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Un contacto muy provechoso (II)

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Bip,Bip,Bip – un lejano pitido comenzó a despertarla de la oscuridad. La luz empezó a filtrarse a través de sus párpados hasta que fue capaz de pestañear, trabajosamente, y enfocar su campo de visión. Unas paredes y un techo blanco inmaculado. ¿Dónde estoy?  Apenas unos segundos después tomó conciencia. El cambio se había producido. Todo había ocurrido tan rápido que todavía no asumía el paso que había dado. Apenas separaban setenta y dos horas el momento en que la tarjeta del clandestino cirujano había llegado a su poder y aquel momento, tendida en una cama a la espera de poder ver los resultados de la operación. Todo había sucedido más rápido de lo que podía imaginar: una cita concertada; una entrevista con un doctor transparente y ubicuo como el Mago de Oz; la sensación de la aguja intravenosa atravesando su mano; cuente hasta… diez, nueve, ocho…

provechoso4El sonido de la puerta precedió a dos enfermeras. Tras escrutar brevemente las imágenes, una de ellas inyectó un líquido azulón a la vía. No le dirigió una sola palabra, únicamente una mirada heladora. Con lo costoso y exclusivo que era este tratamiento no lograba entender cómo podían contratar a personas con tan poco tacto. No estaba acostumbrada a estos malos modos. En cuanto recuperara fuerzas iban a enterarse de con quién estaban tratando… Un hombre en traje de cirujano entró en la estancia y tras despachar a las enfermeras con cuatro palabras ininteligibles se acercó a la cama de la paciente:

- Soy el doctor Gray. La operación ha sido todo un éxito. La recuperación será rápida por lo que en breve podrá juzgar por usted misma los resultados. Más tarde mi equipo le explicará los detalles de su tratamiento, pero no debe olvidar jamás lo más importante. Todas las noches, antes de dormir, debe inyectarse esta medicación -dijo golpeando con suavidad el conducto teñido de azul–. Es vital que no olvide una sola dosis, ya que potencia la regeneración celular y elimina posibles efectos adversos. 

provechoso2Sung Hyun Su parpadeó gracias a su benefactor y el mundo volvió a desvanecerse ante ella.

Volvió a abrir los ojos, la habitación había cambiado. El aséptico color blanco había dado paso a los colores grises y negros de su alcoba. Se sorprendió de sentirse como un día cualquiera, como si no se hubiera sometido a una intervención tan larga y compleja. Se apresuró hacia el espejo de pie que descansaba junto al ventanal de la habitación. No podía creer lo que estaba viendo. Sabía que los resultados iban a ser satisfactorios pero su reflejo era extraordinario. Llevándose la mano a los labios, ahogó un sollozo, pero no pudo evitar que las lágrimas de emoción rodaran por sus mejillas. Era ella de nuevo. Era un milagro.

No solamente habían recuperado su aspecto exterior sino que sentía la vitalidad propia de una adolescente. El sentimiento de liberación y triunfo la embargó. Una nueva vida se abría ante ella.

Aquella noche, siguiendo las instrucciones del Dr Gray se inyectó el preparado azul, su elixir de la vida. Minutos después, ya era presa de un profundo sueño.  Una hora más tarde,  el cuerpo de Sung Hyun Su sufrió una leve sacudida. Sus ojos se abrieron como platos y se incorporó de un salto. Se dirigió con paso marcial hacia el armario de donde extrajo una caja grande que contenía un traje negro, que se enfundó con cuatro gestos precisos. Saltó con gracia felina desde la gran ventana de su habitación y salió de la mansión en una motocicleta. Las instrucciones eran precisas…

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