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Gozo sin sombras

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La experiencia que da la mitad de una vida enseñando y la mayor parte de ella aprendiendo me ha permitido experimentar una de las modalidades de placer que menos promociona nuestra sociedad: aquélla que consiste en sentir que un determinado aprendizaje ha llegado a nosotros para arrojar luz y lógica a un entramado de conocimientos que no acabábamos de entender completamente por no estar suficientemente conectados entre sí.

gozo2Teníamos una serie de nociones parciales que podían estar más o menos asentadas y, de repente, alguien enuncia un contenido que viene a poner en relación ideas que conocíamos pero cuyo sentido profundo no poseíamos por creerlas independientes.

Se nos dibuja,entonces, una sonrisa que no es sino el reflejo de la que esboza nuestra razón cada vez que ha atado cabos. ¡Era eso! ¿Y cómo no había caído yo en ello? Nuestro interlocutor prosigue su excursión erudita pero nosotros seguimos ahí, disfrutando intelectualmente de esa transversalidad de conocimientos que nuestra competencia no había alcanzado a identificar. A veces, incluso, echamos la vista atrás y pensamos en qué habría sucedido si, en determinadas ocasiones, hubiéramos sabido lo que acabamos de averiguar. Cuando volvemos a aterrizar en la actualidad del discurso de quien nos habla puede que nos hayamos perdido otras luminosas verdades. Si nuestro alumbrador es auténticamente sabio, sabrá igualmente administrar con ponderación esas píldoras de saber de modo que sus escuchantes tengan más de una ocasión de subirse a un mismo tren de conocimientos.

gozo4Como profesor, procuro diseminar en mis intervenciones esta especie de pegamento intelectual que, curiosamente, nunca forma parte de la materia reglamentaria que hay que enseñar y que yo mismo he ido aprendiendo de otros profesores, de experiencias vividas o situaciones en las que me he autoformado.

Las fuentes que aplacan mi curiosidad, aquéllas que me procuran mayor placer intelectual no lo hacen de ordinario en español. Y no porque nuestra lengua no esté capacitada para ello sino porque no se ponen a su servicio los cauces, los canales de difusión con los que cuenta, por ejemplo, el francés.

A una edad en la que la reflexión sobre las más variadas cuestiones que me puedan interesar no puede venir suscitada por la simple lectura, echo de menos una radio pública con vocación decididamente formativa. El grupo Radio France gozo3pone a disposición de los francófonos una serie de emisoras y de programas que abordan los más variados asuntos sociales, científicos y culturales con rigor y auténtico espíritu divulgador. Programas de filosofía, literatura, sociología, ecología, arqueología y todo aquello que uno pueda desear aprender que voy escuchando con interés y van multiplicando en mis archivos mentales personales un entramado de nodos que puedo acabar volcando en el aula cada vez que se presente la ocasión.

Si de verdad queremos que la educación en línea no se lleve por delante la educación presencial, la de toda la vida; si de verdad queremos que el profesor siga imponiendo su autoridad también desde su reconocida competencia científica; si queremos que los alumnos sigan pensando que faltar a una clase es perdérsela, entonces tenemos que procurar que haya siempre en ésta un momento de digresión pertinente que lleve luz a las tinieblas del conocimiento, que consiga que el aprendizaje pueda volverse en cualquier momento una actividad placentera, un gozo sin sombra de duda.

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