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Parte (meteorológico)

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En mi casa, a mediodía, vemos el telediario de La 1 por tropismo. Quiero decir con esto que, sabiendo muy bien que, de un tiempo a esta parte, ha alcanzado cotas de incredibilidad difícilmente superables, continuamos cumpliendo un ritual comparable al de lavarse los dientes antes de irnos a la cama.

Creo que lo hacemos, sobre todo, para que, cuando nos despertemos del letargo en el que el espacio nos sume, lo hagamos con alguna de las tres series de la sobremesa empezadas. Si el sueño ha sido profundo y duradero y recobramos la conciencia a la altura de Acacias, 38, pues, entonces, apagamos la televisión.

meteoro2No me voy a extender demasiado (pues ya lo he hecho otras veces) en la denostación de la calidad del informativo, que hace aguas a todos los niveles: elección de la noticia, tiempo dedicado a ella, redacción y locución de los textos informativos y nivel de manipulación de lo realmente acontecido. Si yo fuera profesor de español para extranjeros, jamás elegiría este documento audiovisual como ejemplo de nada.

Ocurre, sin embargo, últimamente que hay novedades en la sección dedicada a la previsión meteorológica (inexplicablemente desgajada del resto del informativo).

En primer lugar, quisiera apuntar aquí que el tiempo que se le dedica a dicha información meteorológica rebasa con holgura el que se le dedica a este asunto en cualquier otra cadena española y me atrevería a decir que internacional. Estamos hablando de una media de quince minutos en los que caben fotos de cómo amaneció el día en distintos puntos de España enviadas por telespectadores (aprovecho la ocasión para saludar a Felicísimo Verde, que debe de recibir, a estas alturas, algún tipo de compensación económica por su incombustible aportación al banco de imágenes de La Casa), todo tipo de gigantescos mapas infografiados dando cuenta de datos que indifieren al común de los televidentes aún despiertos (niveles de polen, sequedad del ambiente, anomalías térmicas, número de relámpagos, etc.), lo que ha ocurrido hasta el momento de la emisión (algo que ya sabemos) y lo que puede ocurrir en las próximas veinticuatro, cuarenta y ocho, setenta y dos o vaya Vd. a saber cuántas más horas.

Pues, bien, cada vez con más frecuencia los locutores de esta sección (que constituyen un equipo de una buena decena de personas) han debido de recibir la orden de explicarnos cómo el clima está cambiando a peor. Estos días, por ejemplo, se ha tratado de mostrar cómo parece claro que los episodios de intensas lluvias vividas en Europa están en relación con el retroceso del casquete del Polo Norte. Y ¿cómo lo sabemos? Pues porque se han detectado en las gotas de lluvia partículas que contienen componentes que coinciden con los que encierran los hielos en regresión. Así, recibimos informaciones abundantemente ilustradas del tipo: "el pasado mes de marzo ha sido el más caliente de la serie (sic)", "la temperatura media de los últimos diez años ha superado en un grado a la de los precedentes", "la acumulación de NO2 en la atmósfera sigue aumentando", etc...

meteoro3Y yo me pregunto: ¿no tendrán bastante con todas las malas noticias (pues de eso se trata) que nos dan en todas las demás rúbricas? ¿qué esperan que podamos hacer ante tanta catastrófica previsión?

¿De verdad creemos que lo que pueda hacer una parte responsable de la población española u occidental concienciada (suponiendo que su decisión, cargada de buena fe, sea la más adecuada) puede contrarrestar los distintos tipos de vida que se imponen en el planeta o los intereses de los poderosos que no estén en sintonía con un radical cambio en el modo de existir sobre la Tierra?

Pues yo, lo que pienso es que no estamos sino ante una operación más de acongojamiento de las masas, comparable a otras que la precedieron como, por ejemplo, la guerra nuclear, el panterrorismo islámico o la invasión de los ultracuerpos. Una población amedrentada se someterá con docilidad al futuro que sus poderosos le reservan y, en el caso que nos ocupa, el momento de mayor credibilidad del telediario se está convirtiendo en un instrumento de dominación. Pues ya se sabe: el que parte, reparte.

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