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Superstición, dinero y vendettas: así da caza la India a sus brujas

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Las mujeres son linchadas y enterradas vivas como chivos expiatorios de epidemias o enfermedades. A menudo, son asesinadas por sus parientes para sustraerles viviendas o parcelas agrícolas de pocas hectáreas.

Cada dos días es asesinada una mujer en la India con el pretexto de que es una bruja. Según el ministerio del Interior de la India, desde 2001 se cuentan más de 2290 víctimas por brujería. La caza de brujas no es sólo una lacra que el legislador indio afronta con ineficacia sino que, además, es una injusticia que se cobra sobre todo las vidas de mujeres de más de 30 años y, en mayor medida, de entre 40 y 60 años.

Las razones de esta caza son complejas pero vale la pena conocerlas porque apuntan no sólo a la  superstición sino también a la explotación, el subdesarrollo, un deficiente sistema sanitario, el analfabetismo y, por qué no, la usurpación patriarcal, las venganzas de amantes rechazados, los celos entre familiares y los litigios por un puñado de hectáreas, que cambiarán de manos con la excusa de que su propietaria se vale de la magia negra.

supersticion2Quinientas han sido las "brujas" linchadas en el estado de Assam, encajado entre Birmania, Bhután, China y Bangladés, en un Nordeste que se ha especializado en fabricar emigrantes para el resto de la India. En sus remotos pueblos, las mujeres les tienen que pedir permiso a sus maridos para poder hablar y los hijos se ven a veces obligados por hordas enloquecidas a castigar a sus brujas de madres pegándoles en público.

Pero empecemos por el final y tomemos como punto de partida la tremenda y última escena en la que se obliga a confesar a una mujer haciendo que coma excrementos, pegándole o violándola para acabar sepultándola viva, decapitándola o quemándola tal y como le aconteció a Juana de Arco o a cualquiera de las brujas de los autos de fe de la Inquisición. A modo de ejemplo, hace unos meses, en la localidad de Naharbari, a 140 km de Guwahati, tres asesinos les echaron mano a una tía y a su sobrina para tirarlas a un pozo acusándolas de haberlo contaminado con insectos por medio de sortilegios. Luego, las enterraron mientras ellas seguían gritando.

En el pueblo, movida por sus bajos instintos, la rabia y toda una amalgama de emociones, la turbamulta persigue a su víctima y le arroja encima una red de ésas que se utilizan para capturar gorrinos. Después, la pisotea, la emprende a puñetazos con ella y la arrastra por el cabello gritando: "¡Dhaini, bruja!". A veces, la pobre mujer sobrevive, empobrecida y proscrita. Sin embargo, doscientas veces al año, en la India, muere. En medio de una omertà casi total.

supersticion3Guwahati, la capital de Assam, el estado más importante de los siete del Nordeste indio, es conocida como la Ciudad de la Astrología. Aquí se puede visitar el templo de Kamakhya, dedicado a la diosa Kali, donde se puede asistir todavía a sacrificios animales. En uno de los patios del templo, los corderos chillan aterrorizados mientras son arrastrados al cadalso donde esperan turno palomas, cabras, gallinas y búfalos, con los ojos desorbitados de pavor. Rito y sacrificio forman parte de esta interpretación tántrica de la religión hindú. Pero es que a tan sólo 50 minutos de Guwahati se encuentra la Capital de la Magia Negra, Mayong, cuyo nombre está inspirado en el de la diosa Maya, Ilusión o Magia, que confiere a sus devotos esa negra capacidad.

Para entender cómo puede ser posible que exista esta caza de brujas es preciso tener en cuenta que, en la India, a causa de la ausencia de infraestructuras sanitarias, ejercen aún sus prácticas curanderos y chamanes.  Se llaman Ohja y se los considera como a auténticos médicos. Se los consulta para todas esas enfermedades mortales que siegan miles de vidas cada año. Y es que estas tierras regadas por el Brahmaputra no sólo están infestadas de analfabetos sino que sus gentes carecen de toda formación sobre normas higiénicas y perecen, así, de diarrea, malaria cerebral, ictericia, tifus, tuberculosis, encefalitis, meningitis, encefalopatía simple y metabólica.

Así las cosas, ¿qué puede hacer uno cuando enferma? Pues ir a consultar al Ohja, que recitará sus mantras envueltos en sus sahumerios de rigor. Si la cosa no funciona, el curandero busca, a menudo, un chivo expiatorio para, entre otras razones, librarse de la rabia del paciente y sus familiares. El chamán, varón la mayor parte de las veces, identifica y acusa a una bruja, mujer.

supersticion5Para apuntar con precisión las causas de este fenómeno, Monisha Behal, del North East Network, asociación para la defensa de los derechos de la mujer, ha editado un informe titulado Caza de brujas en Assam: dimensión individual, estructural y legal, profundizando en el análisis de 16 casos. De su lectura se deduce que, como los asesinos suelen ser parientes, se entiende que, con la excusa de la superstición y la complicidad de los curanderos, las víctimas propiciatorias sean mujeres propietarias de parcelas o de casitas. Una vez suprimidas, sus bienes pasan a manos de los parientes homicidas o son comprados a la baja por la mafia inmobiliaria. El viejo cui prodest contribuye a entender que se trata de arrebatar bienes a sus legítimas propietarias acusándolas de haber causado plagas o daños en las cosechas, sequías, inundaciones o enfermedades en el ganado. Basta que un pariente sueñe con la mujer que lo maldice o que un curandero identifique en ella la causa de las desgracias de su familia o de su pueblo.

Mal de ojo, maledicciones, sortilegios, sanaciones milagrosas, enfermedades repentinas. Todo acaba igual: en el linchamiento de la culpable. Y todo se ahoga en la ignorancia, en el subdesarrollo y en la codicia azuzada por el desenfrenado deseo de arrebatarles sus bienes a unas pobres mujeres de mediana edad. En eso consiste la caza a las brujas en la India de hoy.

 

Publicado en La Stampa, el 20/02/2017

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