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La nueva república

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Ahora que ya están en escena todos los actores que participaron en la segunda función de la obra República Española, los que tienen más prisa por que haya una tercera se despachan, incluso, con su proyecto de cartel.

republica2Espero que se hayan estudiado su papel durante más tiempo que el que le han dedicado a proponer este diseño, pues me he enterado de que les ha salido por 9,50€ editar mínimamente un logotipo previsto para centros de estética.

A pesar de las prisas, he de reconocer que la nueva imagen corporativa me gusta. No me puedo imaginar una república que no asuma los rasgos de un mujer eternamente joven, inteligente, bella y seductora.

De eso se trata, al fin y al cabo: de principiar una operación de seducción con base estética a la que nuestros políticos nos saben tan propensos. La crisis moral que nos aqueja, el declive imparable de nuestro sistema educativo y la mediocridad galopante que éste genera conducen a los mandamases a tirar cada vez más de sentimiento y cada vez menos de razón a la hora de convencer a los votantes. Banderas, camisetas, lazos, gorras, pegatinas, pósteres, bufandas y cualquier tipo de soporte mercadotécnico vehicularán los nuevos símbolos.

republica3Y es que, primero, entró en decadencia la oratoria; luego, entró en barrena el texto y ahora le llegó el turno a la palabra. No hay tiempo para operaciones tan complejas en la cabeza del elector. Debe bastar una imagen que condense todo un discurso, clicar en ella y asumir todas las consecuencias que se vaya decidiendo que dicha imagen lleve aparejadas. Una especie de kit de pensamiento. Ésta será la nueva política.

Efectivamente, la imagen lo aguanta todo y permite al que la enarbola llenarla de todo el contenido que vaya imponiéndose según la circunstancia. Poco quedará por escrito, con lo que se podrá, más que nunca, aplicar el proverbio de donde dije digo, digo Diego. Eso sí, la imagen debe prestarse a actualizaciones periódicas. En el caso que nos ocupa, si, en algún momento, hace falta poner toda la carne en el asador, se le puede meter un amarillo al penúltimo mechón y un rojo al último. Si, en algún otro momento, nos dejan organizar un G-20, se plasma el logo en blanco sobre fondo negro: seriedad garantizada. Y si, con todo esta operación, uno no se da cuenta de qué va la cosa, es que es muy bruto. Porque, claro, la imagen se dirige a un votante inteligente, capaz de inferir todo aquello que no se le dice.

republica4Los promotores de la cosa ya lo están visualizando. Será emocionante toparse, a la entrada de cualquier edificio público, con la nueva cartelería. Si es que hay que reconocer que el escudo del Reino, por muchas operaciones estéticas a que se sometiera, tenía demasiados reclamos visuales: que si las columnas, que si la corona, el blasón acuartelado (donde, además, no cabían los símbolos de las diecisiete Comunidades y las dos Ciudades autónomas). Por no hablar de lo que llevaba escrito un plus ultra que ya nadie comprendía y, en el hipotético caso de que alguien lo hiciera, era como para avergonzarse de lo que representaba (la explotación del indio por el caucásico ibérico).

No queda otra: hay que hacer tabla rasa. Cuarenta años de transición no han sido nada. Tan sólo el necesario preámbulo (acelerado en sus postrimerías) del amanecer de una nueva era. Dejémonos llevar de la mano por esta señorita que se nos ha ofrecido al módico precio de 9,50€. Y, ya se sabe, si, por esa cantidad, encuentra Vd. algo mejor, no lo dude: cómprelo.

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