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Siria: caza abatido al borde de un agujero negro estratégico-económico

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A ver si me entero: un funcionario de la OTAN declara que el caza ruso derribado por la aviación a las órdenes del presidente Recep Tayyip Erdogan ha sobrevolado probablemente el espacio aéreo turco sobre la región de Hatay durante unos 17 segundos antes de que lo echaran abajo. El avión se estrelló a continuación en los montes turcomanos, ya en territorio sirio. Vladímir Putin lo niega. Responde que el Sukhoi Su-24 estuvo siempre sobrevolando Siria y que, por lo tanto, no entró nunca en Turquía. Y que ello acarreará 'trágicas consecuencias'. Algún que otro técnico aventura la hipótesis de que se haya producido un funcionamiento impreciso entre los sistemas satelitares Gps, utilizado por Turquía, y Glonass, adoptado por los rusos, el cual resulta menos preciso por disponer de menos satélites a su servicio. Puede que la verdad no la posean ni los unos ni los otros sino que resida precisamente en el punto en el que confluyen toda una serie de intereses estratégicos y económicos en abierto conflicto.

siriarPor un lado, tenemos, pues, a Rusia que, con Irán, sigue con su estrategia de apuntalar al líder sirio Bashar al-Assad en el intento de enfrentarse al caos reinante dentro y fuera de las fronteras de su país. Los rusos se están vengando del derribo del Metrojet 9268 en vuelo de Egipto a San Petersburgo. Están bombardeando a los turcomanos opuestos a Assad en las montañas limítrofes con Turquía, una vez que éstos se han visto empujados hacia el norte. Rusia también golpea a los rebeldes sirios financiados por Washington. Vuela por esos cielos peligrosos arriesgándose, como parece que haya podido suceder recientemente, a enzarzarse en combate con los cazas estadounidenses. Tal y como en una de las peores pesadillas de la Guerra Fría, cuando, en 1952, un avión americano abatió cuatro Mig de la Unión Soviética en espacio aéreo coreano.

siriatPor otro lado está Turquía, que derriba cazas sirios y ahora también a ese caza ruso que se habría extralimitado durante pocos segundos. Una Turquía que quiere echar a Assad a cualquier precio. Que les permite entrar y salir de sus confines a los rebeldes sirios, incluídos los islámicos fundamentalistas violentos (quede claro que hay también fundamentalistas que no matan). Hablamos del mismo país en uno de cuyos estadios, durante el minuto de silencio por las víctimas de París, alguno gritó "¡Allah hu akbar!". La misma Turquía que bombardea allá donde se encuentren los separatistas kurdos, considerados terroristas porque quieren constituir un Estado kurdo reconquistando territorios entre Siria e Irak. La Turquía que le pide ayuda a la OTAN para, entre otras cosas, defender a esos turcomanos que, luego, se encargarían de derribar uno de los helicópteros rusos enviados para intentar rescatar a los pilotos del caza golpeado por los F-16 turcos.

siriaotY, a todo  esto, ¿qué hace Europa? El presidente François Hollande, haciendo gala de un reflejo gaullista, no le ha pedido, en cambio, ayuda a la OTAN tras los atentados de París sino que ha preferido invocar el tratado de Lisboa de la Unión Europea. Quiere el francés disfrutar de su independencia, disponer de un auténtico margen táctico de maniobra. Así que Hollande se ha ido a Moscú donde espera llegar a un acuerdo con Putin, con independencia de lo que piense un presidente Obama que no acaba de estar en buenos términos con Putin tras la anexión de Crimea y porque, además, se ha  mostrado siempre contrario al apoyo dispensado por los  rusos a Assad.

Recapitulemos. Tenemos, por un lado, a Putin apoyando a Assad  en la  tarea de  aplastar a los rebeldes que no tienen porqué ser siempre fundamentalistas islámicos violentos y entre los que se pueden, por ejemplo, encontrar los turcomanos defendidos por Erdogan. Y, por otro lado, está  Washington  y ahora  también Francia que se quieren cargar a Assad y combatir al Daesh apoyando a  los rebeldes. Entre otras cosas porque, tanto Estados Unidos como Francia, están convencidos de que Assad es una especie de aliado secreto del Daesh, es decir, de Isis o, lo que es lo mismo, el Isil, el Estado Islámico, vamos. Para que nos entendamos, los asesinos rebanacuellos y los fanáticos suicidas del Califato. Bombas y más bombas sobre  toda esta gente con lo que ello conlleva de mareas de refugiados en fuga.

Y, si este caos no fuera bastante, basta recordar las luchas  sectarias entre chiíes y suníes, entre árabes e iraníes, entre seguidores de Hezbollah financiados por Irán y milicias sostenidas por los Países del Golfo, sin olvidar el frente en el que compiten los yihadistas de Al Nusra de Al Qaeda con el propio Daesh. Tal y como se lo cuento a Vds. y  para acabar de siriairenredarlo todo.  La verdad es que no sé si se puede añadir más confusión en el  tablero. Rusia pro-Assad por un lado; EE.UU. y Turquía pro-rebeldes por el otro; Francia  que pasa de la OTAN e intenta firmar un acuerdo en el que esté incluída Rusia, por el de más allá. Esto podría acabar bien. Pero también mal; muy pero que muy mal.

Pero veamos si podemos sacar algo en claro de las reacciones cuantificables que se desprenden del derribo del caza ruso: el precio del petróleo ha sudibo, las acciones y la moneda turca se han precipitado. Aspavientos diplomáticos, amenazas por parte de turcos y rusos, llamamientos a la calma del lado de EE.UU. y la OTAN. Acusaciones de Putin a Turquía: "Se trata de una puñalada por la espalda de los cómplices del terrorismo". Anuncios de que se reducirá el turismo ruso y que menguarán las relaciones comerciales entre Rusia y Turquía.

A propósito, tampoco se puede excluir que, bajo el incidente del caza derribado, subyazga el asunto del fallido acuerdo sobre el gasoducto Turkish Stream que, desde Rusia y evitando Ucrania, debería llegar a Europa a través del Mar Negro, Turquía y Grecia. Erdogan ya lo dijo el pasado mes de junio: "El  descuento del 10,25% que nos ofrece Gazprom nos parece insuficiente. Tiene que ser del 15%."

siria2El conflicto sirio se asemeja en estos momentos a  un agujero negro capaz de tragarse todos los demás  conflictos y vomitar incendiarias chispas de guerra. Mientras que la capital europea, Bruselas, está paralizada por una caza al terrorista, cuando los muertos de París, de Beirut y del avión de turistas con más de 200 rusos a bordo deberían haber limado asperezas entre Europa, Estados Unidos y Rusia, nos encontramos que, en lo que se refiere a la guerra más importante del momento, cada uno arrima el ascua  a su sardina. Como si no viviésemos en un 2015 globalizado, como si no hubiese un enemigo común que  ahora nos quiere arrastrar a todos a un tipo de guerra más difusa pero, sin duda,  más amplia y todavía  más compleja.

A menos que todo se resuelva a través de un bonito descuento por parte de Gazprom o, por fin, con algún satisfactorio do ut des [ndt: intercambio de favores] que ponga a todo el mundo de acuerdo en torno au un constructivo aunque improbable compromiso.

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Santa máquina

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Ayer hice un experimento inspirado en una fiesta religiosa india. Como cada año por estas fechas, al sur de la India, muchas fábricas, laboratorios y talleres permanecen todo el día cerrados. Menos tráfico por las calles. Más silencio que de costumbre.

Era el Ayudha Puja, la Fiesta de la Máquina; el día en el que se rinde homenaje con verdaderas ceremonias religiosas a automóviles, ordenadores, maquinaria e instrumentos mecánicos de trabajo. La moto o el coche, la cosechadora o el torno son cuidadosamente lavados y decorados con una guirnalda de flores. Se les ofrece cocos, granadas, bananas, garrapiñada de arroz y dulces. Se los rocía con pasta de sándalo, cúrcuma y kumkum. Se prende alcanfor para encender un fuego sagrado, se da vueltas al coche con una bandeja en la mano, se quema tres inciensos y los vehículos aplastan dos limas verdes colocadas bajo las ruedas. A continuación, se deja a la maquinaria descansar durante todo el día. Me habría gustado añadir una fotografía de la variopinta ceremonia a la que he asistido pero no he podido. No llevaba el móvil encima. Y ello también a causa de mi experimento.

maquina7Más que de un rito animista o pagano como se decía antes, se trata de un rito panteísta pues se homenajea "la fuerza divina que obra en los instrumentos" y que lo habita todo. Incluido un automóvil. Al principio, se trataba de un rito para bendecir armas pero, ahora que las armas son los instrumentos de trabajo, los  ordenadores y las máquinas de escribir son también motivo de adoración y, por tanto, de bendición en el modo en que he referido. Existe también una fiesta del mismo tipo en honor de los animales, ya sean de trabajo o de compañía. Se trata del Pongal. Ayer, sin embargo, les tocó a las máquinas.

Recuerdo que, para un libro sobre tecnología y espiritualidad, entrevisté a un gurú de la medicina ayurvédica. Le pregunté sobre la posibilidad de que las máquinas estuvieran habitadas por un alma. "Si el espíritu está por todas partes, lo está también en las máquinas", respondió. Un maestro de meditación hindú me explicó que se puede utilizar cualquier cosa para la indagación espiritual. Había un iluminado que hacía que se alcanzase el nirvana tirándoles heces a los transeúntes. "Si se puede usar la mierda, ¿por qué no un coche?"

maquina8Pensé en el Shabbat judío. En el descanso semanal y en la relación de dependencia que tengo con mis instrumentos de trabajo. Así que, la víspera, decidí hacerles yo también un regalo a mis máquinas y metí el teléfono, el lector digital y el ordenador portátil en un cajón del despacho, prometiendo no volver a sacarlos de ahí hasta el ocaso del día del Ayudha Puja.

No soy un luddista. Este verano acabé bastante deprisa el último Call of Duty para PS4 y he empezado a jugar con el Assassins Creed. Me las apaño (bastante mal) con Minecraft, estoy presente en Facebook, Twitter, Instagram, LinkedIn, Pinterest, Tumblr y quizás otras redes que he olvidado como el difunto FriendFeed. Soy un vintage gamer que conoció el Pac-Man, los Asteroids y los Space Invaders, pasando por DOS, Fortran, Cobol y alguna que otra start-up o re-start-up. Sin embargo, sentí la necesidad de ver qué pasaría con mi cerebro mientras que dormían en el cajón esos tres vástagos.

maquina2Lo conseguiré, me dije. ¿A qué efectos colaterales me enfrentaré? Siendo un día festivo, no tenía que volver al trabajo en la Universidad y me quedaban por delante 12 horas libres.

¿Y qué fue lo que pasó?

Pues pasó que conseguí merendarme de cabo a rabo un libro que quería estudiar desde hacía más de un año. Y, mire Vd. por donde, era un libro que habla de lectura. Se trata, para más señas, de un largo comentario al primer libro sobre el arte de la lectura, el Didascalion de Hugo de San Víctor escrito en 1128 desde la Rive Gauche del Sena en París, en un monasterio agustino. El título de esta obra, que me regaló mi mejor amigo, es En la viña del texto de Ivan Illich, publicado en Italia hace veinte años.

"El libro ya no es la metáfora-raíz de nuestra era; ha sido substituido por la pantalla", decía ya Illich por aquel entonces hablando del final del texto libresco, entendido como un texto cuyo papel es el de acrecentar la inteligencia de quien lo lee; un libro que, gracias a la fuerza de voluntad del lector que lo estudia, puede proporcionar algo de sabiduría y quién sabe si también la iluminación.

El ars legendi comienza con el conocido adagio que dice que de todas las cosas que vale la pena perseguir, la primera es precisamente ésta, la sabiduría. Y ¿para qué sirve la sabiduría? "La sabiduría ilumina al hombre en modo tal que éste se pueda reconocer".

maquina4Ya, pero "muchos estudian y pocos son los sabios". Hugo de San Víctor enseña a sus monjes y a los laicos que viven allende los muros del claustro cómo hay que leer. Y ello no sólo para poder copiar los textos sagrados como buenos amanuenses sino también para aprender algo de ellos. El autor diseña, pues, unas cazas al tesoro mnemotécnicas en los edificios imaginarios levantados en las mentes de sus estudiantes para que éstos aprendan algo más y porque el camino del conocimiento, según el místico agustino, conduce a Cristo, lo que para aquél es el equivalente de la sabiduría.

Lo  que puede aportar la lectura, la lectura profunda e ininterrumpida por el ruido de la distracción de la Red es precisamente la comprensión. “Cada persona, cada lugar, cada cosa en el cosmos espacio-temporal debe ser, ante todo, literalmente comprendida para que se pueda revelar como tal y como algo más: el signo de lo que acontecerá y algo así como la conquista de otra cosa que, por analogía, apuntaba hacia el propio advenimiento.”

Interrumpo esta lectura profunda para hacer inventario de lo que me está pasando hoy, día en el que he decidido darles un descanso a mis máquinas. Aparte de mi habitual rutina matutina, me he pasado todo el día leyendo casi ininterrumpidamente. He vuelto a encontrar esa capacidad de concentración que temía haber perdido y juzgaba difícilmente reconquistable. La misma capacidad que mis alumnos, jóvenes indios de 22 a 33 años, lamentan no ser capaces de recuperar.

Leo un libro sobre el modo de leer libros. Estaba ahí en la estantería desde hace mucho tiempo. Y me doy cuenta de que, cuando miro por la ventana, ya percibo mejor los colores, con más calma y más tiempo; escucho los sonidos y aprecio mejor los olores. La concentración recuperada redunda no sólo en la mente sino también en los sentidos. ¿O quizá sean, precisamente, los resucitados sentidos quienes agudicen la percepción mental?

¿Se trata acaso de un ritmo más humano? Pertenezco a una generación gozne entre la hippie y la yuppie, entre la de la Guerra Fría y la de las Guerras Religiosas, entre la que asistió al final de la lectura y la que contempla el boom de las redes sociales. No es que sea un ritmo más humano, es tan sólo el ritmo más parecido a aquél en el que se formó mi cerebro pre-Internet, el de mi época infantil y adolescente.

Hablamos, pues, de otium, concepto elevado a los altares por Hugo de San Víctor, gran enemigo del negotium o negocio que, como reza su étimo, no es sino la “negación del ocio” entendido como dedicación al estudio y a la lectura en aras de una indagación espiritual antes incluso que de un camino de perfección humanístico-científico.
Se trata, en fin, de “la lectura meditativa que le da paz al alma”, como se diría hace casi mil años.

maquina5Es por todo ello por lo que “perder tiempo en Internet” no debería asociarse automáticamente con el ocio útil de los romanos o el de los monjes de los monasterios medievales. No se trata de ese ocio generador de descubrimientos como el de la lectura mental y no el de la que se hacía siempre en voz alta. Es, pues, un fenómeno de transformación que acontece gracias precisamente a Hugo de San Víctor y del que el propio San Agustín había ya dado cuenta al contemplar a San Ambrosio en plena y misteriosa lectura silenciosa.

Cuando el otium de los internautas se convierte en búsqueda o en concentrada lectura de textos largos, cuando consiste en pasar de un descubrimiento a otro en un estado de quasi transportación epifánica, es entonces cuando uno entiende hasta qué punto este instrumento pueda estar al servicio del conocimiento humano. Cuando, en cambio, nuestro tiempo se ve desmenuzado por expectativas de recibir sacudidas de placer por parte de una vacía y estéril novedad que no contiene noticia verdadera alguna envuelta en los ropajes de un e-mail, de una actualización, un tweet, un post, una foto, un gif…, cuando esto ocurre, estamos perdiendo de alguna manera el sentido de la búsqueda de significado que la lectura profunda restituye. Y todo a cambio de breves calambrazos de placer que atomizan la comprensión de los textos.

Para Hugo, “la lectura es una actividad más moral que técnica y está al servicio de la realización personal.” “El lector meditativo descubre en el espacio de su propio corazón qué cosa o qué acontecimiento se refieren por analogía a otro.”  Aprende el lector así a discernir y a relacionar. Contribuye al desarrollo de su inteligencia. Y acaba que gracias a este studio legendi, la narratio se vuelve cogitatio en aquel medievo monacal.

Ahora que, como observaba Illich hace ya veinte años, nos encontramos en plena “disolución de la técnica alfabética en las miasmas de la comunicación”, ¿qué nos espera? Respuesta: “una apisonadora se esconde tras cada ordenador con la promesa de abrirnos autopistas de datos.” ¿Y qué queda del libro? Respuesta: “se está convirtiendo en poco más que una metáfora que nos conduce hacia la información.” Que no es conocimiento.

maquina9Hay esperanza en la medida en que la lectura es una encarnación de sentido y no, como se cree, una abstracción pues “la lectura es el acto corporal, somático, de un nacimiento  que da cuenta del sentido generado por todo aquello que el peregrino encuentra a través de una página.” Estará pasado de moda, podrá ser considerado como la reliquia de una forma mentis que se desvanece y puede que la Nueva Inteligencia del pensamiento fragmentario abolirá estas lucubraciones (¡”componer a la luz de una pequeña vela”!) pero, por el momento, todavía es así.

Ha llegado el crepúsculo. No el de la lectura sino el de este día dedicado a la Fiesta de la Máquina. Lo he conseguido. Vuelvo a abrir con parsimonia el cajón. Enciendo mis electrodomésticos, me conecto a Internet. Ahí están los deberes de los estudiantes, ningún mensaje urgente, ningún insulto que no pueda apañar por parte de los habituales trolls; nada, en fin, que no pueda esperar hasta mañana. O pasado mañana.

He decidido establecer una Fiesta de la Máquina semanal en vez de anual. Un Shabbat al servicio de la lectura profunda. Aunque se trate de leer un libro desde una tableta sin conexión a la Red.

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Carlo

¿Cómo te ganas la vida?
Pensando y escribiendo.

¿Qué haces al cabo de un día cualquiera?
Me levanto temprano, hago meditación, yoga; desayuno, escribo hasta el almuerzo, descanso y me dedico a  pensar. Luego, leo, me tomo un té, me doy un paseo de una hora, edito y-o escribo, medito, ceno, veo una película o una serie de televisión, leo y me voy a dormir. Todo ello interrumpido por algún post en Facebook, Twitter, Linkedin o Google+ cuando corresponde.

¿Cuáles son las cosas que te apasionan? ¿Cuáles son tus intereses?
Leer, escribir, viajar intentando comprender la naturaleza y la transformación de la presunta realidad. También me encanta darme un buen paseo con un amigo.

¿Qué es lo que te aporta serenidad?
El silencio.

carlo2¿Cuál ha sido el último libro que has escrito?
El último libro que me han publicado se titula Nimodo (Feltrinelli). Cuenta la historia de un joven periodista de Trieste que persigue por toda Iberoamérica a una guerrillera chilena de quien se ha enamorado, lo que le permite descubrirse y transformarse a sí mismo.

¿Por qué razón se lo recomendarías a un niño?
Para que comprenda lo útil que resulta dejarse llevar por la curiosidad echándole valor a la vida. Y para recorrer todo un continente sintiendo todo tipo de emociones sin salir de casa.

Si tuvieras una varita mágica, ¿qué harías?
Eliminaría la violencia y le traería al mundo más igualdad, más fraternidad y más libertad. Y, ya puestos, quizás con un poquito más de sabiduría y tolerancia.

¿Qué cambiarías si estuviera en tu mano?
Transformaría Italia de cabo a rabo. Pienso que en nuestro país se sufre más de lo necesario con una pésima relación calidad-precio, como se suele decir hoy día, en nuestro horroroso modo de hablar habitual contaminado por la mercantilización de todas las cosas.

Si fueras un profesor, ¿cómo te plantearías una clase-tipo?
Bueno, la verdad es que también soy profesor ya que imparto Teoría de la Comunicación en un curso de post-grado de una universidad india. Mis clases están programadas con arreglo al siguiente esquema: primero, hago una exposición de la materia a través de diapositivas y debates; a continuación, propongo que los estudiantes intercambien impresiones y reflexionen al respecto. Esta fase de diálogo prosigue en un blog en línea donde los alumnos hacen también deberes elaborando análisis de textos relevantes de los que se debate tanto en la plataforma en línea como en el aula. Pienso que las mejores clases están fundadas en una primera fase consistente en la transferencia de conocimiento y una segunda, más importante, en la construcción de la comprensión a través de la participación de los estudiantes.

carlo6¿Qué asignaturas te gustaría enseñar?
Si, además de enseñar la asignatura de marras pudiera elegir otras, me dedicaría, por ejemplo, a dar clase  de escritura creativa, fotografía, periodismo, literatura, italiano, inglés. Si, en cambio, fuera un estudiante (aunque sigo siendo un aprendiz de todo lo que se refiere al conocimiento y me precio de ello), intentaría preguntarme lo antes posible (a partir de la Secundaria e, inevitablemente, en la Enseñanza Superior) cuáles son las cosas que me  gustan y porqué. Pienso, por otra parte, que ni los padres ni la escuela hacen lo suficiente para ayudar a que los chicos se centren en esta cuestión a la altura en que deberían hacerlo. Si lo hicieran y dieran con la respuesta a la pregunta clave que he formulado, todo sería más facil en su percurso académico y también, por supuesto, en su andadura vital. En lo que a mí respecta, tuve la suerte de comprender pronto cuál era mi vocación, cuáles mis gustos y ello sin recibir mucha ayuda externa. Sin embargo creo que es bueno hablar de ello con los mayores y con los amigos puesto que todo esto nos empuja a mirarnos hacia adentro, a identificar lo que nos gusta  y a ayudarnos a elegir hacia dónde queremos encaminar nuestros pasos. Saber lo que queremos nos  ayudará también a elegir nuestras lecturas, nuestras amistades, las películas  y los programas de televisión que veremos. Este camino para conocerse a uno mismo debería empezar de manera sencilla y no tiene porqué implicar siempre y solamente un arduo y complejo análisis filosófico, espiritual o psicológico. Así que esta andadura puede iniciarse, por ejemplo, preguntándose uno cuál es la música que le gusta para, en la medida de lo posible, ser capaz, acto seguido, de verbalizar del modo más detallado y creíble posible las razones que explican precisamente esa preferencia musical. De ahí, se pasa al tipo de lectura que nos gusta. Y, poco a poco, se va transitando hacia preguntas más complejas como nuestro posible papel en el mundo del trabajo, en la sociedad y, en último lugar, en la propia existencia.

¿Qué tiene de malo y qué tiene de bueno para ti la Escuela italiana?
Vaya por delante que he tenido una experiencia limitada con la Escuela italiana puesto que me licencié en el extranjero. Así que creo poder estar en condiciones de decir que lo que le falta a la Escuela italiana es apostar pour un sistema meritocrático y eficiente que creo que, hasta la fecha, nadie ha conseguido instaurar, aduciendo incluso, a veces, las dudas que genera el propio concepto de meritocracia, considerado un modo de discriminación de los más débiles.

carlo4La meritocracia no es la discriminación de los más débiles sino el sistema que premia a los más meritorios mientras sigue apoyando a los que más dificultad encuentran  para desarrollar su inteligencia o cualquier otro tipo de talento.Desgraciadamente, aquéllos que deberían poner en pie un sistema mejor resultan a menudo el producto de su antítesis. Quiero decir con ello que estos responsables se han formado en el seno de una estructura más bien defectuosa -la actual- con lo que no tengo nada claro cómo podríamos escapar de este círculo vicioso. Haría falta un esfuerzo evolutivo pero no creo que se den las condiciones para ello. La verdad es que podría optar por vender humo al respecto pero, lo siento, no me sale de dentro.

Lo que de bueno tiene la Escuela italiana, que yo sepa, es un buen porcentaje de profesores, maestras y docentes de todo tipo que, a pesar de no ser remunerados con arreglo a su esfuerzo y de que padecen el sistema opresivo mencionado, se entregan en cuerpo y alma a la enseñanza logrando a menudo milagros y resultando decisivos para las vidas de sus afortunados alumnos.

Luego, por supuesto, están los aprovechados que consiguen que sus discentes acaben por odiar la escuela, las distintas asignaturas y, al cabo, el conocimiento. La existencia de este tipo de personas es característico de cada categoría profesional pero encuentra un particular y duradero caldo de cultivo en un sistema frágil como el de la Escuela italiana.

¿Te apetecería decirles algo a  los chicos de hoy?
Pues, mira, les diría en primer lugar que son extraordinarios. Por lo poco que he podido observar ya sea a través de mi experiencia como miembro del jurado del Touring como en otros ámbitos cuales las presentaciones de libros, los comentarios en las redes sociales, las veces que he estado con mis sobrinos y demás amigos, teniendo en cuenta el contexto crítico en el que se ven obligados a crecer, he encontrado casi siempre que tienen una capacidad de reaccionar con optimismo, fuerza y pragmatismo que sus hermanos mayores, es decir, los de la generación precedente, no tenían. Así que lo que querría decirles es: ¡felicidades, seguid así!

carlo5No se puede decir que seas un tipo sedentario: a los 16 años te marchaste del Véneto a Pensacola (Florida); luego viviste en Washingto D.C. y en Nueva York. Seguidamente, te estableciste varios años en México, Argentina y España para, tras otras etapas entre las que destacar las de Madrid, Milán, Roma, etc. te has parado, no sólo por amor, en la India. Suponemos que sigues llevando a los Dolomitas en el corazón... Con este bagaje de experiencias, ¿cuál es el mejor viaje (el más interesante, el más feliz, etc.) que has hecho?
Mira por dónde he reflexionado mucho sobre los conceptos de viaje y turismo estos últimos días al haberme encontrado, como viajero, en medio de turistas en Vietnam y Tailandia. Es por esto por lo que podría decir que mi mejor viaje aconteció a lo largo de un río de la Amazonía, durmiendo en una hamaca, en un barco de camino hacia una reserva natural. O podría tratarse también de un paseo por los Andes que di junto a don Gabicho, uno de los últimos párrocos que sobrevivieron a la inquisición contra la Teología de la Liberación. O puede que también... De hecho, hay muchos. Sin embargo, mantengo que el mejor viaje que cualquiera puede hacer ahora mismo, en este momento, es el de dejarlo todo, dejar en casa on en la oficina el teléfono móvil y caminar en una línea lo más recta posible 10 kilómetros, parándose a hablar con todo el que todavía se atreva a hacerlo con un desconocido. El viaje más bonito lo tenemos muy cerca. Resulta arriesgado. Pero por eso precisamente puede ser muy hermoso. O un completo desastre...

Y, por último, ¿qué consejo le darías a alguien a quien le gustaría ser periodista y-o escritor?
Deshazte inmediatamente de la definición que tienes en la cabeza sobre periodista y escritor. Ya es un buen comienzo. Después, invéntate la escritura. Escribe la verdad y camúflala con la invención.

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