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Píldoras de cine (IX): 'de Goyas, Cuarones y Lanthimos'

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La peor de las propuestas para un sábado por la noche, aunque estés borracho como suele ser mi caso, es que te obliguen a ver la gala de los premios Goya en la tele. Resulta nauseabunda esa recua de familias putativas progres que viven en ese país de la Academia de la piruleta, de esa supuesta “industria” de la imbecilidad autocomplaciente, esos que se dedican a dar lecciones de dignidad a cualquiera que se les presente, cuando ellos son más falsos que Judas y carecen de todo de lo que presumen, incluida la dignidad y la vergüenza. Aparte está, claro, la mierda que es en lineas generales su producción cinematográfica, la española. Todos los tópicos de los que tratan de defenderse los cumplen, a rajatabla y sin rubor. Son endogámicos, lloricas, sin gracia, altivos, orgullosos en el mal sentido y engreídos. Aburren a las ovejas. favorita4Yo veo mucho cine, también español, y no sé si me dan pena, asco o ambas cosas a la vez. Producen algunas obras destacables, pocas en general, que suelen en casi todos los casos proceder de autores que ellos desprecian y que viven los márgenes de su tribu. Pero luego tratan de vendernos otra cosa, ese otro noventa por ciento de lo que producen, su carnaza, su garrafón, su discurso bienpensante y políticamente correcto, su falsa bondad y solidaridad, su mierda como si fuera caviar.

Si el genio Goya levantara la cabeza y viera este mamotreto con su nombre les metía de hostias.

Pues sí, tuve que ver una larguísima ceremonia idiota que daba, como siempre, vergüenza ajena, durante la cual todos se dedicaron a decir lo maravillosos que son, o sea, a chuparse los genitales unos a otros y a decirnos lo que los demás tenemos que pensar sobre el mundo y el arte. Televisión Española además encargó la locución del evento al gilipollas integral fatuo de Carlos del Amor, estomagante personaje ya de por sí sin ceremonia alguna, suficiente ingrediente para rematar el odio visceral que provoca este desaguisado. Los primeros planos de rostros se sucedían uno tras otro, empalagosos por doquier, encuadrando todas esas caras de idiota puestas de limpio, a todos esos cuerpos emperifollados hasta el paroxismo. Pero lo peor no son ellos, sino su público, ese que les ríe las gracias y que se siente bien alabándolos. Dan un premio a un tipo que, vestido de traje impecable, larga una perorata contra el “terrorismo sionista” y finaliza con un “viva Palestina”. Teatro del absurdo. Para rematar la faena, la traca final la sirve la ballena acabada Almodóvar, que entrega los premios gordos acompañado por alguna de sus “chicas” en homenaje a lo que él fue hace veinte años pero, eso sí, prescindiendo de Carmen Maura. Porque Carmen Maura tiene dignidad y no traga a este melifluo obeso rencoroso propietario de SICAV. Sigan ustedes por este camino.

La mayoría de los Goya estaban cantados, porque se trata de contentar a todas las familias del cine a partes iguales. Incluso se inventan categorías para que los premios parezcan más extensos y solemnes, como la de mejor película europea y la de mejor película iberoamericana. En este último apartado, claro está, el premio iba destinado a “Roma”, de Alfonso Cuarón, lo sabían hasta los chinos.

favorita2La película de Cuarón ha venido precedida por muchos premios en festivales, grandes elogios, aplausos unánimes de crítica y público, homenajes, incluso discos recopilatorios de bandas sonoras de la época, de todo. Cuarón. Cuarón. Roma de Cuarón. Se les llena la boca. Yo desconfío por sistema. “Gravity” no me disgustó del todo, es una película entretenida de este señor, pero nunca le daría premio alguno, vista una vez es suficiente. “Y tu mamá también” sí que me gustó bastante. Contiene algunas imágenes brillantes, la acción es entretenida y habla de la vida y de la muerte con acertada a mi juicio tristeza y melancolía. Pero Cuarón es un autor de imágenes demasiado limpias para mi gusto. Demasiado limpio incluso en esta historia de la historia del México contemporaneo, y algo tópico, y algo previsible. “Roma” es una película notable, rodada con cariño y esmero, de imagen bella, con un tema noble, con una protagonista de mirada impactante, con un blanco y negro adecuadamente utilizado. Me gustan los homenajes que veo entre lineas en sus planos. Pero me deja un tanto más frío que lo que en teoría debería. Algo me falta. Tema tratado acertadamente sobre un lugar que ama y odia, que conoce. Pero no le veo tanta trascendencia como cuentan, sinceramente, dentro de lo agradable no supera el notable alto. Cuarón me deja siempre un poco frío y sin demasiada pasión por su obra, como si su poso se consumiese rápido aunque me aseguren que debería producirme un efecto diferente.

Todo lo contrario que Yorgos Lanthimos, que es de otra pasta. Vimos “La favorita” la misma semana que la peliculita de Cuarón. El griego no es un elemento neutro, ni un guay, ni da lecciones. Nunca busca gustar, ni hepatar, pero es un provocador nato. Me cuentan que mis pazguatos amigos habituales del cine salieron echando chispas tras verla. Lo celebro y, aún sin haberla visto, sospechaba que sucedería tal cosa. Porque aún sabiendo que es una película supuestamente de época sospechaba que ocultaba retranca. “No cuenta nada”, dicen sobre “La favorita”. Cuando voy al cine no quiero que me cuenten nada ni espero que me digan que tengo que explicarme algo, sólo pienso en que tengo que vibrar de algún modo y comunicarme con el autor de la película.

Solamente cambiando algunos roles dentro de la estructura argumental Lanthimos consigue la provocación. Lo que normalmente sería un rey es una reina, con sus mismas absurdeces y vicios. Los hombres son simples petimetres en la trama utilizados por las mujeres. Y el sexo, como siempre, lo mueve todo. Follar es el motor del mundo y de la existencia humana. El director griego me gustó especialmente en “Canino”, película no apta para mentes ortodoxas ni para buscadores de lo bueno y lo malo, simplemente es una construcción aberrante y monstruosafavorita3. “La favorita” muestra este universo particular del autor, pero en esta ocasión dentro de una ambientación de época, dentro de la que destaca lo grotesco, lo caótico y lo absurdo. Los humanos son dominados por las pasiones más supuestamente bajas aunque ocupen los lugares más altos de la escala social, pasiones e instintos difíciles de explicar y controlar que sacan lo mejor y lo peor de cada individuo, que dislocan a reyes y plebeyos a partes iguales. La soledad ataca también a los reyes, y a las reinas.

Rachel Weisz no ha sido nunca santo de mi devoción, pero en esta película está espléndida y atractiva en su papel machuno. De Emma Stone qué vamos a añadir. Pérfidamente magnífica. La mosquita muerta que las matas callando, y envenenando. Masturbadora de tirios y troyanos por un buen fin, el poder se gana a paja limpia, las corridas como fin justifican los medios. Además, por qué no decirlo, nos hizo mucha gracia el nombre del personaje interpretado por Emma porque coincide con el de una de nuestras amigas acompañantes habituales en el cine.

Si se le puede poner algún pero a “La favorita” es un algo abrupto final, sin concesiones a soluciones, respuestas ni consejos, cosa que también es de agradecer, no vende buenismo este griego cabronazo. A fin de cuentas, su obra deja mucho más poso tiempo después que la de Cuarón que sí que se nota a una legua que busca la trascendencia.

Los académicos españoles del cine deberían intentar introducirse uno de esos horribles bustos de Goya por el orto. Ese sí sería buen argumento para conducir su gala de premios, por lo menos resultaría mucho más divertido que esta mierda anual que perpetran.


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Píldoras de cine (VIII)

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Llegamos a la calle del cine, un callejón peatonal. Cuando cruzábamos para entrar en él se paró un Uber delante de nosotros del que se bajó Almodóvar. Mi acompañante me dijo que parecía más delgado que la última vez que le vimos, hace unos meses, pero yo añadí: “no, míralo de canto”. Cierto, es más fácil saltarlo que rodearlo. Se ve que Pedro abraza la economía colaborativa de los taxis ficticios.

pildoras83Evidentemente iba a ver la misma película que nosotros. Es difícil resistirse a Paolo Sorrentino, y bien es cierto que, aunque Almodóvar ya sólo perpetra mierdas, su productora tiene muy buen ojo para fichar productos elaborados por otros directores. Pero ésto no va del gordo de Almodóvar. Va de este italiano que todo lo que toca consigue que me impacte. Esta última obra que han titulado aquí “Silvio” se llama en realidad “Loro” en italiano, “Ellos. Algún gilipollas se dedica a reescribir titulitos a las películas que llegan para hacerlas más atrayentes al público idiota. No se da cuenta de que hace el más espantoso de los ridículos. “Loro” es en realidad una fusión de dos partes de una misma producción italiana que han fundido en una para el público internacional. Yo creo que éso se nota, influye, porque no llega a ser una de las mejores películas de Sorrentino, si bien éste ha dejado el nivel para mi gusto muy alto, crea muy elevadas expectativas cuando vamos a verle.

“Silvio” es una película cafre, provocadora, blasfema, que reparte hostias a izquierda y derecha, que se ríe de Berlusconi, que descubre su absoluto patetismo, pero que al mismo tiempo se distancia de él en medio de un estado que ya no es una plutocracia, sino una putocracia. Italia, ese país sin gobierno, sin rumbo, decadente, tan grandilocuente y disparatado, y muchas veces insoportable, pero en el que me siento tan bien al mismo tiempo, eso que expresa tan bien Sorrentino.



El cine de este italiano podríamos verlo como una composición barroca. Pero no intenta gustar deliberadamente al espectador ni buscar algo supuestamente bueno. Trata de provocar. Todo lo contrario que vimos la semana anterior: “Yuli”, de Iciar Bollaín. Esta autora tiene una doble cara. Por un lado está la de películas como “Hola, ¿estás sola?”, “Flores de otro mundo” o “También la lluvia”, en las que se respira frescura y naturalidad. En esta otra está, por el contrario, una parte pretenciosa y panfletera que ya encontramos en “El olivo” o en la insopotable mierda de “Katmandú...”. Bollaín traduce mucho peor que Ken Loach los guiones de Paul Laverty. En “Yuli” me quedo ojiplático ante peroratas habituales de simpatizante de izquierdas guay de pastel del régimen cubano. Pintan La Habana con una limpieza y luminosidad que sólo existe en sueños, parece que no hayan visto esa ciudad real decadente, sucia y oscura, y la historia cuenta una vida como si estuviera inmersa en un campeonato del mundo de ballet, que para más inri el protagonista "gana" para regocijo de ese pueblo tan supuestamente culto, en la realidad hambriento y cabreado, que es el cubano. El arte no entiende de competiciones, pero aquí parece que sí. La película es meliflua, vacía, bienpensante, pastiche y aburrida, todo en uno, y sus imágenes no impactan porque parecen desinfectadas con detergente, inocuas e inodoras. Está filmada con una limpieza que no se corresponde con lo que trata de expresar, nos muestra esa excesiva amabilidad que me repugna y en todo momento parece buscar algo apestosamente sublime. 

pildors85La semana pasada fuimos a ver “Juliet desnuda”. Cualquier cosa relacionada con Nick Hornby me interesa. En esta película de Jesse Peretz, realizador sobretodo de series televisivas, se respira el ambiente de los libros de Hornby, con sus personajes auténticos y humanos, si bien no llega al talento con el que Stephen Frears lo captó en “Alta fidelidad” o David Evans en “Fiebre en las gradas”. Sin embargo, la obra es notable y tanto Rose Byrne como Ethan Hawke están simpáticos y en algunos momentos rozan la química verdadera entre ellos. La película me recuerda sobretodo al aire cotidiano que Frears introduce en sus obras, evoca más paisajes como el de “La camioneta” que el que este autor introdujo, en una producción de mayor envergadura, dentro de la citada “Alta fidelidad”. Resulta curioso que primero viera las películas y después me introdujera en la obra de Hornby que, cumpliendo el tópico, supera con su obra escrita, aún con el listón muy alto, las versiones cinematográficas de ella. Si tenéis ocasión no os perdáis a Hornby.

Cuando termina una película, en cuanto salen las letras, y Almodóvar está en la sala, entonces suena la puerta al instante. Siempre sale el primero. Suponemos que lo hace porque no le gusta que la gente le vea y comente lo gordo que está. Estás muy gordo, Pedro.


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Píldoras de cine (VII): de Michael Moore a "El ángel"

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Hace un par de semanas teníamos que elegir entre entrar a ver “El ángel” y la puta peliculita de Michael Moore, que es un pesado y un coñazo pero que nos apetecía también, ya que el que tuvo retuvo y siempre albergamos esperanzas respecto a este gordo de Michigan. Aunque la sabiduría popular es una mierda que casi siempre se equivoca. Finalmente nos decidimos primero por la película argentina, y el viernes siguiente entraríamos a ver el subproducto de Michael.

Nunca me esperé que el señor Moore, otrora serpiente justiciera asesina contra los malos, pudiera perpetrar un producto tan burdo y mierdero como “Farenheit 11/9”. Ya me habían dicho mis amigos que van al cine que les había gustado mucho, y eso me hace por sistema desconfiar de cualquier cosa, porque no nos engañemos, ellos son unos pazguatos con un pésimo gusto que ríen por todo y lloran por nada, como dice la canción. Lo de ver lo contrario que a ellos les gusta empieza a ser el mejor de los consejos cinematográficamente hablando. De Michael Moore queda poco por decir. Hace tiempo que ha muerto como director. Ya le da igual ocho que ochenta. Pensaba pildoras72que en su película algo me iba a aportar sobre la génesis del voto a Donald Trump, sobre de dónde ha surgido todo ese movimiento tocapelotas que tanta gracia me hace (cualquier cosa que moleste a la masa progre es bienvenida por mí, y Trump les toca los cojones como nadie).

Pero nada de nada. Se queda en la superficie e intenta practicar la misma intoxicación que los directores de campaña de Donald, para los que vale todo. Michael se expresa de una forma chusca hacia las masas, pero por norma debe caerles mejor por mandato de los buenos a los que trata de representar. Yo me carcajeo de los que elaboran las definiciones del bien y del mal. Por otra parte, las subhistorias internas de la película son de lo más interesante aunque no tengan que ver nada con Trump: el asunto del suministro de agua en Flint y una hostia en el cara al santo Obama y los demócratas destacan como graciosas dentro de la estupidez de este delirio de Moore. Pero en ningún momento se aclara nada sobre la figura de Donald Trump, nada de nada, sólo lanza insinuaciones sin sentido hacia el magnate al estilo de la propaganda nazi, curiosa paradoja. Demagogia, calumnia y falsedad, pero escrita por Michael y no por Donald, el acusado en cuestión.

Michael ha perdido la gracia y el sentido. Ahora es cuando lo aplaudirán más en las salas, cuando dice más lo que quieren escuchar. Lo único que queda salvable en él es su sonrisa sarcástica y su pueblo, Flint, un lugar abandonado a su suerte por tirios y troyanos donde entre las ruinas se adivina una gente que ya no cree en nada ni en nadie. Igual, porque nada es imposible, llegará un día en el que Moore volverá a hacer cosas del estilo “Roger and me”, que bajará a tierra. Pero ya tiene una edad...

pildoras73Como digo, por suerte la semana anterior entramos a ver “El ángel”. Han pasado algunos años durante los que el fértil cine argentino ha atravesado una época de sequía, salvo puntuales excepciones. A principio de siglo llegaron películas maravillosas a chorro desde aquellas latitudes. Quizás fuera la crisis, que alimenta quimeras y estilos, quizás lo absurdo en sí mismo de ese país tan lejos pero tan cerca de nosotros con el que nos identificamos en la distancia. Pero, por desgracia, la corriente se ha ido perdiendo poco a poco, las obras han pasado a ser cada vez más grandilocuentes y trascendentes hasta perder su autenticidad. Por suerte, entre esas excepciones se encuentra esta obra magistral, enorme y maravillosa “El ángel”.

Pues sí, una película letal que recupera ese sabor argentino tragicómico. Lorenzo Ferro está que se sale en su papel de tierno psicópata Luzbel. Tira de gatillo y arriesga como nadie en una vida que se presume desde el principio que va a ser conscientemente corta y suicida, tanto en lo que respecta a la acción como a lo existencial. Pero Ferro no está solo. Luis Ortega lo ha rodeado de unos actores salidos de un cómic que habitan un submundo al margen de la supuesta lógica en un país que siempre se nos muestra caracterizado por cierto tinte absurdo a la vez que simpático en su salvajismo. Chino Darín forma un buen tándem estúpidamente violento y absurdo con el protagonista. Mención especial al yonki enjuto y maduro Daniel Fanego, y al polvazo que atesora a través de los años Mercedes Morán, que se cepillaría a cualquiera que pasara por su casa.

pildoras74Todas las piezas aparecen colocadas en su sitio. Las imágenes resultan poderosas. Una banda sonora con pinceladas de rock argentino clásico que agradecen los oídos. El angelito Carlos flota en medio de esa sociedad violenta y desigual argentina, vence a la brutalidad con brutalidad al cuadrado en una carrera desenfrenada sin miedo ni vergüenza por encima del bien y del mal. Parece a ratos invencible con su carita de niño bueno que si te pasas lo más mínimo va a tirar de hierro seas quien seas. Cuando desea algo lo coge y punto. Un anti héroe que torea a la autoridad a sus anchas, un hombre invisible con superpoderes carnales que al final se enfrenta a su destino sin miedo ninguno. Pero al final Ortega nos deja abierta la puerta a un nuevo escapismo, nos deja que sigamos soñando con que nuestro querido demonio rubio vuelva a escaparse o a convencerlos de que en realidad es bueno.

En la producción de la película participan los Almodóvar, de los que últimamente contrasta su buen ojo mediante el que fichan buenas producciones foráneas para su buchaca, enfrentado con las mierdas que producen dirigidas por el hermanito gordo del clan, antiguamente un genio y que ahora se dedica a delirar films rococó. Pero esa ya es otra historia....


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