decine

Pandemia de cine (II)

cinepande1

Salíamos de ver la película “Let him go”, de Thomas Bezucha, cuando escuché a una señora ataviada con una de esas mascarillas color azul calzoncillo del siglo pasado que no sirven para nada que vaya mierda la habían hecho tragar, que menudas peliculitas se estrenan en los cines en tiempos de pandemia. Tenía toda la razón, pero no en este caso, ya que la película en cuestión estaba bastante aceptable, e incluso Kevin Costner lo hacía muy bien. Bezucha cuenta una especie de western decadente de una forma seca y violenta, y además tanto Diane Lane como Lesley Manville interpretan papelazos de hembra fuerte.

cinepande5Estamos empezando a creernos que todo lo que estrenan es mierda que se sacan de la chistera, de esa mierda que no veríamos si los tiempos fueran medianamente normales. No me gusta ir al cine por la tarde, me acostumbré a ir por la noche y salir casi de madrugada, y me han estado haciendo entrar a la sala de mala gana por las tardes, todavía de día, espero que pronto recuperemos las buenas costumbres. Eso sí que es una mierda. Llevamos dos semanas yendo a los cines Golem simplemente porque son los que han respuesto la sesión más cercana a la noche. Y el sábado pasado vimos “Gaza mon amour”, de los hermanos Nasser, y no era precisamente mierda, era una gran película con un Salim Daw que se sale en su papel de desesperado gazatí con ganas de fornicio y amor. Una muy buena película en la que nos damos cuenta, como en la vida real, que estamos solos bajo el fuego de los que mandan, de esos cutres que detentan el poder a nuestra costa.

cinepande8Y la semana anterior, aunque soy alérgico a las películas iraníes desde que vi un par de insufribles películas de Kiarostami, vimos “Yalda, la noche del perdón”. Me sobrepuse a mi fobia simplemente porque era la película que proyectaban más tarde, y mira tú que resultó que estaba pero que muy bien. Una sátira despiadada sobre el repugnante régimen y la asquerosa sociedad iraníes que no sé muy bien cómo ha logrado sortear a la censura de ese inmundo lugar en el que en nombre de la religión y las buenas costumbres pisotean al personal sin rubor.

Pues parece que entre mierdas como la perpetrada por Fernando Trueba, que la rodó en Colombia para que se inventaran un premio Goya al que sólo se presentaba él para que sí o sí los de la familia se lo dieran por cojones, sí que se han estrenado buenas cosas. La más reconocida ha sido “Nomadland”, de Chloe Zhao. A mí me gustó mucho más su anterior película, “The rider”. En la que ahora nos ocupa, a pesar de contar una muy buena historia y de que su forma de tratar las imágenes, los paisajes y los personajes me gusta, no puedo evitar recibir un tufillo bondad algo inflada cinepande3y a escuchar lo que quiero oír. “The rider” me pareció mucho más auténtica. Y no olvidemos a Thomas winterberg y su “Otra ronda”, que a pesar de no llegar a las cotas de su maravillosa “Celebración”, porque creo que obras así se alcanzan muy pocas veces, elabora aquí una historia optimista con la dificultad de hacerla creíble dados los tiempos en los que estamos sumergidos. En ella Mads Mikkelsen sigue consolidándose como un actor muy a tener en cuenta, un tipo sin aspavientos ni estridencias que expresa muy bien mucho con muy poco.

Pero hay una pequeña maravilla que seguramente casi ninguno habréis visto, había que rebuscarla entre la inmundicia. Sí, incluso hay una maravilla en medio de la hez. “El agente topo”, de Maite Alberdi. Una película que hace fácil lo difícil: mezclar realidad y ficción con unos personajes adorables, tiernos y maravillosos, que cuentan el pan pan y el vino vino de la cruel existencia sin resultar lo más minimamente sensibleros ni empalagosos. Una película inolvidable que llega, si no eres idiota y hay muchos, hasta lo más profundo. Es al mismo tiempo triste pero luminosa, transmisora de esperanza a pesar de que pudiéramos ver pesimismo en ella, es lo más humano que puedes encontrar quizás por lo absolutamente pegada a la realidad más cruda que describe.

Al final no todo es tan malo en este cine pandémico que nos acompaña. Este cine en salas que queremos que sobreviva ante la invasión de la mierda televisiva. Resistiremos a Netflix, a los hijos de puta de Amazon, a HBO, porque nos gusta encerrarnos a oscuras en vuestras salas y evadirnos de toda esta horrible ola de realidad que nos arrolla. Gracias por mantener el invento contra viento y marea desde lo más profundo de mi ser. La vida es una cuestión de gustos y os respeto y respetaré hagáis lo que hagáis dentro de este arte moribundo.


Imprimir

lanochemasoscura