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Somos de la tierra

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En plena Edad Digital, en un mundo invadido por unos y ceros y por maquinitas de toda clase, es difícil darse cuenta de que hace no mucho podíamos vivir sin internet, sin móviles, sin CTRL+C, CTRL+V… Sin embargo, la llamada de la selva está ahí, latente. Algunos las escuchan antes que otros pero tarde o temprano volveremos a la Tierra. Sí, el planeta.

Somos terrícolas que hemos olvidado de dónde venimos. Por eso, alienados, nos sorprende tanto la realidad fuera del mundo de asfalto y pantallas. Se reía mi padre una vez que le dije: ¡he visto un burro! Se reía porque él es de pueblo y un burro es la cosa más normal del mundo. Le parecía tan absurdo como si a ti, sí, a ti que me lees, te dijera: ¡he visto un móvil!

Estamos tan fuera de nosotros mismos que, inconscientes, estamos retomando viejos hábitos. Nuestra mente tierra2cortocircuitada necesita reiniciarse. La última moda viene de la mano de los libros de colorear. ¡Será posible que ahora nos dé por colorear como los parvularios? Se venden como terapia contra el estrés, para practicar el mindfulness dicen, esto es, vivir en tiempo presente, primera persona del singular. Bien puede parecer una simple práctica pasajera, como también lo están siendo el ganchillo o el huerto urbano, que  practicamos ufanos como venían haciendo nuestras abuelas y abuelos.  Pero mi intuición me dice que algo subyace. No son simples actividades molonas. Es la necesidad urgente de recuperar el tacto y el contacto, de abandonar las pantallas para centrarnos en el aquí y ahora real.  Lo necesitamos.

Yo me di cuenta después de haber dado buen uso a mi e-reader. A pesar de todas sus ventajas había algo que no llegaba a encajar, hasta el punto en que dejé de leer. Pensé que era porque estaba pasando por una etapa de barbecho intelectual, pero cuando cogí mi primer libro físico post era “e”, me di cuenta de cómo echaba de menos su tacto, su olor, el diseño de las tapas hasta sabérmelo de memoria de tanto verlo descansar en la mesilla de noche. Todos esos pequeños detalles importan cuando eres de la Tierra. ¿O acaso es lo mismo mirar unas fotografías en el móvil que en un álbum de fotos? ¿O el sexo y el cibersexo?

No creo que se deba a que seamos los testigos de la transición hacia la era digital y nos cueste dejar viejas costumbres. Es que estamos fabricados para el contacto. Es posible que una versión humana 2.0 al estilo Huxley pueda actuar de otra manera, pero en lo que nos toca no tenemos opción. Un ejemplo sobre ello es la necesidad de continuar escribiendo a mano, que entre sus ventajas se encuentran el aumento de concentración, la mejora en la memorización o un mejor aprendizaje. Lo siento chicos, pero nuestro cerebro nació para lo tangible.

tierra4En su última consecuencia, esta necesidad incide en las relaciones humanas. Por mucho que nuestras tecnologías nos permitan una nueva forma de contactar con amigos, compañeros y extraños, no somos nada sin un trato real. Si desconectamos de los demás, desconectamos de nosotros mismos. Las relaciones sociales nos construyen, nos ayudan a entendernos a nosotros mismos y nos nutren.  (Así que, dicho sea de paso, dejad el puñetero teléfono móvil guardadito en una reunión social, esté compuesta por uno o por cien miembros, porque estáis cortando hilos con la realidad, además de ser una gravísima falta de educación).

En definitiva, somos seres de la transición y todavía estamos a tiempo de no olvidar de dónde venimos. ¡No nos desnaturalicemos! No propongo aquí que abandonemos las ventajas que nos ha proporcionado la tecnología, sino que abramos los ojos y demos cabida a nuestra esencia, como seres humanos y como seres de esta Tierra nuestra.

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