores onomásticos ha iniciado ya las investigaciones aferentes a Argantonio, rey tartesio que denomina uno de los colegios públicos de la villa.

En cualquier caso, presumo que, con esta decisión, Vd. se ha topado con su Galapagar. Y que, a partir de ahora, debería Vd. empezar a ver si puede encontrar acomodo en algún medio de comunicación local como lo ha hecho su correligionario que llevaba coleta.

No me queda sino desearle mucha suerte en este último empeño aunque lo aviso de que Canal Cádiz no es La Sexta.

Atentamente.

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