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Sueños

Casablanca, años '30. Rosa tiene que ponerse a hacer faenas en casa ajena porque la sastrería de su marido no da para más. Deja a Pepito, el más pequeño de sus tres hijos, al cuidado de su amiga Clara, judía sefardí y vidente para más señas. Así que, durante buena parte de su infancia, mi padre se pasa las horas jugando y atendiendo con mayor o menor atención en el gabinete de esta señora. Un lugar mágico que pivota alrededor de una mesita con saya de raso rojo y bola de cristal. Con el paso del tiempo, José se fue convirtiendo en el depositario de buena parte de la sabiduría de la descansá de Clara [ n.d.a. Clara, que en paz descanse], modo en que él se refería a su aya en el petit espagnol (español de andar por casa) que sólo hablaba en familia o con los amigos de sus padres.

suenos2Su competencia adquirida sobresalía en materia de supersticiones e interpretación de los sueños. Andando el tiempo, se casó y tuvo dos hijos. Desde muy temprana edad, mi hermana y yo nos acostumbramos, los domingos por la mañana, a meternos en la cama con nuestros padres. Ambos trabajaban y ese momento era uno de los pocos de la semana en que podíamos repasar con calma todo lo vivido... y lo soñado. Porque una de las primeras preguntas que hacía mi padre era "¿Con qué os habéis soñado?". Entonces, mi madre, mi hermana y yo respondíamos con todo aquello de lo que buenamente nos podíamos acordar al respecto. Quedaba meridianamente claro, a partir de las interpretaciones simbólicas que hacía mi padre, que dichos sueños se podían dividir en dos grandes grupos: los vivenciales y los premonitorios.

Los primeros, que podríamos denominar también experienciales, se refieren a sucesos vividos por el sujeto que sueña y que lo han influído -consciente o inconscientemente- hasta tal punto que son reelaborados por la noche. Por ejemplo, me ha dado miedo un perro y sueño con que ese perro me persigue. Estos sueños suelen intervenir la noche del día de autos.

suenos4Los segundos, de carácter eminentemente simbólico, anticipan algo que nos va a ocurrir. En lo que a mí se refiere, las cosas interpretadas acaban aconteciendo en un arco de cuatro días. Nunca se demoran más de una semana. Por ejemplo, sueño que se me están cayendo los dientes y me queda claro que voy a tener un problema de salud. Sueño que cabalgo un corcel y ello quiere decir que voy a vivir una situación que coartará mi libertad, que me oprimirá. A veces, ocurre simplemente que me levanto con la sensación de que una gran contrariedad acontecerá al cabo del día. No me alegré prácticamente nada de que mi Atleti fuera ganando casi toda la última final de la Copa de Europa porque había tenido la sensación de que la iba a perder. Era como sentir una especie de placa de acero sobre la cabeza. O que le tiran a uno de los pies para derribarlo. Así hasta que acabó el partido. Cuando lo hizo, me sentí aliviado.

Todo esto se entrena. Quiero decir con ello que todos soñamos pero no todos podemos o deseamos recordar esas visiones o, incluso, vivencias en estado de semi-inconsciencia. Los sueños vivenciales son necesarios para elaborar experiencias íntimamente, para digerir los acontecimientos. Los premonitorios (aquéllos que más nos pueden atormentar, los que podemos querer olvidar con más empeño si no auguran nada bueno) nos ponen en guardia.

suenos5Desgraciadamente, tengo que confesarles que mis sueños premonitorios son fatalistas. Esto es, para lo único que me sirven es para anticipar con total certeza lo bueno y lo malo que me va a ocurrir a corto plazo. Por mucho que yo haya intentado conjurarlos, no he podido. Por poner un ejemplo positivo, supe que iba a sacar las oposiciones con una semana de antelación. No era capaz de disimular mi contento y por supuesto que se lo anuncié a todos los míos. En esa época, yo trabajaba por la noche en una empresa de asistencia en viajes. Mi horario de trabajo me impedía ir a ver las notas. El concurso había acabado y estábamos todos a la espera de unos resultados que tenían que publicarse en los tablones exteriores de la Dirección Provincial del Ministerio de Educación y Ciencia en la calle Vitruvio de Madrid. Desde que conocieron el contenido de mi sueño, mis padres y mi hermana iban todos los días a comprobar si habían salido las listas para llevarse el alegrón de nuestras vidas. Era sólo cuestión de tiempo.

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