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La montaña que se tragó el plutonio de la CIA

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Las montañas, ya se sabe, custodian secretos y misterios. La cima más alta que se pueda encontrar en el territorio indio encierra el más peligroso que existe. Desde hace medio siglo, Nanda Devi, "la diosa que confiere la beatitud", acoge en su rocoso seno una píldora envenenada, que acabó sepultada entre glaciares por causa de la estupidez humana. Para ser precisos, a causa de la estupidez de la Central Intelligence Agency americana.

cia4Ésta es, pues, la historia de 5 kilogramos de plutonio abandonados a alta cota en los Himalayas durante la que quizá haya sido la más larga, costosa, numerosa y desastrosa expedición jamás organizada. Un asunto feo que se había escondido bajo la alfombra pero que ahora puede despertar el interés del público mundial gracias a los buenos oficios de Scott Rosenfelt, productor hollywoodiano que está recabando 20 millones de dólares para que se constituya en la trama de una película de acción.

Todo empieza en 1964, en plena Guerra Fría, cuando China sorprendre a Estados Unidos al llevar a cabo en Xinjiang su primer test nuclear. Por entonces, la tecnología satelital no permite todavía el espionaje desde el espacio, con lo que los americanos deciden servirse del Himalaya como observatorio de las llanuras chinas. A la CIA se le encarga, pues, la misión de seleccionar un equipo de alpinistas y de espías que trabajen de consuno con una escuadra de oficiales de la Central de Inteligencia india.

cia2La operación "Montaña Azul", conocida también cmo Hat (High Altitude Test), tiene como objetivo algo aparentemente sencillo: instalar una antena-espía de dos metros en la cima de la montaña sagrada Nanda Devi (7816 m) alimentándola con un generador nuclear. El SNAP 19C pesa 17 kg, de los que 5 kg son de estrocio 90 y de plutonio 238 y 239.

Se contrata a 30 porteadores locales de la etnia Bhotia así como a 9 sherpas de Sikkim por su capacidad para escalar glaciares. Conduce la misión el comandante de la Marina Manmohan Singh Kohli, que relatará la aventura en el libro Espías en el Himalaya.

Es en octubre de 1965 cuando comienza la expedición, que concita a famosos alpinistas, científicos nucleares, psiquiatras, expertos en telemetría y oficiales de los servicios de inteligencia. Los porteadores se disputan cargar con el plutonio porque les da calor. El técnico de la CIA les coloca, entonces, un distintivo blanco en el anorak que dice: "Si cambia de color es que las radiaciones están volviéndose peligrosas."

A cota 7000 metros, las cosas se complican. El peso del instrumental supera los límites humanos y el frío resulta aún más inclemente de lo previsto. Misión abortada. Los sherpas y los porteadores colocan a buen recaudo el plutonio del SNAP 19C en una hoquedad rocosa y todo el mundo baja al valle. Volverán a intentarlo en primavera.

cia3En mayo de 1966 la expedición vuelve por sus fueros pero no encuentra ni la hoquedad, ni las cuerdas ni la roca en la que estaba asentado el campamento. Las avalanchas se lo han llevado todo por delante.

El plutonio, y la tecnología secreta de la CIA, acaban sepultados en el glaciar. Se los busca durante tres años: los inviernos, en Delhi, se estudia los mapas; los veranos, se bate la montaña sagrada. Nada.

Los científicos americanos están alarmados: "Si el plutonio acaba en el Ganges, morirán millones de indios." El Rishi Ganga, que nace en la montaña divina es, de hecho, un afluente importante del río sagrado de la India. Al cabo de los años, visto que se sigue sin dar con el plutonio, los científicos americanos cambian de opinión: "quien descomponga el material se acarreará daños a la salud." ¿Qué versión creer?

En 1974 una investigación científica india recomienda al gobierno seguir monitorizando los niveles de radiación en el aire, el agua y el suelo. Los riesgos de accidente son mínimos según algunos científicos que se basan en detalles parciales del documento desclasificado. Hoy, uno de ellos, MgK Menon, admite que "el peligro consiste en que fugas radioactivas presentes en el agua se vuelvan letales pues el plutonio, al entrar en el cuerpo humano, se vuelve altamente tóxico."

cia5Desde 1982 el Santuario del Nanda Devi permanece cerrado a todo el mundo salvo a los militares. Se trata, oficialmente, de proteger, bajo el patrocinio de la Unesco, las 300 especies de plantas raras y las 80 especies de animales exóticos como el leopardo de las nieves, el oso pardo y el ciervo almizclero del Himalaya.

El glaciar de Nanda Devi avanza unos centímetros cada año y, tras el potente terremoto de Nepal, se teme que las sacudidas sísmicas hayan podido provocar la rotura de la coraza del plutonio. "A decir verdad, no se está efectuando monitorización alguna de posibles radiaciones", ha escrito Vinod K. Jose en el marco de una investigación sobre el misterio de Nanda Devi.

Sin embargo, todo ha caído en el olvido. Los costes de una investigación desplegable con medios modernos y en condiciones de localizar el SNAP 19C son demasiado elevados. En Delhi prefieren pensar, como sugieren algunos científicos, que, a lo peor, el plutonio se diluirá en un modo que no resulte demasiado dañino.

cia7Lo que es indiscutible es que los porteadores que cargaron con el SNAP 19C murieron todos entre los 30 y los 40 años mientras que siguen vivos muchos colegas de la misma edad y que evitaron la misión. El área de máxima protección en torno al Nanda Devi podrá tener sentido para proteger a osos y leopardos pero también porque la radiación está presente y se mantiene en secreto.

Quien conoce esta historia puede ahora admirar, allí arriba, en el Himalaya, la imponente "diosa que confiere la beatitud", pero sabe también que Nanda Devi puede, tarde o temprano, alumbrar la muerte, restituyéndoles a los humanos el veneno que perdieron en sus nieves durante la desastrosa misión "Montaña Azul".

<Publicado en La Stampa el 28/03/2018>

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