daniel

La prisa de los jubilados

Día uno de mes. Los jubilados abarrotan el banco. Copan los asientos de espera con sus esfínteres temblorosos. Sus manos arrugadas sostienen los billetes con su número de turno. Atestan las cafeterías aledañas mientras sus muertes se aproximan un poco más. Tienen prisa. Mucha prisa. Son como un superorganismo ansioso. Tienen prisa, mucha prisa. Van aprisa. Como la mierda descompuesta sale del culo. Están muy apurados. Los clasificadores de plástico con las doscientas pastillas que toman al día les esperan en sus hogares. Les esperan tardes interminables de aburrimiento insondable. Les esperan las jjubilados2películas de sobremesa de Antena tres. Les esperan las esquelas en los periódicos de sus amigos. Catéteres y parches de morfina. Día uno de mes. Hay que ir a cobrar porque no hay que hacer esperar a la muerte. Coños y pollas resecos por los años. Ojos que ya casi no ven. La oficina abre a las ocho de la mañana. Varios jubilados guardan fila desde las siete. En silenciosa formación hacia la podredumbre. En riguroso orden hacia el olvido. No vaya a ser que se termine el dinero. No vaya a ser que pase algo. Tienen mucha prisa por abrazar la oscuridad. Sus desapariciones anónimas les embriagan. Yonkis de la tristeza, de las salas de espera de los hospitales. Boinas y bastones. Alzheimer. Cánceres que se los comen vivos por dentro mientras piden sus descafeinados de sobre templados con sacarina. Viejos. Viejos de mierda. Abuelos xx que protagonizan poemarios de poetisas que nadie quiere follarse. Máscaras de arrugas que un día fueron rostros, entubadas con total asepsia. Color blanco. Enfermeras con caras de perros. El doctor Garrido y su mal aliento matutino. Bastones y Torremolinos.

jjubilados4Comienza un nuevo mes y es día de ir a cobrar. Los ancianos son precavidos. Podría irse todo a la mierda de repente y a lo mejor se quedarían sin efectivo para comprarse pañales. Hay que hacer los ingresos del seguro de deceso. Hay que guardar el dinero bajo el colchón. Hay mucho que hacer en el país de los moribundos. Hay que ser el más veloz en la carrera de tullidos. Cerdos que van en fila hacia el matadero. Los viejos no atienden a razones y pueden incluso hacernos creer que no les preocupan nada sus inminentes agonías. Y la agonía en la sociedad actual es terriblemente larga y cruel, antinatural, gracias a los estupendos avances de la ciencia. Los jubilados se cuelan en el banco o en la charcutería en cuanto perciben la ocasión. Te pedirán una y otra vez si los dejas pasar antes porque van a hacer una gestión muy rápida. Tienen cosas que hacer: dar de comer a las palomas en los parques, contar sus anécdotas, leer todos los periódicos, ver las telenovelas, hacer la comida y la cena a la vez, llamar por teléfono a sus hijos, ir a misa, resolver crucigramas, pedir cita en el médico, comentar todas las obras de la ciudad, dormir interminables siestas... y, sobre todo, sentir esa prisa insondable porque la parca los atenaza. Hay que hacerlo todo ya, hay que ser el primero en todo. Porque puedes espicharla en cualquier momento.

Jubilados del mundo, ¿por qué no afrontáis la muerte de frente, mirándola a los ojos? Jubilados de mierda con las vidas resueltas y acabadas, ¿por qué no le echáis huevos de una puta vez?

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