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Una lanza a favor del cine en versión original

Hoy os voy a hablar de una de mis pesadillas recurrentes… el cine V.O. ¿Dónde estás, ¡oh amigo! que te escondes en reductos más pequeños que la aldea de Asterix?

Las grandes salas consideran que no es una modalidad rentable y las minorías nos tenemos que conformar con un puñadito de salas que llevan tiempo arriesgando y mostrando las películas como sus creadores las trajeron al mundo. Culturalmente estamos malacostumbrados a deleitarnos con un elenco de dobladores de matrícula de honor (a la sazón, cada vez menor) complican la posibilidad de atraer a la población al mundo V.O. Flaco favor nos hacen, sinceramente. Los beneficios de disfrutar de una película en su lengua vernácula no son nada despreciables. Por no aburriros con mis peroratas me limito a nombrar únicamente dos de las múltiples razones que podría alegar.

Por una parte, jamás podréis apreciar completamente una película hasta que la degustéis en V.O. La razón es muy sencilla. La importancia del cine en versión original va más allá del gafapastismo intelectualoide o de modas pasajeras. Por mucho que los doblajes españoles sean canela fina, nunca sabréis cómo es una actuación si no la escucháis en su lengua patria. No soy una erudita del cine ni lo pretendo pero, por mi experiencia, la voz supone el 80% (si no más) de la interpretación: los matices, tonos y cadencias son esenciales para acompañar el abanico de gestos, muecas y otros escorzos con que nos brindan los actores en las pantallas grandes y pequeñas. Os animo a saltar a la piscina. Os sorprenderá conocer la voz de Clint Eastwood, Humphrey Bogart o Matthew McConaughey.

Por otra parte, aprenderéis idiomas sin esfuerzo. Casi sin daros cuenta progresaréis más que acudiendo a aburridas y costosas clases de lengua extranjera (hay pocos profesores que saben transmitir sabiamente y estimular al alumnado). Seguramente hayáis leído algún un artículo en el que se ponía de manifiesto que los resultados de los españoles en las pruebas auditivas de inglés habían mejorado en los últimos años. Esto se debe a que la tendencia a escuchar las cintas en su lengua madre está cambiando. La necesidad acuciante que sentimos todos los enganchados al séptimo arte, impulsados por la velocidad y disponibilidad de internet, nos ha permitido saltar la barrera del tiempo que existía hasta hace no mucho y que nos dejaba expectantes e impacientes por poder disfrutar de nuestros estrenos más anhelados. Muchos fans no podían resistir a que una película o serie se doblase y optaron por “aguantarse” y verlas en original. El resultado no se hizo esperar: poco a poco algunos nos dimos cuenta de que no merecía la pena consumir el producto de otra manera, de que algo se perdía en el camino.

version2No voy a negar que al principio cuesta un poco. Como cada vez que se aprende sobre cualquier materia, al cerebro le molesta que le metan en un brete, porque está demostrado que es vago por naturaleza. Pero, buenas noticias, la incomodidad inicial desaparece. Nuestro cerebro es sorprendente. Una vez superada la barrera de leer y mirar las imágenes os daréis cuenta de que se pueden hacer las dos cosas a la vez sin perder detalle (recuerdo haber leído en relación con unos experimentos de psicología que la personas sometidas al mismo podían escribir y escuchar un relato que no tenía relación alguna ¡al mismo tiempo! Nuestro cerebro es increíble, ¡aprovechadlo!).

La falta de oferta en nuestras salas de películas en V.O. está despreciando un público cada vez más numeroso que, en una época como la actual, no deberían de darse el lujo de obviar. En mi caso concreto, voy poquísimo al cine por esa razón. No estoy dispuesta a desplazarme un buen puñado de kilómetros para ver una película cualquiera cuando tengo un cine que dista a quince minutos a pie de mi pisito, pero que no apuesta por proyectar en original. Así pues, elijo cuidadosamente las películas que creo que merecen la pena ver y me tomo la molestia de desplazarme a la capital española o a los grandes cines de la Ciudad de la Imagen. Toda una excursión, vaya. Si el cine V.O. estuviera disponible en las salas de mis alrededores acudiría con mayor frecuencia. Dinero que pierde la industria. No solicito un cambio drástico en la gestión de las salas. Sólo pido una sesión, la menos concurrida y beneficiosa, para que aquellos que, como yo, nos hemos acostumbrado al original. En cuanto a aquellos que todavía os mostráis reticentes a profundizar en las aguas del V.O. os animo encarecidamente a que os deis un chapuzón: la autenticidad se encuentra a unas brazadas de distancia. Nunca es tarde si la dicha es buena.

PD: La televisión TDT permite, en la mayoría de las cadenas, elegir la lengua original. Creo que no sería mal comienzo si probarais breves minutos a darle al botón de idioma...


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