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Death proof, una pequeña joya

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En pleno ciclo de Quentin Tarantino, hoy tocaba ver “Grind House: Death Proof”, una película considerada obra menor del director. Efectivamente, si consultamos algunas de las páginas de cine más conocidas, la puntuación media de este film ronda entre el seis y el siete sobre diez, lo que nos hace esperar una cinta entretenida y, como mucho, correcta. Nada más.

death2Sin embargo, a mí me impactó la primera vez que la vi y la valoré con notable alto sin más miramientos. En esta ocasión, segundo encuentro y con el temor de que me topase con el desencanto, al no contar con el efecto de la novedad, he tenido la fortuna de disfrutarla todavía más, hasta el punto de considerarla una verdadera pequeña joya.

Si bien no alcanza las cotas de genialidad de Pulp Fiction, Inglorious Basterds o Kill Bill, esta cinta merece la consideración de ser una buena película, con una ejecución bastante redonda.

La película se divide claramente en dos partes, dos historias que cuentan con un mismo punto de partida pero con un desenlace diferente. Ambas historias parecen a primera vista similares difiriendo en el final. Sin embargo, son absolutamente distintas y, al mismo tiempo, por el contraste que presentan, se complementan, como si fueran el positivo y el negativo de un fotograma.

En un principio se podría pensar que la primera parte es un rodaje meramente introductorio de la segunda parte. Sin embargo, cada mitad tiene un claro inicio, nudo y desenlace. La primera historia tiene como misión ponernos en antecedentes y darnos a conocer al personaje enlace de las dos partes, el especialista conductor “Stuntman Mike”. Pero además de actuar como preámbulo germina contando su propia historia y construyendo personajes con cierta profundidad. Nos da tiempo a conocer a los protagonistas: tanto al elenco de “las chicas”, especialmente a una locutora de radio, una hotgirl cuasi pornográfica y a una chica que las odia a muerte, así como al misterioso conductor.

Otro elemento que pone de manifiesto que se trata de dos historias diferenciadas, si bien complementarias, es la forma de rodaje. En la primera historia se rueda  imitando una película de clase B de los años setenta en la que Tarantino se recrea introduciendo colores, grano y fantásticos falsos errores de montaje que casi parecen presentarnos a un DJ cinematográfico. Además, la técnica se acompaña de una estética clásica de la época que emula mediante el vestuario y los decorados, especialmente los vehículos. Únicamente cuando aparece un teléfono móvil podemos afirmar que la película transcurre en un tiempo contemporáneo. Hasta entonces la cinta bien podría haberse situado cuatro décadas atrás. Por el contrario, el segundo metraje se rueda con técnica actual. El paso entre un death3método y otro se realiza usando una escena rodada en blanco y negro para continuar con la narración en color. La única nota que nos retrotrae a los setenta son los magníficos vehículos que se pasean por escena: un Chevrolet Nova del 71, el coche de “Stuntman Mike”, un precioso Mustang del 72 amarillo y negro, y el blanco Dodge Challenger del 70 protagonista de la genial escena de carretera.

Pero el contraste final, en principio más sutil pero, una vez que te percatas, claramente evidente, es la contraposición del machismo y el feminismo. En la primera parte tanto los personajes, mujeres estereotipadas bonitas, sexys y concupiscentes, como las tomas, llenas de curvas, piernas, pies y otros fetiches, nos presentan una historia más clásica enlazando con el género de terror de los setenta y ochenta. Sin embargo, la segunda parte nos muestra una perspectiva de la mujer mucho más compleja y evolucionada. El segundo elenco de “las chicas” nos muestra mujeres fuertes, seguras de sí mismas y arriesgadas, sin perder un ápice de su femineidad. Este crisol de cualidades se resume muy bien en la película cuando una de las chicas, a la sazón especialista como Stuntman Mike, espeta que además de ver películas de chicas también le gustan las películas de motor. Y precisamente por esta nueva perspectiva de la mujer, la historia, que tenía visos de seguir los pasos de su predecesora, da un giro de 180 grados que, sinceramente, disfruté enormemente.  Cierto es, que Tarantino no se desprende completamente de cierto machismo en la segunda historia, encarnado por el personaje de una actriz vestida de animadora. Pero, en líneas generales, creo que logra transmitir una imagen de mujer más fiel a la realidad.

Esta película parece que tiene más miga de la que parece ¿no creéis?

 

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