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Arrogancia musical

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Cuando se habla de clasismo, generalmente nos viene a la cabeza una pirámide que clasifica a las personas en función de su riqueza material. Ahora bien, existen otras formas de clasismo, entre ellos el intelectual, donde la riqueza viene dada por la cantidad/calidad de los conocimientos. En esta ocasión, la discriminación partiría de siguiente premisa: “si los conocimientos son mayores, eso significa que se es más valioso (para la especie)”. De atribuirse un valor se pasaarrogancia3 fácilmente a al sentimiento de superioridad; y, en última instancia, a despreciar al que se encuentre por debajo de nuestros estándares culturales. Tan deleznable es el clasismo socioeconómico como el intelectual, puesto que en ambos casos no es más que la pérdida de respeto del prójimo.

Hace unas semanas, asistí a un ejemplo de clasismo musical escuchando el estupendo programa de RNE3 “180 grados”. En su emisión de 2 de febrero de 2017, en el apartado de noticias, la presentadora y una periodista comenzaron a repasar la lista de la música más vendida y el contenido me dejó de piedra. La colaboradora, que presentaba la lista de los álbumes musicales más vendidos durante el año 2016, no se quedó corta en hacer desprecios a productos que, según su criterio, no eran de calidad. Si bien en el fondo estoy de acuerdo con lo que esta locutora quería poner de relieve, pues mis gustos musicales son similares, la forma de expresarlo la deslegitimó completamente. Querer denunciar el poco impacto social de lo que alguien considere música de calidad me parece correcto, pero burlarse de quien no se ajusta a sus gustos es harina de otro costal.

En el corte de cinco minutos, que podéis escuchar a partir del minuto 42 de la emisión, se comienza informando de que el porcentaje de ventas de álbumes en España durante el año 2016 había aumentado un 1,67% con respecto al año anterior. Sin embargo, la locutora indica que el dato “no es positivo”, por cuanto no está de acuerdo con el consumo musical español. La primera muestra de clasismo queda patente cuando se queja al decir “en qué se están gastando el dinero... no en qué nos estamos gastando el dinero”. Aquí claramente toma distancia del gusto musical general y a mí lo que me transmite es “no me metas en el mismo saco”.  Pero no sólo comunican las palabras. El tono sarcástico y las risillas constantes, también denotan una falta de respeto a larrogancia2a música que no se comparte. Así, se burla de Manuel Carrasco del que dice que “tiene unos arreglos de violines muy serios”, de Melendi cuando habla de su disco y dice “no tengo audio gracias a Dios”.

La cuña me decepcionó profundamente y a Virginia Díaz, a quien admiro mucho, la endilgué un -1 en mi escala de valor con carácter inmediato. Aunque la presentadora intentó mantener la neutralidad, en ocasiones me dio la sensación de que traslucía ese mismo desprecio. Espero estar equivocada.

Cada uno es libre de opinar lo que quiera; es una de las prerrogativas de gozar de la libertad de expresión. Ahora bien, creo que es de buena educación mostrarse respetuoso. Existe la posibilidad de opinar sin dañar (asertividad, lo llaman ahora). No es cuestión de ir con pies de plomo con todo lo que se hace o se dice, porque últimamente llegamos a límites absurdos con la capacidad de sentirse ofendido. No obstante, ¿qué dice de tu persona cuando menosprecias a los demás? Considero que, desde luego, no tiene cabida en una radio pública, pagada por todos y dirigida a todos.

http://www.rtve.es/alacarta/audios/180/180-grados-lori-meyers-blondie-mac-marco-father-john-misty-bleached-02-02-17/3896527/

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