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Regalos, compromisos y estupideces varias

Con ocasión de la época que se avecina de banquetes de Almax, socialización avasallante y otros excesos, se me ocurre dedicar unas reflexiones a los regalos, no únicamente a los navideños sino al concepto de regalo en general.

Una de las mayores convenciones sociales germina en forma de regalo: cumpleaños, festejos navideños, bodas, despedidas… todos ellos combinan a la perfección con papeles y lazos de policromías singulares y contenidos dispares. A lo largo de mi pequeña existencia he presenciado de todo, desde regalos para llorar de la emoción (incluso no siendo la agraciada) a presentes que son para dedicar una intensiva sesión de vudú al comprador.

Aquí os brindo algunos ejemplos de regalos mal concebidos:

- El regalo bromista. Es un regalo para hacer la gracia, pero que llega a no tener ninguna. A mi hermano le regalaron en una ocasión un desatascador, en otra unas zapatillas azul intenso con un saltón corazón rojo de Agatha Ruiz de la Prada… Este apartado no tendría fin. Dejémoslo aquí.

- El regalo desapegado. En esta ocasión me tocó a mí, un conjunto de productos para el baño, que para más inri fue el mismo regalo que anteriormente realizaron a otra persona, acompañado de una frase-envoltorio que fue la traca final: “como no sabíamos qué regalarte te hemos comprado esto”.

- El regalo desaprensivo. ¿Os imagináis que os regalan unas tazas de hipermercado entregadas en la bolsa de hipermercado, sin envoltorio, compradas una hora antes de la fiesta de cumpleaños?. Pues esa vez le tocó el premio a una amiga mía.

- El regalo caradura o “tumiregalo”, concepto acuñado y utilizado por una servidora en sus años mozos, pero que también he reconocido en otras personas.  La idea es la siguiente: es “tu regalo”, pero lo compré para que fuera “mi regalo”. Es el colmo de la sinvergonzonería final.

regalos2El regalo actual, en la mayoría de las ocasiones, se ha completado con componentes prescindibles y execrables, por lo que aquí dejo unos consejitos para que los tengáis en cuenta tanto en las compras navideñas que se aproximan como en las demás ocasiones que se presenten en vuestras vidas:

- No regalarás por compromiso. ¿Por qué hay que regalar en una ocasión marcada por calendario?  Es mejor realizarlo cuando apetece, cuando se tropieza con algo que se sabe que a la otra persona le emocionará, porque es entonces cuando el regalado se da cuenta de que no es una simple obligación social aneja a un acontecimiento. Ese regalo significa “te llevo en mis pensamientos, te conozco y quiero hacerte feliz”. Además, el efecto sorpresa y la ilusión ya son regalo en sí.

- No valorarás el regalo por su precio. El regalo se ha convertido en una expresión material y materialista, hasta el punto de que en ocasiones parece que si se gasta una cantidad alarmante de dinero es mejor regalo y que si se invierte poco, es un regalo despreciable. Del mismo modo que todos tenemos objetos de poco valor material y marcado valor sentimental, un regalo tiene que medirse por el sentimiento, no por el dispendio. Asimismo, un regalo puede ser algo intangible, ¡salid de lo clásico y arriesgad!

- No copiarás ni acudirás a clásicos. ¡Basta de colonias, joyas y ropa!, salvo que el regalado sea coleccionista de esos bienes y sea su única ilusión. Hay que procurar realizar un regalo original, a ser posible personalizado y que no se repita año tras año. Incluso si por necesidad hay que recurrir a los clásicos - ¡cómo está la publicidad de colonia este mes!... agotador rozando la tortura - se puede encontrar un toque de originalidad.

- No harás uso del cheque-regalo: sin comentarios.

Michel Serres, magnífico filósofo francés (http://es.wikipedia.org/wiki/Michel_Serres o http://fr.wikipedia.org/wiki/Michel_Serres ), cambió radicalmente y sin retorno mi forma de concebir el regalo. La base de un buen regalo, según este buen señor, tiene dos componentes imprescindibles e inexcusables: se conforma de una parte del regalador y otra parte del regalado. Es decir, un regalo es algo que uno mismo se compraría para sí y que al mismo tiempo sabe que va a entusiasmar a la persona que lo recibe.

regalos8Con el tiempo añadí un corolario a esta máxima indiscutible: un regalo hay que trabajárselo de verdad. En la actualidad, regalar es más fácil que nunca. Se puede acceder a internet y tras varios clics y una tarjeta bancaria ya no tenemos ni que salir de casa. ¡El colmo de la comodidad y del desaire a un buen regalo! Un regalo hay que sudarlo, invertir esfuerzo y amor. Hay que removerse las mientes para encontrar la mejor idea; agotar las energías entre tiendas y pasillos para encontrar exactamente lo que agradará más; o dejarse la piel realizando un bonito envoltorio, una nota emotiva, un extra inusual que acompañe el presente. Realizar el regalo con las propias manos es ya cuestión de habilidad, pero si se es mañoso puede resultar un presente summa cum laude. Sed un poco creativos y esforzaos un poco, que todo tiene su recompensa: la cara de ilusión del regalado será vuestro regalo.

En definitiva, todo este rollo macabeo que os he metido a cucharón se resume en una recomendación de sentido común: cuando regales, regala con el corazón. Si eres un poco espabilado/a trata de elaborar una lista con mucha antelación, para que cuando llegue el momento socialmente obligado no sea tan gravoso darse a tan ardua misión.

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