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Los Ramones están muertos

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Los Ramones están muertos. Marky Ramone ni siquiera pertenece a la banda original. Se dedica a ir por ahí haciendo caja. Puto payaso. Puta gracia les haría a Johnny, Joey, Dee Dee y Tommy ver lo que ese gilipollas ha hecho con su legado. Ese puñado de canciones ya inmortales, patrimonio de la jodida Humanidad. Los Ramones son mucho más que Rock and roll high school, la puta camiseta de Zara y "Hey ho let´s go!”. Son la ostia que no ves venir, tu cuenta en números rojos, Burnig love de Elvis sonando en el atasco, tu mujer que te llama inmaduro, el penúltimo cubata, mandar currículums con cuarenta tacos y no ir jamás a ninguno de esos conciertos indis. Los fans de los Ramones no van a festivales, se quedan en casa esnifando pegamento o cascándosela. Quedan muchos fans verdaderos de los Ramones, aún queda esperanza para el rock and roll. Muchos han entendido el mensaje. Otros no han entendido una puta mierda… estos últimos son especialmente asquerosos, ese tipo de subnormales obsesionados por encasillar en estilos la música, esclavos de cierta estética y adictos a las novedades musicales. Ramones son una patada en los cojones de la civilización, la piedra filosofal de la juventud, el amor de madre homenajeado en tantos tatuajes, el pulso irrefrenable de la creación, la originalidad que al final siempre se abre paso, latencias del pensamiento crítico, el triunfo de la filosofía, el amigo en el que piensas y te llama por teléfono… Los Ramones no tienen nada que ver con ese miserable de Marky Ramone, que se limitó a plagiar la forma inimitable de tocar de Tommy y a amasar pasta. Marky, jodido hijo de puta, ojalá se te hunda el escenario, ojalá te revienten los ojos. Los fans ramonianos nos encargaremos de lanzarte tomates y mierda mientras caes al foso y te rompes los huesos. Marky Ramone, jodido mercader de miserias, puto batería de saldo, chapero del punk, neofascista ramoniano. Te vi cuando tocaste en Coruña hace unos años con aquel grupo de acompañamiento barato. Sentí asco e incluso lástima, Marky Ramone de los huevos, vete a tomar por culo. Y no vuelvas. Ni siquiera te puedes comparar con otros ramones que vinieron después de la banda original como C.J., que insufló tal vitalidad a la banda que la hizo renacer de sus cenizas. Siempre recordaremos a C.J. cantando The crusher y no tu puta cara de chimpancé. C.J. rubricó grandes discos en solitario tras su brillante paso por la banda, en un acojonante ejercicio de honestidad e integridad, palabras que a ti te sonarán a chino. Incluso Richie, el estridente y genial batera de los coros bestiales de Wart Hog, tiene cien veces más talento y cojones que tú. Joder, no sabes cómo me gustaría partirte la cara. No eres rival para mí. Tendrías que vértelas con noventa y ocho kilos de gallego maestramente repartidos en uno con sesenta y ocho metros de altura. Te haría papilla, joder. Jodido capullo de mierda de Marky Ramone, maricona del charles. Gentuza como tú es la que sobra en este mundo. Haznos un favor y retírate a tu mansión con tus barbitúricos y tu puta mierda. Y no vuelvas.



ramones2Little Richard, sin embargo, está vivo. Sostuve a mi hijo recién nacido en cuanto me lo entregó la matrona. Martín. Llorabas y yo te sujetaba y no sabía qué hacer. Ni me imaginaba que te ibas a transformar en el niño-jaguar que eres. Me encargué de que la primera canción que escuchases en cuanto naciste fuese Send me some lovin´, la mejor canción del mundo. Me encargué de que la sintieras en tu corazón. La bailé para ti, la bailo para siempre que puedo. Y Lucille y Tutti Frutti. Son las mejores canciones que pueden existir. Y también bailamos temas de Elvis, Cramps y, cómo no, de James Brown. Y también te pongo a Chuck Berry y a los Black Crowes y ya casi te sabes Judas el miserable de La Frontera. Y no sé si tendré que seguir toda la vida de camarero y si podré pagar la hipoteca todos los meses. Solo me queda el consuelo de que mis amigos funcionarios y ricos saben que soy el único poeta vivo en mil kilómetros a la redonda y eso me da unas extrañas fuerzas para seguir adelante
día
a
día
con esta puta mierda. Porque la gente que me quiere sabe que hay un lobo en mi pecho que quiere salir. Y mientras veo cómo las pijas de Oleiros presentan sus libros de poesía para malfolladas quiero creer que queda esperanza. Tengo fe, Señor, apiádate de mi. Perdona mis pecados. Soy un hombre fuerte y no temo a nada.



ramones3Todos los días leo la prensa buscando la muerte de Little Richard. Saboreo cada día que comparto contemporaneidad con ese negro, con ese genio absoluto. Deseo su muerte para sentirme importante y la rechazo para sentirme insignificante. Lleve tres y pague dos.

Te sostuve en mis brazos, hijo mío. Estabas ensangrentado y acababas de salir de tu madre y yo no sabía qué hacer. No quise llorar allí delante de la matrona y de todas aquellas enfermeras así que te sostuve en mis brazos y te miré mientras llorabas. Ahora yo también lloro como un subnormal mientras escribo estas líneas que espero leas algún día. Trabajo setenta horas semanales por mil ciento sesenta y tres euros al mes, si eso no es un crimen que venga alguien a contármelo.


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Yo también entiendo a Hitler

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Y entonces sentí ese negror con forma que podía tocar con la mente. ¿Qué había antes del tiempo? ¿Antes de la nada? Y entonces me dolía la cabeza, sentía un calambre que venía desde el cerebelo y podía PERCIBIR aquella forma oscilante cuadrangular y perfectamente redonda, densa hasta más no poder. O a lo mejor solo era una polución nocturna. O no.

No podía avanzar en mi novela inmortal porque tenía que trabajar a veces hasta doce horas seguidas. Camarero. Escoria. Álex me dice que tengo mal configurado el ordenador y que tengo que instalar las actualizaciones,hitler2 me lo cuenta desde Nueva York y aquí son las cuatro de la mañana y le digo que mejor me voy a acostar ya. Entonces al día siguiente no tengo fuerzas para llevar a Martín al colegio y me siento tan mal que duermo hasta las doce. Y me levanto y tomo un café con mis padres y mi hermano. Pero María me llama contándome que se ha llevado el coche y tengo que coger el autobús. Parece enfadada. Pero la tarjeta no tiene saldo, así que tengo que esperar media hora la cola en el banco para cargarla. Y me olvido de escuchar los audios del grupo de guasap de los que escriben. El Dépor baja a Segunda. Y casi llego tarde a trabajar y no veo la hora de que llegue mi día libre para descansar. Y mi vida va transcurriendo mientras soy incapaz de hacer nada útil con ella.

Son más de las tres de la mañana. Voy a entrar en la ducha. Me cuentas que mañana es el cumpleaños de tu padre, que lleva muerto un año.

Drogas blandas. Drogas duras. Drogas intermedias.

No sois Dios. Ni siquiera sois vuestros dioses. Pero creéis que sí. Creéis que por mataros en los gimnasios y que por hacer esas dietas absurdas podéis elegir aplazar vuestras muertes. Nada os librará del cáncer ni del dolor ni de la desesperación ni del olvido ni de la nada. Nada. Solo muerte
blanca
líquida
hermosa.

Llamadas de esos mejores amigos que nunca llaman.

hitler3En Alcohólicos Anónimos de Coruña tienen una pequeña biblioteca con libros cojonudos que supongo ya nadie se llevará a su casa. También hay una máquina de café y una televisión encendida en un canal de noticias. Y hay trofeos en las vitrinas del equipo de fútbol de Alcohólicos Anónimos de Coruña. Supongo que cuando ganen el partido no se irán por ahí de cañas.

Fernando me pedía zumo natural de naranja recién exprimido. “Porque sino pierde sus propiedades”, decía siempre. Tenía setenta y cuatro años. Podía hacer veinte flexiones y llevaba una dieta tan estricta que te preguntabas si le valdría la pena. No fumaba. Se tomaba algún albariño o algún chupito muy de vez en cuando. Murió casi de repente, en poco más de una semana. Te quedabas acojonado cuando veías a aquel viejo bailando al son de la música dando brincos como un veinteañero. Había recorrido toda España viviendo un poco del cuento. Tenía una especie de puesto diplomático como profesor de nosequé. Había acompañado al expresidente Zapatero en varios viajes. El cáncer se lo comió en unos días, al muy gilipollas.

Los hermanos Panero autodestruyéndose en la tele para regocijo de todos esos esnobs que jamás han podido escribir ni un verso. Muerte y soledad. Los poetas siempre fracasan. Y nada más. Olvido. Ovidio.

hitler4El contertulio habla de “las mujeres” y no sé si realmente pretende referirse a todas ellas. Además de una chorrada es de una pretenciosidad increíble que solo demuestra que efectivamente es tan tonto como parece. Se erige en su defensor. No sé de qué. Dice que todos tenemos que ser feministas. No sé a qué cojones se referirá. No sé si también quiere representar a esa madre que tiró a su hijo recién nacido a un contenedor de basura. Ni a esa otra que asesinó a todos aquellos viejos a los que cuidaba. No sé si también se refiere a esas hijas de puta cuando habla de “las mujeres”.

Máquinas que cada vez son más inteligentes. Personas que cada vez son más imbéciles.

Mi abuelo tiene noventaiún años. Dejó de fumar hace unos veinte. Se ha bebido varias cosechas enteras. Los cubatas se los tomaba ya mezclados en una botella de dos litros de Cocacola. Mi abuela se los dejaba preparados en la nevera. Él no podía beber alcohol. Mi abuela lo justificaba diciendo que eso no le podía hacer daño porque "solo son cubalibres, non lle fan mal". La recuerdo con su gorro de flores sonriendo en la huerta. Siempre sonriendo. Nos daba café a mi hermano y a mí en cuanto mis padres nos dejaban a su cuidado. Café solo con achicoria. No he vuelto a probar un café tan bueno.

Cuando tenía dieciséis años pensaba que renovaría la literatura por completo. Ahora, con 39, sigo pensando lo mismo.

La gente está indignada porque el juez solo sentenció a nueve años de cárcel a los retrasados esos de La Manada. Consideró que había abuso sexual y no violación. ¿Cuál es la diferencia? Nadie lo sabe. ¿Qué más da? ¿A quién coño le importa? No os importan mucho las adolescentes que se prostituyen del piso de al lado. Ni las niñas rumanas sin futuro. Ni los derechos laborales de los currantes del bar de abajo. Tampoco parece que os importen mucho los niños esclavos de China y Pakistán que cosen vuestros tenis y fabrican vuestras pleiesteixon. Os importan una mierda. Oposiciones amañadas, el calzoncillo manchado de mierda, funcionarios nombrados a dedo, palabras en español que significan lo mismo que esas que usáis en inglés, sobres con dinero, viajes de novios a París, volquetes de putas, talleres de escritura, tiros por la espalda, el último disco de Vetusta Morla, el presidente del Gobierno al mando de una red mafiosa, montañas de farlopa. Y el premio Planeta.



hitler5Meteos vuestros viajes a la India y vuestras fotos con los niñitos negros por el culo. Meteos todas esas experiencias que habéis aprendido de otras culturas en el puto culo. Meteos vuestro budismo, la Semana Santa y el Ramadán por el culo. La rata enferma supura festivales de Eurovisión y galas de OT. La mosca en el cristal. Frotándose las patas. Interponiéndose entre mi y la realidad. La mosca. La mosca de mi consciencia. Frotándose las manos. Me froto en tus tetas. Mi polla en tus tetas. Paja cubana.

Os importa mucho que salven a esos negros que mueren ahogados en el Mediterráneo. Negros de mierda. Os importa mucho que nos quedemos sin más vendedores callejeros de cedés. Vendedores negros. Os importa mucho que perdamos peones o camareros negros, en el mejor de los casos. Negros. Con sus ropas de colores y sus ojos y dientes blanquísimos. Puta mierda.

Cuerpos blancos bajo nuestros pies. Blandos. Que se van deshaciendo hasta ser tierra. Hasta ser nada. No importan ni todo el dinero ni todo el perfume contra la podredumbre. El fin.

“Voy a llamar a todos los mosquitos de la selva para que te chupen la sangre y a todas las abejas para que te piquen en el culo”. Me dice mi hijo con los ojos llorosos. “Y además ya no te voy a querer más”. Da en el clavo con mi punto débil. Me traspasa con sus mirada marrón
Tan
Viva
Tan
Llena
De
Futuro.

Todos esos subnomales en el Museo del Prado.

hitler6La agricultura ecológica triunfa porque se basa en lo que todo lo demás: en el egoísmo. Creéis que sois mejores porque podéis pagar esas frutas carísimas que presuntamente son fenomenales porque harán que vuestros cánceres lleguen mucho más tarde. Os creéis estupendos porque los demás no pueden permitirse gastarse ese dineral en verduras no tratadas con pesticidas, que son sanísimas para vuestros cuerpos blanditos, tatuados e insulsos, cuerpos idénticos entre sí, sin personalidad, como vuestras mentes. Jodidos payasos. Yo también entiendo a Hitler. No hace falta ser muy listo. No hace falta ser Lars Von Trier o como cojones se escriba. Creéis que vuestros organismos serán más saludables que los de esos peruanos que hacen cola en el Macdonals. Os creéis más guapos que esos senegaleses que venden cedés. Os creéis muy ecologistas y muy guais y montáis grupos con nombres incomprensibles y cantáis vuestra mierda en inglés rasgando la voz y en el fondo vosotros también sabéis que
solo
sois
puta
mierda.


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Las putitas de Operación Triunfo

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Recuerdo, hace unos cuantos años, que paseábamos por el mercadillo y mi padre vio a aquel profesor. Un falangista que había maltratado a todas esas generaciones de niños. Nos contó cómo disfrutaba torturándolos aquella sabandija. Nos lo contó mientras se aproximaba hacia él con intenciones poco amistosas. Colegios franquistas y sádicos reprimidos adoctrinando a las masas. Sólo quería preguntarle si lo recordaba y decirle que era un hijo de la gran puta. Vi sus ojos de niño-hombre heridos. Sus ojos de ese azul intenso de fondo de mar en verano. Nos lo contó con amargura y quitándose un peso de encima a la vez. Y sobre todo con toda esa ira. Le temblaba la voz de la mala ostia. Hombre-niño asustado. Niño-padre rabioso. Niño-hombre malherido. Tuvimos que emplearnos a fondo entre mi madre, mi hermano y yo para que no fuera a darle dos hostias. Padre-hombre encolerizado. Montamos una pequeña escenita aquel sábado por la tarde cuando, en lo más hondo de mi corazón, deseaba que después de preguntarle si lo recordaba le partiese también la cara.

Asesinos que ganan guerras y se llaman héroes.



María no hizo la huelga del ocho de marzo porque no puede perder su empleo. Trabaja doce horas diarias de camarera y tiene que pagar las facturas. Un abismo se abre entre su cruda realidad y esa hermosa prosa de folletín romántico de los comentaristas de La Sexta. El jefe ya ha advertido al personal femenino que quien quiera hacer huelga puede cogerse también las vacaciones después. Pero indefinidas.

Soy el único poeta vivo. Por lo menos en esta cafetería en la que pongo cafés y cara de que me interesan vuestras mierdas.

putitas2El pobre niño ese de Níjar lleva diez días perdido y sus padres salen por la tele en una concentración pidiendo que vuelva. Están en todos los canales. La presentadora de La Primera incluso se toma la licencia de romper a llorar mientras entrevista a esa madre destrozada con la mirada perdida. La presentadora de la Primera tendrá una bonita historia que contar durante la próxima cena que organice en su chalé de Valdebebas. Pero los padres del niño se quedarán solos cuando todo pase. Cuando ya ninguna cámara de televisión esté ahí. Cuando el niño desaparecido deje de ser noticia la presentadora pija de La Primera podrá seguir sintiéndose genial consigo misma por saber exteriorizar de forma tan fenomenal sus bellos sentimientos de compasión. Podrá seguir contándoselo a su carísimo psicoanalista argentino mientras los padres de Gabriel se hunden cada día un poco más en la desesperanza.

“Papá, soy un animal depredador, tengo garras y ataco a los niños malos que me quieren hacer pupas de sangre y no me dejan jugar”.

Acaban de descubrir que hay corrupción en las universidades españolas. Hay chocolate con churros. Hay niños que fuman chinos. Hay café para llevar. Hay yonkis en el piso de arriba. Hay putas a la vuelta de la esquina. Y al final del periódico. Sólo tienes que llamar por teléfono y gustosamente te atenderán. Hay cocaína a buen precio en ese bar de Coruña que tú y yo sabemos, donde te llevé un par de veces cuando estabas bastante disperso y acelerado. Entramos por la mañana haciendo una especie de santo y seña. Yo tenía poco más de treinta años. Tú no habías parado de tomar cervezas desde las nueve de la mañana de aquel día siguiente que nos llevó a un día menos de juventud, un día más hacia la tumba. Y entramos en aquella cervecería a las diez y, rodeados de ancianos, pedimos dos cubalibres haciendo una ostentación obscena de nuestra juventud. Yo estaba tremendamente delgado y era bastante guapo, aunque tú siempre fuiste bastante más guapo que yo. Y mucho más delgado. Hablábamos con aquel par de rubias de Schopenhauer y de Baudelaire y de todos los grandes. Sólo pretendíamos no encontrarnos reflejados en nadie. Inmortales. Estrellas de rock. Tocábamos cada fin de semana en sitios diferentes y las madrugadas eran eternas. Intentábamos prolongar la búsqueda de ese mundo perfecto que sospechábamos que jamás encontraríamos. Tapábamos con ruido atronador las soflamas de la muerte, con rock and roll. Alguna versión de Ramones, Cramps, Little Richard, Chuck Berry, pero siempre el protagonismo para nuestros temas propios y para esa catarsis colectiva que solo unos cuantos elegidos hemos sido capaces de crear. Chamanes del sonido, espíritus del mundo futuro. Podéis encontrarme en los posos de vuestro café, en el último sorbo del cubata, en el último cigarrillo que se acaba de apagar.



Me importa una mierda la democracia.

Habían atropellado un topo en aquella curva cerrada a la entrada del monte. Su cuerpo quedó desparramado por el asfalto, descuartizado en trocitos rojos de forma obscena. Un cuadro expresionista sobre la carretera gris. A nadie le importaba aquel animal muerto, aquella pequeña carroña que iba perdiendo día a día su color. Se transformó rápidamente en una especie de masa negruzca. Los tonos carmesí desaparecían rápidamente. Pero a mí sí me importaba. Así que me bajé del coche y empujé sus restos hacia la cuneta, donde podría pudrirse con un poco más de dignidad. A lo mejor mi acto era un reflejo egoísta y antropocéntrico. A lo mejor debería haber enterrado con honores el cuerpo de aquel pequeño topito. A lo mejor debería haber dejado que simplemente la naturaleza siguiera su curso; las moscas inyectarían sus larvas en su carne pútrida y las pequeñas larvas blancas irían creciendo pizpiretas alimentándose de sus vasos sanguíneos, de sus músculos y demás materia organiza; luego saldrían aquellos gusanos grandes y lozanos de su cuerpo, horadándolo; los escarabajos y los pájaros se llevarían las zonas pequeñas endurecidas y, al final, los huesos acabarían deshaciéndose por el efecto del sol, la humedas, el frío, el calor, el viento y un largo etcétera de factores de erosión. O, a lo mejor, debería haberme comido allí mismo los restos del pobre topo en un acto casi ritual, en señal de veneración hacia ese animal fallecido, para apropiarme con todo respeto de su espíritu libre y ayudarlo en el tránsito hacia la otra orilla. O quizás debería haber interrumpido la circulación y convertir aquella nefasta curva en un centro de peregrinación, en un lugar de poder en el que veganos y animalistas de todo el mundo se concentrarían los últimos viernes de cada mes para hacerse unas mamadas.



La imaginación como coartada.

putitas3Entonces recordé todas aquellas tardes leyendo a Kafka y a Dostoievski y a Bukowski y aquellas otras de escritura automática. Allí, en aquella boda sentado fuera mientras los demás bailaban, pensé de nuevo en mi muerte. Y me pareció que ya me quedaba cada vez menos brillo en los ojos para cambiarlo todo, para joder la marrana al mundo. Fats Domino acababa de morir. Puse Blueberry Hill como no podía ser de otra forma. Prince y Bowie también estaban muertos. Y Chuck Berry también estaba muerto. Hasta Lemmy Kilmister estaba muerto. Solo nos queda Little Richard. Menos mal que todavía podemos poner a los Black Crowes y tirarnos por el suelo. “Ponme rock and roll, papá”, me dice Martín mientras me rasco el culo recién levantado. Entonces suena Lucille y hago que mi barriga se remueva al ritmo del diablo. Satán, aparta de mí ese caliz.

Mira en lo alto de las copas de los eucaliptos. Se esconden monstruos allí. Cada uno aferrado a un árbol. Te observan meciéndose por el viento mientras pasas por debajo con tu coche.

Con 39 años y estaba allí, en aquel local de orientación laboral del ayuntamiento. Con mi licenciatura y mi máster mirando los cuadros de barcos y marinas todos igual de aburridos. Folletos de promoción de FP, ofertas laborales de mierda colgadas en el corcho. Un sueldo de mil euros a jornada completa me parecía algo cojonudo. Hace unos pocos años me parecería una miseria. Menos mal que también nos queda, todavía, Jerry Lee Lewis. Que Dios salve a Jerry Lee y se lleve por delante a todos esos hipsters que dirán lo mucho que les gustaba Jerry Lee en cuanto muera. No saben una puta mierda de nada. Las bibliotecas vacías. Los bares llenos. Las mentes vacías. Malditos hijos de puta.

Como navajas a la plancha y se me resbala su baba por la comisura. Escucho a Jack White. Buena mierda como Jerry Lee, como los grandes. Amor en Cristo.

Cada día me escandaliza todo menos. Hace muchos años que no me sorprende nada. A lo mejor es que me he hecho viejo demasiado rápido. Necesitamos terrorismo. Terrorismo pero del de verdad, no a esos chavales que hacen raps sobre el rey. Necesitamos baños de sangre. El Renacimiento fue un fraude, que nos devuelvan todos esos siglos perdidos. El trap significa que todo ha sido en vano.



Tu mano en mi polla, el sabor a mar abierto de tu coño.

Me gustan esas putitas de OT. Quinceañeras transformadas en zorrones. En la Academia les enseñan a contonearse de puta madre, a las muy guarras. Las putitas de Operación Triunfo. Van pidiendo guerra. Quieren tema. Quieren rabo. Mis amigos son consultores en empresas internacionales, aprueban oposiciones, algunos hasta salen en la tele, tienen cargos importantísimos y a mi solo me importa poder llegar a fin de mes sin tener que pedirle dinero a mis padres. Quiero seguir siendo un gordo, no quiero adelgazar. No me sale de los cojones. Podrás morir más tarde que yo pero morirás de todas formas sin haber disfrutado ni la cuarta parte que yo.

putitas4El vendedor de rosas rumano manda a sus hijos al mismo colegio que va el mío. Tiene un coche mucho mejor que el mío y parece mucho más feliz que yo. Maldito hijo de puta.

María Montaña me mandó un mensaje en el que me contaba que le estaban preparando un homenaje a Don Enrique, el profesor de matemáticas que me había dado clase en EGB en el Santa Baia de Boiro. Le dije que no contaran conmigo ni de coña y que podían decírselo de mi parte al propio Don Enrique. Lo mejor de todo fue que tuvieron que suspender el homenaje porque nadie quiso participar. Ningún exalumno quiso saber nada de aquel psicópata hijo de puta. Solucionaba las cosas a bofetones. Nos tenía aterrorizados, aquel cabrón gordo con gafas y barba gris. Maldito hijo de perra. A lo mejor ya se ha muerto. Ojalá. Sacaba a la cachonda de la clase, Alicia, al encerado, siempre que llevaba minifalda. Era asqueroso ver cómo se relamía desnudándola con la mirada, el muy cerdo. Había conseguido implantar un régimen de terror y, cuando nos explicaban el nazismo, yo pensaba en sus clases. Íbamos acojonados al colegio. Seguro que hay excelentes profesores que saben inculcar el amor por las matemáticas a sus alumnos. Este payaso hacía todo lo contrario. Era tan inútil que media clase iba a clases particulares de matemáticas. Se entrometía en nuestros partidos de fútbol como árbitro, pitaba falta cuando alguno de nosotros gritaba un “pásala” o un “mía”. El muy gilipollas. Me gustaría que leyera estas líneas y que supiese que lo recordamos como la basura humana que es. Si es que sigue vivo.

Asesinos que pierden guerras y se llaman genocidas.


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