mercado
  • Home
  • Noctámbulos
  • Mercado Navas
  • ¡A mi, plín!

¡Bum (, bum)! (II)

bum21

¡Quién nos iba a decir a Vds. y a mí que esa colaboración iba a tener segundas partes! ¿Se acuerdan?

Se trataba, entre otras cosas, de hacerlos reflexionar sobre el milagro que representa estar vivo cada segundo de cada día. Me caí del guindo cuando me hicieron un ecocardiograma y el facultativo hizo retumbar por los altavoces del aparato el latido de mi corazón. Un movimiento reflejo, una constante tan fundamental como ignorada por todos los vivientes. Sobre todo en su aspecto más sonante, en el que se integran el batido del músculo y los efectos acústicos asociados a la apertura y el cierre de las válvulas. Y esto sin parar desde que nacimos. Nada debería asombrarnos más.

bum22O, quizás, sí. Pero puede que no haya caído en la cuenta porque soy un hombre y no estoy capacitado para engendrar vida. No me puedo imaginar dos corazones latiendo en un mismo ser y, desde mi punto de vista, eso es lo que, sanamente, debemos envidiar a la condición femenina.

¡Bum, bum! ¡Bum, bum! Se ha liado una buena estos días en el ruedo político español a cuenta de una posible medida de la Consejería de Sanidad de la Junta de Comunidades de Castilla y León.

Por boca del vicepresidente de esta Autonomía, dicha Consejería se plantea obligar a los médicos de Castilla y León ofrecer a las gestantes con voluntad de abordar la posibilidad de someterse a una ecografía como la que me hicieron a mí en su día pero enfocada a hacerlas escuchar el pálpito del ser que llevan dentro. Para que quede meridianamente claro: el sanitario está obligado pero a la embarazada se le realiza la prueba sólo si ésta está de acuerdo con ello.

El motivo de esta iniciativa que, insisto, a la hora en la que estoy escribiendo este texto todavía no ha tenido reflejo escrito alguno, ni siquiera a título de proyecto, es el de concienciar a la portadora de esa vida de lo transcendente de la decisión que implica acabar ab orto [literalmente, 'desde su nacimiento'] con ella. El legislador subputa que la espectacularidad y la contundencia del modo en que ya se está plasmando una vida pueda hacer rectificar en su decisión a la mujer que la lleva dentro. De este modo, se estaría también dando cumplimiento a uno de los objetivos que comparten todos los partidos del espectro político: combatir la alarmante caída de la natalidad en España.

bum23En el supuesto caso de que esta medida vea la luz (cosa que, por ejemplo, niega el presidente de Castilla y León), se trataría, a mi modo de ver, de una iniciativa cuanto menos polémica, que ya se está encargando de rentabilizar la izquierda revisionista woke (es decir, toda). Una magnífica cortina de humo con la que tapar durante todo el tiempo que sea posible la perplejidad provocada por la aplicación de las postreras leyes sobre sediciosos, malversadores y violadores.

Pero centrémonos en el debatido proyecto que, por no constar, no les consta ni a los médicos que deberían cumplir con el mandato. Parece, por una parte, inconsecuente que, si los médicos tienen libertad de consciencia a la hora de poder o no practicar un aborto, no puedan gozar de esa misma libertad de consciencia en lo referente al ofrecimiento de la prueba ecográfica de marras. Por la otra, me parece de todo punto razonable que el médico que acceda a poder practicar la ecografía plantee su posibilidad a la gestante. Lo que no ofrece ningún género de dudas (tampoco las ofrecería el proyecto) es la total discreción de la embarazada a la hora de decidir si debe o no someterse a la prueba.

Así que, resumiendo, mal me parece que se obligue al médico pero bien me parece que se le pueda plantear el argumento a la posible madre, teniendo ésta la última palabra al respecto tanto a la hora de acceder a la ecografía como, por supuesto, al cumplimiento de su gestación.

Y digo que me parece bien que la prueba se llegue a realizar todas las veces que sea posible (todas las veces que el facultativo y la gestante coincidan) porque creo que, últimamente, se ha banalizado muchísimo todo lo referente a la concepción de un ser humano.

bum24Anticipo que la mujer que consienta escuchar ese latido está en vías ya sea de cambiar de opinión al respecto, ya sea de tener mucho más cuidado en volver a encontrarse en una situación parecida. En cualquier caso, es un individuo que ha tomado plena consciencia de la transcendencia de su decisión.

En modo alguno me parece 'una agresión a la intimidad' de la fémina el que se la pueda invitar a escuchar ese ¡bum, bum!. ¿Acaso se perciben como una 'agresión a la intimidad', como una coacción, las advertencias que aparecen en las cajetillas de tabaco? Los fumadores son libres de hacerles o no caso. Aunque, claro, con la substancial diferencia de que unas presagian una vida (que no tiene por qué ser asumida por la que da a luz) y las otras, sencillamente, la muerte.

Alguien podrá caricaturizar lo que acabo de exponer ilustrándolo con el caso de una fumadora embarazada que decidiese abortar y, así, apostase a un macabro 'doble negro'. Tan sólo he pretendido mover a una verdadera reflexión sobre la materia huyendo del fariseísmo ambiente.

Imprimir

Me gusta el fútbol

futbol111

Dicen que unos estudiantes admiradores de Freud fueron un día a visitarlo a su casa del barrio de Hampstead, en Londres. Querían que los ilustrase sobre determinados aspectos de la Psicología. El maestro, gravemente enfermo, sólo acertó a decirles que su vida había sido una pérdida de tiempo y que se tenía que haber dedicado a aquello que más lo distraía en ese momento: la jardinería.

Camus (que jugó de portero en Argelia) y Heidegger (admirador de Beckenbauer) estaban locos por el fútbol. Mi filósofo en vida de cabecera, Alain Finkielkraut, le ha otorgado protagonismo al deporte rey en Répliques, el programa que conduce desde hace años en France Culture, un clásico de la radio pública francesa. Finkielkraut se deshace en elogios a propósito del fútbol desplegado por la España que se proclamó bicampeona de Europa y campeona del mundo no hace demasiado.

futbol12Lejos de querer compararme lo más mínimo a estos personajes y a otros muchos que demostraron su pasión por actividades que no tenían nada que ver con aquello que los hizo famosos (Hemingway y Picasso fueron grandes aficionados a la tan denostada Tauromaquia), quiero reivindicar la importancia que pueden revestir determinadas instituciones culturales populares en la vida de figuras señeras de nuestra civilización.

Así que no resulta ningún desdoro que yo proclame mi amor por el fútbol como, salvando todas las distancias, estas eminencias confesaran su predilección por esta manifestación cultural. Y es que hubo un tiempo en que los grandes hombres y mujeres de la Historia acababan presos del personaje que habían creado. Valoro, pues, en las personalidades citadas su arrojo en reconocer que, salvo en aquello en lo que sobresalieron, no se veían nada más que como mujeres y hombres de su época que se distraían como buena parte de sus contemporáneos.

Eso sí, a diferencia de la jardinería, el fútbol es capaz de levantarnos el ánimo o hundirnos en la miseria, convirtiéndose muchas veces en el aliciente que nos extirpa de semanas de tedio. Como el tiempo, el fútbol es uno de los grandes asuntos con los que entablar una conversación. Se trata de una afición que se comparte, por la que nos socializamos. El primer banderín de enganche al que nos podemos asir. Algo que podemos heredar de nuestros mayores y que transmitir a nuestra descendencia. Un pretexto con el que desahogarnos en la alegría y en la tristeza. En mi caso, encuentro semejantes las labores del entrenador y del profesor-tutor. Cada clase nueva que me corresponde cada año la interpreto como un equipo al que tengo que mejorar en sus prestaciones. Y eso, lo debo conseguir a nivel individual y grupal. De hecho, comparto, por ejemplo, futbol13algunas estrategias de consolidación de grupos que se aplican al principio de cada temporada. Como ocurre con los entrenadores, con el paso de las semanas de clase, voy pergeñando un 'equipo titular' con el que estimular a 'los suplentes'. Y, por qué negarlo, tengo también a mis favoritos.

Estamos en año de mundial de fútbol y, como corresponde en los tiempos que conocemos, no ha faltado quien haya querido invalidar lo que representa este acontecimiento deportivo por el modo en el que Catar y la FIFA han propiciado esta edición. No seré yo quien no censure todas estas razones de peso. Sin embargo, hemos de reconocer que ya hubo ediciones comparables en su ilegitimidad (Argentina, en 1978 y Rusia, en 2014, entre las que yo haya vivido) y que, si sólo pudiesen acoger campeonatos de fútbol países impecables, España y Portugal (desde la óptica de los actuales 'censores wokistas') tampoco podrían aspirar a organizar los de 2030.

Pasan los días del mundial y, poco a poco, el fútbol con mayúsculas vuelve a imponerse. Ese juego que interpreto como una alegoría de la vida individual y grupal; un correlato del papel que juega cada individuo en su entorno y su nación en el mundo. El deporte de masas capaz de encumbrar al más humilde y a los más pobres. El que puede dividir una nación o acomunar a todo un continente. Porque, en fútbol, nunca están descartadas las sorpresas... o las decepciones.

Esta semana, el mundial pone en escena dos partidos de semifinal en los que, para dos selecciones, la victoria se convertirá en un bálsamo, en una inyección de moral ante el marasmo que conocen sus pueblos; futbol14una tercera selección se planteará el encuentro como una reedición de su fatum : el combate contra Goliat y la cuarta, como la posibilidad de asentar una preponderancia añorada en otros ámbitos. ¿Hace falta que les diga a qué equipos me refiero?

Los amantes del fútbol viviremos esos enfrentamientos desde la simple y llana pasión por un deporte en el que se conjugan técnica, táctica y convencimiento. Tendremos nuestras preferencias, que podrán no estar definidas por criterios que tengan que ver estrictamente con el juego y justificaremos nuestra opinión diciendo que al fútbol se puede jugar de muchas maneras y que lo que cuenta, al fin y al cabo, es ganar. Nos enzarzaremos en interminables discusiones sobre el mérito acumulado y la justicia aplicada. Si nuestra favorita pierde, nos enfadaremos pero sabremos que, más pronto que tarde, el fútbol le dará otra oportunidad pues, como decía Vujadin Boskov, "Fútbol es fútbol".

Imprimir

Canícula

canicula1

Son las siete de la tarde. Acabo de despertar de una siesta de pijama y orinal que comenzó en algún momento de los últimos setenta kilómetros de la retransmisión de la etapa del Tour de Francia. Recorrido más bien llano, con su escapada a tres minutos del pelotón sin ningún viso de poder cuajar. Ciclistas consumiendo bidones a todo tren (dicen que alrededor de diez por deportista con este tipo de tiempo) y agotando también las existencias de cubitos de hielo que les van administrando en bolsas que ellos van colando por el cuello del maillot para que se encajen en cualquier parte del torso o de la espalda.

canicula2No sé quién habrá ganado en Carcasona pero sé que hay más seres vivos respirando los veintiséis grados y medio que hace en el salón donde acabo de recuperar la consciencia sobre una colchoneta colocada en el suelo. Mi madre, que ha debido de despertarse antes que yo y lee su enésimo libro sobre la Guerra Civil. La perra, que ha ido cambiando de tumbadero durante todo este tiempo. Y unas moscas, que me están empezando a hacer la vida imposible. ¿De dónde habrán salido? Antes de echarme me había cerciorado de que no quedara ninguna viva alrededor.

Entre el ámbito desde el que escribo estas líneas y la solana que se abate sobre el limbo de la Alcarria madrileña en el que vivo, hay unos soportales acristalados, en los que hace unos treinta grados, un patio entoldado, donde la temperatura se habrá incrementado cinco puntos, y el campo abierto, que podrá registrar más o menos de cuarenta según nos encontremos en zona de sombra arbolada o no.

canicula4En la franja horaria que va desde las dos hasta las ocho de la tarde, las calles de mi urbanización permanencen prácticamente intransitadas. Los vendedores de melones y los chatarreros también se han volatilizado. Me pregunto qué es de todos los demás pobladores del ecosistema durante este período: aves, pequeños y medianos vertebrados, insectos, etc. En cualquier caso, mi admiración se la llevan las plantas, que no tienen modo de refugiarse de la inclemencia y adoptan todo tipo de estrategia para que los rayos del sol las afecten lo menos posible.

Ola de calor en el verano meseteño. Media vida consciente tirada por el sumidero de la inacción o de una especie de tropismo vegetativo. Imposible no revivir las sublimes descripciones de la novela de Aldecoa Con el viento solano, prueba de que el infierno en la naturaleza también puede constituirse en fuente de inspiración.

Más del noventa por ciento de la Península (y parece que buena parte de esta zona del hemisferio norte) se encuentra sometida a una dictadura meteorológica que nos cambia el carácter y puede sacar lo peor o lo mejor de nosotros mismos según hayamos decidido aprovechar la ocasión para convertirnos en incendiarios o postular a figurar entre los héroes que arriesgan su vida en la extinción de los fuegos.

canicula3Las ocho. Primer intento de echar un vistazo ahí fuera, de ver si todo sigue en pie o si, definitivamente, ha sucumbido. Supero la prueba de salir a los soportales pero sospecho que todavía no seré capaz de correr una puerta acristalada. Las avispas que se han acumulado en este espacio me miran con asombro. ¡Habrase visto tamaña imprudencia! Ellas no saldrán de ahí hasta que no se oculte el sol tras el cerro que nos protege de los últimos embates solares.

Me vuelvo para adentro y me tomo un té con mi madre. Empiezo a concebir el programa de lo que queda de día: regar el huerto, regar un sector de la parcela, refrescar el patio, ducharme, cenar ligero viendo alguna competición deportiva (la que sea) y, por supuesto, enterarme de cómo ha acabado hoy el Tour de Francia.

Imprimir

lanochemasoscura