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La rebelión de los Dalit

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Armados con espadas, bastones, mástiles, bates de cricket y de béisbol, los Dalit han llenado las calles. Entre disparos, incendios y enfrentamientos con la policía, han bloqueado las vías principales, el acceso a dependencias gubernamentales e impedido la salida de más de cien trenes en distintos Estados de la India. Un lunes sangriento se ha llevado por delante a seis de ellos, conocidos aún en Occidente bajo el término peyorativo de Intocables, la casta más humilde de un sistema en el que, en teoría, la discriminación por clase ya no debería existir por ley.

dalit2Por decenas se cuentan también los heridos en los enfrentamientos con la policía desencadenados por la huelga general y el cierre de comercios en todo el país. Pero es que también se han aplazado exámenes de selectividad en el Punjab, ha habido víctirmas en Madhya Pradesh, Uttar Pradesh y Rajastán y se ha interrumpido la circulación ferroviaria en el Bihar. Y todo esto lo han promovido los Dalit.

La causa de esta explosión de rabia en el subcontinente es un fallo del Tribunal Supremo de Delhi dado a conocer el pasado 20 de marzo y por el que se prohibe el arresto inmediato de los acusados de violencia contra los Dalit. Para que nos entendamos: ello significa que todo aquél que era sorprendido en el flagrante delito de golpear o intentar matar a un Dalit era inmediatamente detenido pero, a partir del fallo de marras, la Corte Suprema ha diluido los efectos de una ley concebida para proteger a los más humildes, dejándoles un margen de acción más amplio a todos los que se empleen con violencia contra aquéllos.

dalit3Se trata, en teoría, de una decisión garantista en cuanto que el Tribunal especifica que sería más prudente que un alto mando de la policía sea quien compruebe los hechos antes de ordenar cualquier arresto. Pero, en el contexto indio, esta señal no tiene vuelta de hoja: los pertenecientes a la casta más desfavoreida estarán, a partir de ahora, menos protegidos por la ley.

Y es que estamos hablando de una categoría social que incluye a 200 millones de ciudadanos, lo que representa una sexta parte de la población total de la India. Se trata, a menudo, de individuos tratados como siervos, gente que, para los castistas, sólo debería encargarse de limpiar el alcantarillado, las vías públicas o las casas de los demás. Ciudadanos indios a los que se impide, incluso, en la vida real (ésa que está lejos de los dictámenes de la Constitución) beber en el mismo vaso de otro ciudadano que pertenezca a una clase más alta y ello por mucho que dicho vaso haya sido lavado con antelación. Gente a la que se prohibe, además, sentarse en los asientos reservados para las castas superiores. La India sigue siendo así por mucho que su Carta magna considere que estas discriminaciones están inequívocamente fuera de la ley.

dalit5El líder de la oposición, Rahul Gandhi, hijo de Sonia Gandhi, ha criticado al gobierno por no haberse opuesto éste con la suficiente firmeza a este cambio en la legislación esgrimiendo el siguiente razonamiento: "¿Por qué relajar una norma que proteje a los Dalit precisamente cuando más atrocidades se cometen contra ellos?"

Los datos no le quitan la razón. Según el Registro Nacional de Delitos, la violencia contra los Dalit han aumentado desde el preciso momento en que el partido de los fundamentalistas hindúes del BJP accedió al poder. Por lo demás, el 90% de los 145 000 casos de violencia de casta se encuentran aún en espera de juicio.

Para comprender lo incongruente del contexto, hay que saber, por ejemplo que, la semana pasada, en el Estado de Gujarat Occidental, un Dalit fue apaleado mortalmente tan sólo porque estaba en posesión de un caballo. Que era suyo. Comprado legalmente. Pero es que, según los extremistas, un Dalit no puede ni montar a caballo ni tener caballo, prerrogativa exclusiva de las clases más altas.

Ya en el pasado mes de enero, los Dalit se habían enfrentado a los fundamentalistas en Bombay, con los consiguientes heridos y daños provocados. Y ello porque los Dalit celebran, desde hace dos siglos, el recuerdo de una batalla que opuso a los imperialistas británicos a la casta hindú de los Peshwas. En aquellos tiempos, los Dalit combatieron del lado de los británicos contra sus opresores hinduistas. Por ello, cada año, los Dalit homenajean a los colonizadores británicos y se enfrentan siempre a los descendientes de las castas más altas. Este año lo hicieron también con una huelga, manifestaciones y violencia contra los más poderosos.

dalit6En el fondo lo que subyace es un serio y profundo desencanto político. En las elecciones de 2014, algunas asociaciones de Dalit apoyaron al primer ministro Narendra Modi creyendo quizás en su promesa de transformación y modernización de la India que hiciera posible la superación de estas atávicas y aparentemente inextirpables divisiones de clase. Y no es que las clases más maltratadas no dudasen de que Modi les pondría ojitos a los fanáticos hinduistas envueltos en sus túnicas azafrán, pero estaban convencidos de que el premier habría acabado dando más garantías a los necesitados, las que llaman aquí Scheduled Classes.

Al final, la maniobra les salió rana a los Dalit. Se diría, incluso, que el resultado que obtuvieron fue el contrario al previsto. En la etapa de Modi, las atrocidades, el estupro y las violencias ejercidas contra la casta más vituperada se han multiplicado mientras la policía mira a menudo para otro lado.

<Publicado en La Stampa el 3 de abril de 2018>

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