decine

Oslo

Oslo

Sólo cuando cambiamos el orden de las letras encontramos el secreto de esta ciudad.

El sentimiento de sus calles nos lleva al sentimiento de sus gentes.

La soledad se traduce en vacío, el vacío en silencio, el silencio en locura, desesperación.

No hay vida en el frio, no hay vida después de agosto, las piscinas cierran en Oslo, se preparan para el crudo invierno. Y no sabes lo que es hasta que has estado en Oslo.

No es el frío, es el vacío de sus calles lo que no calienta el alma. Desolación es la palabra más acogedora que se me ocurre.

Ahora, penetremos en las casas, en los cálidos salones, sus interiores humanizados. Vuelvo a encontrar frío, es otro carácter, otra forma de ser. Curtidos en el silencio de la soledad, en el bucle del rancio y repetitivo hogar sin variables, sin aire fresco ni variaciones.

¿Son tus manías o es manía mía el que yo te vea así?

Pienso lo que piensas de mi antes incluso de que lo pienses.

¿Y ahora qué?

¿Cómo rehabilitarse de la vida?

Tienes una vida perfecta, y yo estoy cansado solo de verte intentando convencerme de que es así.

¿Te gusta tu parche vital? Vale, pero que sepas que no convences a nadie, eres falso, no dices lo que piensas, solo intentas agradarme, ser diplomático, pero en realidad te doy asco, te provoco el vómito y tú sonríes para que no salga entre tus dientes bien cepillados todas las noches.

¿Te parezco caustico? Ven a Oslo y entonces me dirás si no estoy en lo cierto. 


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