mercado
  • Home
  • Noctámbulos
  • Mercado Navas
  • ¡A mi, plín!

Hogar

hogar1

Dicen los hermanos Scott al inicio de sus programas* que una casa son cuatro paredes y un techo mientras que un hogar es el espacio en el que se van acumulando la mayor parte de nuestros recuerdos.

Y dicen bien porque, como ya he podido manifestar en otras ocasiones, no poseemos nada. La mayor parte de los bienes que nos rodean podrán persistir cuando nosotros ya no estemos o nos deshagamos de ellos. Tan sólo somos sus gestores durante el tiempo en que podamos hogar2y-o queramos ocuparnos de los mismos. Así que la mayor parte de lo que tenemos -y sólo nos pueden arrebatar la enfermedad o la muerte- son nuestros recuerdos y el cúmulo de experiencias que arrastremos, allá y con quien nos las hayamos podido granjear.

Es probable que las primeras cavilaciones a este respecto me las suscitara el instalarme en la habitación de un hotel. Esta palabra, francesa, está emparentada con los términos latinos hóspite y hospitare, que se refieren, respectivamente, a huésped y hospedar. En español, el vocablo ha perdido su acento circunflejo sobre la o, pero de la decadencia ortográfica de la lengua del país vecino prefiero no hablar entre otras razones porque dudo de que a Vds. les pueda interesar.

hogar3El lugar en el que residimos temporalmente por ocio o negocio tiene, pues, como misión principal la de hacer sentir al usuario como en casa. Debería, entonces, estar concebido como un buen punto de partida para que el hospedado lo hiciera fácilmente suyo. Por consiguiente, se supone que, cuanto más caro sea el precio de este alojamiento, más está capacitado para hacernos sentir como en casa.

Sin embargo, Vds. saben que el dinero no lo puede comprar todo. Y sentirse como en casa no tiene precio, o lo tiene muy alto. Algo tiene que poner el cliente de su parte.

Yo soy de los que valoran mucho las condiciones de partida de una habitación de hotel (o pensión, o alojamiento rural, Vds. me entienden). En resumen, lo que le pido a este espacio de residencia temporal es que me den ganas de editarlo para convertirlo en mi hogar provisional o que, incluso, consiga que me apetezca no tenerlo simplemente como un lugar para dormir y asearme sino también como el entorno privado en el que desear leer un libro, escribir un diario, reposar la mirada en lo que me ofrecen sus vistas interiores y exteriores o encontrar el momento para conversar con el personal que regenta el negocio.

hogar4También soy de los que no salen de la habitación hasta tanto no hayan vaciado las maletas y colocado todo en su sitio. En ese momento, me doy también cuenta de lo poco que necesito para hacer mío un cuarto. Por ejemplo, basta, para conseguirlo, que me acompañen mis perros o ponerme los cascos con los que escuchar algunos de mis álbumes o mis podcasts favoritos.

Parece claro que, una vez que hemos dado con la habitación de ese alojamiento al que volvemos una y otra vez, ese otro hogar que hemos ido recreando con el paso de los años, la tentación de que se pueda convertir en el hogar prioritario es inevitable.

Admito haber sucumbido a ella y no poder arrastrar a mi nueva aventura a todos aquellos seres arraigados a ese pedazo de tierra por el que tanto hemos trabajado en mi familia. Tan sólo espero tener la suerte de dar con aquéllos que aprendan a amarlos como yo lo hago y sean capaces de devolverles todo lo que sólo ellos saben dar.

(*) La casa de tus sueños y Los gemelos reforman dos veces, en Canal Decasa.

Imprimir

Prensa miserábel

miserabel1

Querería, antes que nada, pedirlles que me desculpen por escolmar, esta vez, o galego coma lingua de opinión. Con esta intervención nun idioma que ando a aprender, querería amosar o meu amor polas linguas romances ben como a idea de que estas institucións culturais deberían servir máis para unir que para separar as persoas. Agardo que non teñan ningún problema en seguirme. Imos aló.

miserabel2Rafael Nadal Parera acaba de se proclamar por décimo cuarta volta campeón dos Internacionais de Tenis de Francia en Roland Garros. Xa é portada, como mínimo, das seccións deportivas da meirande parte dos xornais de España... e do mundo. Mais non se fagan Vostedes ilusións, non o será nunca en Nós, periódico voceiro do independentismo galego, onde endexamais teñen cabida novas nas que non interveñan dalgún xeito protagonistas da súa Galiza (o topónimo Galicia, igualmente válido, non o verán escrito ningures, pois é considerado signo de tepedeza).

De maneira que, hoxe, por exemplo, a primeira nova é que o Deportivo xogará unha final para ascender á... Segunda División (dito así, sen a precisión de que se trata, xaora, da Liga Profesional do Fútbol Español). Seguirán a falar do Deportivo ata que as esperanzas aguantaren e, se o soño do ascenso se murcha, voltarán tratar da lexítima oficialidade das seleccións galegas ou de calquera equipo o deportista galego que consiga un logro en calquera eido, por moi marxinal que este sexa.

miserabel3É indubidábel que Nós é o lugar onde se poder ler o mellor galego que se escribe na prensa nese idioma aínda que teño que admitir que deixei de o facer pola insuportábel visión tendenciosa de demasiados dos seus contidos.

Fica claro con este tipo de no-nova que o odio, combustíbel do que se nutren os independentistas, se pode plasmar non só a través do que se di senón tamén a través do que se cala. Isto fai que a expresión da cabeceira do xornal galeguista semelle máis ben unha especie de brinde ao sol ou de falso amigo. Non se eganen Vostedes: o seu Nós, lonxe de apertar o conxunto dunha comunidade de lectores en galego, o que fai é excluír a todos aqueles que non comunguen co exclusivismo nacionalista. Trátase dun nós tan illado coma a aldea gala das bandas deseñadas de Astérix. Un nós que produce un certo rubor alleo nestes tempos tan convulsos que estamos a vivir (e que non teñen trazas abondas de mellorar a curto prazo). Tempos nos que parece cada vez máis claro que a unión fai a forza perante os desafíos de todo tipo que nos ameazan.

Pois ren, señores de Nós. Seguide así, eructando indixestións e perdendo lectores. Prefiro os padecementos formais na Voz de Galicia á vosa ortodoxia lingüística que me deixa adoito un sabor a fel.

E pido, máis unha vez, aos meus lectores, que me excusen. Non volverá acontecer. O, polo menos, non acontecerá para voltar criticar a eses miserabeis de Nós.

Imprimir

Espera

espera1

Hay momentos en la vida en que nos toca esperar y no soy yo de las personas que se caractericen por su paciencia. Bien lo saben los que me conocen. Ni me gusta esperar ni tampoco que esperen por mí ni por lo que de mí dependa.

Mis cincuenta y cinco años tampoco me han hecho progresar mucho en ese sentido a pesar de que, a mi edad y cada vez que encuentro la ocasión, aconsejo a los más jóvenes obrar como los futbolistas veteranos a los que les toca salir al campo cuando el partido está a punto de ponerse imposible. Es decir, no correr como si no hubiera un mañana a por cualquier balón sino leer con calma la fase de juego, colocarse bien y saltar sobre la buena ocasión. Así, si se sabe aguardar por ella, se aprovecha ese caudal de energía del que aún se dispone.

espera2Llevo ya más de un mes esperando a que concluya un episodio de salud que me auguro que no resulte grave pero que está ahí, en la filigrana del papel en el que voy escribiendo mi vida, asomando de vez en cuando la cabeza para hacerme dudar de todo lo que creo que me queda todavía por hacer.

Intento rescatar y mantener viva la llama de las mejores y más autorizadas opiniones que he escuchado verter sobre casos como el mío para que chamusque cualquier atisbo de negrumbre en la perspectiva.

Repaso los sueños premonitorios de los que consigo acordarme y que, hasta ahora, han anticipado de manera implacable todo lo que ha ido aconteciendo.

Me asombro de la capacidad que tengo de domeñar la situación, de convivir con el desasosiego y de compaginarlo con otras esperas mucho más ilusionantes aunque, seguramente, igualmente intrigantes en cuanto, Dios quiera, la primera de todas se haya definitivamente evaporado.

espera3Es curioso cómo el castellano ha reunido en una sola forma lingüística el exspecto y el spero latinos, de modo que, para cualquier estudiante extranjero, resultará, a veces, complicado desentrañar el verdadero significado de frases como "Te espero" o "Esperamos el fallo del tribunal". Y es que, ya en latín, spero podía significar tener confianza o bien temer algo, según el contexto en el que se empleara el verbo.

En cualquier caso, prefiero refugiarme en mi espero, que hacerlo en agardo, aspetto o j'attends. Me aplico esta especie de tratamiento lingüístico preventivo que me mantiene con un cierto optimismo.

Mientras, procuro que la rutina cobre más sentido que nunca, impidiendo que estos días no sean como los célebres 'minutos de la basura' de los partidos de baloncesto.

Me voy conociendo y espero que no se me ponga mucho más tiempo a prueba. Por ahora.

Imprimir

lanochemasoscura