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Gente sana

Tened mucho cuidado con la gente sana, ya sabéis, esas personas que no fuman, no beben, no dicen tacos y no follan. Tened especial cuidado con los Adonis que invierten su tiempo y su dinero en los gimnasios para muscular sus cuerpos, o con esos que pasan su vida en las iglesias y en la bibliotecas cultivando su espíritu o su mente. En ambos casos es probable que nos encontremos ante seres sin autoestima que vampirizan a sus semejantes buscando obtener admiración. También hay híbridos entre estas dos tendencias, que son los peores de todos. Huelen su mierda y les encanta. Suelen ser youtubers, pertenecer a los Boy Scouts o alguna subnormalidad por el estilo.

La gente sana, la gente guay, se alimenta de las palabras que sueltas por compromiso. Vidas perdidas, se creen destinados a un fin que creen elevado. Son unos patéticos gilipollas que no acertarían ni a limpiarse el culo sin consultarlo en la Wikipedia. Se creen mejores que todos los demás, con sus musculitos y sus libros de citas literarias y sus carnés de socios de Greenpeace. Acabarán pudriéndose en un nicho también. Pero se comportan como si supieran cosas importantísimas que tú no sabes, como si sus vidas fueran superimportantes de la muerte, o sea. Con sus plazas de funcionarios y sus trajes. Con sus rastas, sus tablas de surf y sus pendientes dilatadores. Con esos cortes de pelo estilo nazi que se estilan ahora. La gente guapa. Gente sana. Tienen vidas apasionantes, vivencias muy profundas, ya sabes. Les encantan los animales. Y nunca se pierden esas pelis de cine independiente que aburren a un santo. Solo ellos tienen la sensibilidad suficiente para entender esa basura.



Los que no leen se compran coches caros y se pasean por ahí con sus pantalones de marca. O hacen malabares en los semáforos y piden para comprarse tofu o sushi, la comida de la gente sana. Si leen leen cosas de Paulo Coelho, Houellebecq, Murakami y mierdas por el estilo. Y en el salón tienen tochos de Ken Follet bien visibles. Son antitarurinos. Hablan siempre de sí mismos, se citan a sí mismos, escriben cosas ocurrentísimas en sus Facebook sobre sus vidas chachiguais y por las noches se hacen una paja consigo mismos antes de dormir. Se definen como gente muy sensible, muy espiritual y muy deportista, que le encanta el olor de los bebés, las formas de las nubes en un atardecer anaranjado y una buena polla por el culo. Ah, y también suelen escribir en webs donde se junta gente rara.

No hay nada peor que la gente sana. Porque la enfermedad y la podredumbre los supera. No están preparados para los gusanos que nos comerán las tripas a todos. Son un puto coñazo. En su lecho de muerte se darán cuenta de que la trascendencia y lo verdaderamente importante no es lo que sale en Twitter. O no.

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La mujer que quiero

La mujer que amo está friéndome pimientos de Padrón a pesar de que estoy un poco borracho y no paro de largar chorradas. Ella simplemente me sonríe. Yo he cocinado un pan para ella. Me sale de puta madre, mejor que esos supuestamente artesanos que venden a varios euros el kilo. "Joder, ¡qué rico!", pienso mientras vacío otra copa de Mencía, que le da mil vueltas al Rioja. Pan y vino. Gracias, Jesucrito. María me deja solo en la cocina porque Martín llora. Lo coge en brazos mientras yo me quedo vigilando las berenjenas a la plancha. Mi hijo. El futuro. Bebo otro Mencía. Joder, parecemos una familia de vegetarianos. Devoro los pimientos, están buenísimos. Las lágrimas se aproximan a mis ojos. Son de alegría. Micha olisquea mi copa. Luego la vacío. Mañana será otro día. Sin trabajo y sin perspectivas de futuro, todavía no han arruinado mis esperanzas del todo. Me sirvo otro vino. Esta noche dormiré con mi mujer, olisqueando su cuello. La felicidad debe ser algo así. Termino de cocinar. Le llevo la cena al salón. Me siento a su lado. Ve Mentes criminales o alguna serie de esas. Vería cualquier cosa con tal de poder sentarme a su lado. La felicidad debe ser algo así.

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Trabajo para la mafia

Trabajo para la mafia. Lo tiene todo controlado: no hay preguntas, nadie interfiere y todos cobramos a fin de mes. De las diez horas que curro, solo unas dos están justificadas. La gestoría que le lleva el papeleo a mi capo se encarga de que no le ocurra nada en el hipotético e improbabilísimo caso de que lo vengan a molestar con alguna de esas legendarias inspecciones laborales. Y digo legendarias porque pertenecen al ámbito de las leyendas y los mitos, porque en dos años que llevo como ilegal jamás he visto ninguna. Aún así conozco a personas que juran y perjuran que existen, que con la mano sobre la Biblia afirman que no pertenecen al género de la fantasía. Y doy ganas por tener un contrato de cuatro horas al día cuando trabajo diez, a pesar de todo doy gracias a Dios por tener un contrato en el que figuro como “cocinero”, aunque a lo más que llego en la cocina es a freír un huevo. Con mi licenciatura y mi máster y aquí estoy, tan ricamente. Por eso nunca entenderé a esos chavales que se van a Inglaterra y a Alemania a curros de mierda, cuando aquí vamos sobrados. Si es que son gilipollas. Si es que que soy un privilegiado.

mafia2Trabajar para la mafia está muy bien, sobre todo porque te hace vivir al momento, “día a día”... como decía Rambo. Todo es más intenso, más vívido. ¿Para qué quiero uno de esos trabajos que te arreglan el futuro? ¿Para formar una familia? Tonterías. Para los que nos va el riesgo este es un trabajo ideal. Los de arriba hacen la vista gorda para que el patrón que me paga no tenga que declarar por mí más que lo mínimo imprescindible para que no le multen . Eso en el caso de que este mundo se repliegue a través de un agujero negro y se materialice en el Reino de Fantasía y ocurra una de esas inspecciones. Así que todos tan contentos. Así los jefazos pueden decir que se hacen cada vez más contratos, mi padrino tiene las espaldas cubiertas y yo cobro puntualmente más del setenta por ciento de mi salario en negro. Todos salimos ganando. Además, así estoy distraído todo el día y no tengo tiempo a coger vicios, depresiones ni tonterías de esas. Y mi nómina es tan irrioria que no despierta ninguna sospecha. Así el país va prosperando.

Todo son ventajas cuando trabajas para la mafia. Claro que el sueldo tampoco es ninguna maravilla, y es que a duras penas supero los mil euros trabajando todos los días de la semana menos uno que libro. Ser mileurista, que hace unos años estaba como mal visto, que parecía casi una coña, hoy está reservado solo a unos cuantos privilegiados. Y así, al estar ocupado en pensar cómo coño llego a fin de mes tampoco tengo la cabeza como para ir a manifestaciones, a votar y a tonterías de esas.

Así que un respeto cuando se refieran a la mafia, porque no me da de comer solo a mí sino a unos cuantos millones en España...

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lanochemasoscura