Prostituta de Dios
El chaval de dieciséis años que tiró a su bebé al río Besós. La independencia de Cataluña. Los polis de Guatemala riéndose del negro que dejaron ahogarse ante sus narices tras darle una paliza. Evans Taylor Joseph Williams. Íñigo Errejón candidato. El bebé acuchillado y tirado al contenedor de basura por su madre en Gijón.Tus problemas de mierda. El nuevo aifon que habría que meterte por el culo.
Muere Ruther Hauer
y
también
yo
un poco
con
él.
Recuerdo aquella noche de verano de 1990 en la que Prince tocó en Santa María del Mar. Mi tía Coro me dijo que me regalaba la entrada pero yo no quise ir. Algo en mi interior me decía que debía ir pero no quise. Escuché todo el concierto desde la casa de mis abuelos maternos, con vistas a la bahía coruñesa. Me arrepentiré toda mi vida de no haber ido. ¿Por qué no fui?
Voy a tener otro hijo.
Roque Prieto Núñez.
Mi primo Toni ha vuelto a beber
y eso que
la última vez
lo acompañamos
a Alcohólicos anónimos de Coruña.
Verano. Morazón. Lana y Martín parecen
los niños del cuadro de Sorolla.
Daisy's destruction.
La temporada tres de Stranger Things
es en verano.
Le aseguro a mi hijo que soy más fuerte
que un dragón de Komodo
y más fuerte que King Kong.
Le miento.
Me pide que le prometa que le regalaré
mi cadena de oro
cuando muera.
Y
eso
hago.
Le digo la verdad.
Escuchando a Wilko Johnson, JJ Cale y Johnny Winter en agosto en la cocina. A todo volumen. Y veo el cartel de John Mayal, que tocará de nuevo en Coruña, alma albina del blues, redentor de papel del lamento. Dejémonos fluir a través de la vida. Ríos de sangre.
Las presentadoras de la tele están todas cachondísimas. Parece que eso no le molesta a ninguna de esas feministas.
Mar y sus nódulos en la garganta. Y sus piedras en la vesícula.
El niño paralítico que miraba cómo su hermana pequeña saltaba en todas las atracciones me jodió el verano. Tristeza insondable. Y Martín se reía mientras se escapaba del gitano que le decía a gritos que saliese de una vez del hinchable de Bob Esponja. Me llevé un susto de cojones por unos segundos... cuando todos los niños bajaron obedientes de la atracción y allí no estaba mi hijo. Sentí a Satanás soplándome en la nuca en un in crescendo de ansiedad y locura. Al final vi sus ojos esconderse entre la figura de Patricio. Respiré aliviado. Mi preferido es Calamardo sin dudas. Esa desgana ante la vida, esa mala ostia, esa desazón, ese pesimismo irremisible... yo soy un poco como Calamardo.
Es muy difícil ser poeta y calvo. Me resulta casi imposible tomar en serio vuestra indignación desde vuestros aifons y vuestra vida de Beverly Hills en Fontán.
Y aquel gato muerto
precioso
que vi desde la ventana de mi casa cuando iba a hacerte la cena.
Y todos esos motivos por los que no pude ir a ver a Patti Smith a Coruña.
Chupar pollas es más digno
Que publicar las notas de prensa que envía Alcaldía.
Putitas de prensa. Putas baratas, demasiado.
Inés Arrimadas me pone mucho, en plan polvo guarro. Pero Rocío Monasterio me pone aún más, me la imagino escupiéndome a la polla mientras me la come. Rocío Monasterio, puta de Dios. Puta elegida, puta del Espíritu Santo. Rocío Monasterio, puta por la Gracia de Dios.
Los momentos mágicos de la vida no los podéis comprar. Ni tampoco falsear en Instagram, hijos de puta. Tendréis que vivir al menos un poco por primera vez en vuestras miserables vidas de Facebook. Os quedaréis sin argumentos cuando vuestros hijos nazcan, o cuando aparezca en la puerta el amigo que vive a casi mil kilómetros de distancia. Renunciaréis a subirlo a Internet y entonces a lo mejor pensaremos que
aún
queda
algo
de
esperanza.
El Honestidad Brutal ha cumplido ya veinte años y me parece mentira. Hoy he cumplido 41 años. Mi sobrino Lois ni siquiera tiene un año pero ya alucina con el mundo, abriendo los ojos todo lo que puede.
Voy a la lavandería en mi día libre. Mañana soleada de agosto. Huele a vacaciones. Martini mezclado. Ayer le dije a Martín que mamá iba a estar hoy también en casa y que podríamos hacer algo los tres juntos. Él me dijo que eso estaba muy bien porque así podríamos "ser como una familia normal". Y entonces tomé la determinación de buscar otro trabajo.
Cuando mi abuela Hortensia estaba en las últimas, una de las cosas que más me impresionó es que me dijo varias veces que no sentía ningún sabor. Mi pobre abuelita comía el pan con Colacao recordando cómo sabía el pan con Colacao porque su cuerpo era ya incapaz de sentir a qué sabían las cosas. Recuerdo que murió sola en el pasillo de urgencias del Chuac de Coruña. Mi madre miró a los ojos a la enfermera encargada y le dijo : "No te lo perdonaré nunca". Y eso que mi madre lo perdona todo. Supongo que esa enfermera será alcohólica o algo así, una desgraciada... O a lo mejor no, porque hay seres humanos que son como insectos. En todo caso ya no importa demasiado.