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Nada

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Muchas veces, durante esta pandemia, he echado de menos la posibilidad de compartir reflexiones con los lectores de La noche más oscura. Han pasado tantas cosas. Ninguna comparable con todas y cada una de las que dejé constancia en la primera etapa de esta maravillosa aventura.

nada22Sin embargo, en la gozosa hora de la vuelta a la luz de este proyecto, me encuentro con que o no sé por dónde empezar o no sé qué decir. En realidad, no me quedan ganas de decir nada, después de haber pasado por distintas fases: sorpresa, indignación, rabia, impotencia, resignación y desconfianza.

Por otro lado, no creo que mi caso sea excepcional. De hecho, creo que es la situación mayoritaria en todos aquéllos que hemos intentado comprender qué estaba pasando y por qué lo estaba haciendo.

Al fin y al cabo, como lo que nos aflige persiste, la gran respuesta masiva que muchos esperamos todavía no ha encontrado cauce para su expresión. Las autoridades, por su parte, no cesan de levantar cortinas de humo inventándose causas que pocos persiguen y tampoco se ha producido la elevación de la moralidad de aquéllos que siguen propiciando los contagios.

nada23La sensación que prevalece, a mi modo de ver, es que, mientras unos persisten en su empeño de convencernos de que no ha pasado nada (algo esencial para que puedan perpetuarse en sus cargos), los demás nos lamentamos de que efectivamente no haya pasado nada de lo deseado para que las cosas cambien. Lo peor de todo es que mucho me temo que, cuando todo esto pase, no hayamos aprendido nada de ello pues estoy seguro de que nada nos podrá impedir repetir los mismos errores que nos condujeron hasta aquí.

Quisiera, en último lugar, pedirles a los editores de este artículo que lo ilustraran con una buena viñeta del tamaño habitual en la que no aparezca nada y les pido a mis lectores que me excusen por haber encontrado imprescindible, en esta vuelta a la escena, no decirles absolutamente nada. Es lo que (no) hay.

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