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Me van echando

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No se me alarmen. Ha pasado siempre y seguirá pasando. Solo que lo estoy experimentando en mis propias carnes. Carnes de una generación que ya no está tan en el machito como hasta hace relativamente poco. Los míos siguen mandando, haciéndolo tan bien o tan mal como pueden, depende de lo que opinen de ello sobre todo los perdedores.

echando2En mi batalla particular contra lo que no me gusta de mi mundo, ya atisbo, allá a lo lejos, la derrota. Son bastantes los que conmigo siguen disparándole al enemigo desde la trinchera. La Noche Más Oscura es nuestra posición más avanzada, aquélla desde la que más lejos llegan nuestros proyectiles y la que mejor se divisa desde la lontananza. Son más aún los que entienden nuestra lucha aunque no se suman a ella. Pero ya son casi mayoría los que los siguen y ni se imaginan de qué va todo esto.

Aunque puede que jamás lean estas líneas, a éstos últimos les diré que somos la última generación que conoció una infancia de rodillas desolladas en la calle o en el campo, la última que soñaba con darle la vuelta al mundo con una mochila a cuestas, la última que sabía esperar en la ignorancia o la incertidumbre, la última fascinada por los mapas y los territorios por descubrir. Futuras e inevitables batallitas.

Ahora, me veo más no como aquél que apunta hacia donde se puede ir sino como el que señala los peligros que acechan. Sé que se han logrado interesantes progresos pero tengo la sensación de que la estupidez y-o la codicia lastran buena parte de los mejores esfuerzos en pos del bien común.

echando3Me asombra la mediocridad de los nuevos poderosos o la de los creadores de opinión. Nuestra denuncia no merma su pujanza. Me deprime el seguidismo de la mayoría, su galopante alienación tecnológica. Pronto se habrán cubierto de moho las palabras que los pudieran censurar pues pocos serán los que recuerden lo que significan.

Me refugio en mi parcela de tierra donde he sido capaz de construir una pequeña Arca de vegetales y un puñado de animales. Un lugar en el que pasan muchas cosas que no son noticia porque casi nadie las quiere ya ver. El libro que llevo escribiendo treinta años y que me dice, en cada nueva página, por dónde tengo que ir tirando.

Ya voy pensando en herederos, en personas que cooptar para que den testimonio de lo que fuimos haciendo y pensando. Hacer y pensar. Pensar y hacer por nosotros mismos.

No será tarea fácil pero se me antoja insoslayable. Gente que, de alguna manera, recoja el testigo y entienda mejor las claves del nuevo mundo que se insinúa para mejor orientarlo desde dentro. Yo cada vez lo entiendo menos y sé que él ya me va echando.

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