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Salvados

Confieso que me cuesta respetar el contenido previsto para esta colaboración después de los atentados de París. Pero puede que, cuando la haya terminado, lo expresado en esta página y lo que planea sobre ella puedan considerarse hijos de un mismo padre. Veremos.

En estas últimas semanas y puede que para contrapesar el resultado tan descontado como estéril de la próxima Cumbre del Clima en París, se ha ido difundiendo noticias optimistas sobre el futuro más o menos mediato de la Humanidad. Me propongo, en un primer momento, traerlas a colación por el orden cronológico en el que me han llegado.

La primera se refiere a que es ya incontestable que hay agua en Marte. Congelada y en el subsuelo mas innegable.

salvados5La segunda es que se tiene constancia de que la vida salvaje ha progresado mucho más allá de las más optimistas previsiones en la zona cero alrededor de Chernóbyl y en algunos parques naturales constituidos en Bielorrusia que no son sino zonas deshabitadas por precaución sanitaria. Las especies que más proliferan son las de los medianos y grandes mamíferos (jabalíes, lobos, alces e, incluso, el oso pardo). Las aves no lo hacen tanto. El mundo vegetal, por su lado, ha ido borrando, implacable, los rastros de toda huella humana.

Hoy he leído que las reservas de petróleo alcanzan cotas de máximos históricos con lo que, a priori, está garantizado nuestro modelo de civilización desarrollista fundada en el empleo del carbono como principal fuente energética.

Tres noticias que aliviarán el posible cargo de conciencia de todos los que se están preparando para oficiar en la renovada liturgia consumista de lo que pronto se conocerá bajo el único y políticamente correcto apelativo de  Fiesta del Solsticio de Invierno.

salvados4Apresúrense, pues, señores, en pleno veroño, a contemplar el espectáculo crepuscular y nocturno de nuestros centros comerciales abiertos conocidos antiguamente como ciudades. Todo está bajo control. En el peor de los casos, siempre se podrán escapar de un planeta achicharrado un buen puñado de naves con suficiente semilla humana como para conquistar otros mundos. Chernóbyl y aledaños nos demuestran lo felices que haremos a los que aquí abajo se queden. Llegados a Marte, unas cargas nucleares aquí y allá destaparán el tarro de las esencias de su agua fósil, se generará una atmósfera medio respirable y quién sabe si, al cabo de unos cientos de años más, ello nos permitirá pasearnos con escafandras más livianas.

Salvados por fin y por mucho que les pese también a los asesinos.

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