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Inadaptaciones cinematográficas

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En los últimos tiempos, desgraciadamente, la sequía ha asolado tanto California que ha sorbido hasta el agua de los sesos creativos. Así, nos colocan una serie de cintas cuando no mediocres,  aburridas. Entretanto algunos profesionales del gremio todavía se preguntan por el daño de la piratería… a lo que yo contesto que quién en su sano juicio (cinéfilo) se digna a pagar hamburguesas a precio de solomillo. En este campo yermo de guiones originales, cuando las musas no acuden (está claro que la huelga es deliberada) se recurre a los libros como tabla de salvación, especialmente si éstos han sido superventas. En la mayor parte de las ocasiones pasaremos entre noventa y ciento veinte minutos de auténtica… pesadilla.

Cuando andaba yo por los doce o trece años, tenía dificultades para decidir si valoraba más el cine o el libro (como si realmente fuera una elección tan esencial, por otra parte), pero los años y la experiencia me han ido esculpiendo a coscorrones, decantándome por la literatura. Un libro permite conocer al detalle el mundo recreado por el escritor, el interior del personaje y disfrutar de subtramas que una película no tiene licencia para plasmar en cinta por mera cuestión de metraje, con la consecuencia de arriesgarse a perder por el camino el espíritu de la obra.

Me gustaría destacar tres casos recientes en los que la obsesión de continuar con las adaptaciones cinematográficas, si bien no ha disgustado al espectador, sí ha defraudado al lector. Las destaco para recomendar a quien no haya visto la película, que se decante por el libro, porque sin lugar a dudas saldrá ganando.

inadaptaciones 3El abuelo que saltó por la ventana y se largó”, por Jonas Jonasson. Novelita de humor surrealista que presenta en su andadura un enfoque bastante interesante a la historia del S.XX. La película resultó un resumen de la obra con un tempo superrevolucionado, a modo de cuento comprimido. Un desperdicio, para mi gusto, porque el libro ofrece escenas verdaderamente hilarantes. No dejéis de leerlo, por favor. Valoración de la película en Filmaffinity, que suele ser bastante fiable: 5.9 Valoración del libro en Goodreads, demasiado benévolo en general, pero acertado en este caso particular: cuatro estrellas de cinco.

El juego de Ender”, primero de la serie de libros creada por Orson Scott Card. Un referente para los amantes de la ciencia ficción, absolutamente adictivo y con un contenido filosófico y ético nada desdeñable. La película prescinde del crecimiento personal del protagonista, que en el libro no tiene desperdicio. Por otra parte, la novela nos presenta unas aventuras que me recuerdan un tanto a Harry Potter (¿quizá J.K. Rowling lo tuvo en mente cuando inició su saga?), aspecto que se fuman sin pudor en la cinta. Una verdadera lástima. Valoración de la película en Filmaffinity: 5.9 Valoración del libro en Goodreads: cuatro estrellas y una pizca de la quinta.

El atlas de las nubes”, de David Mitchell. Una obra maestra contemporánea, brillante en su planteamiento, su desarrollo y estilo narrativo, su estructura y su contenido tanto ficcional como filosófico. Un tesoro semienterrado. La película de los hermanos Wachowski no disgustó especialmente, pero horrorizó a los lectores de mi entorno, incluyéndome a mí, faltaría más. No sólo es un vómito de escenas mal montadas con una dinámica desquiciada sino que se permite el lujo de cambiar la esencia del libro tanto en la forma – que es grandiosa-  como en el fondo. Personas que leyeron posteriormente el libro nos dieron la razón a los comelibros. Valoración de la película en Filmaffinity: 6.4 Valoración del libro en Goodreads: cuatro estrellas y otra porción de la quinta.

inadaptaciones 2Me sorprende que todavía existan estudios y productoras que sigan anclados en patrones del siglo XX. Supone un retraso similar al de un ingeniero de ferrocarril que se resistiese a abandonar el tren de vapor en detrimento del tren de alta velocidad. Dejemos la nostalgia al vintage y al steampunk. Actualmente gozamos del auge de un formato muchísimo más flexible y generoso, que permite la adaptación de buenas obras literarias sin perder detalle y esencia: la serie. E interpelo a la serie sin adjetivar -¿por qué restringirse a la serie en la televisión?- No concibo que a estas alturas del negocio -es más negocio que arte- no se haya planteado proyectar series de alta calidad en la pantalla grande.

De todos modos, mi recomendación personal siempre privilegiará al libro, que tiene que ofrecer no sólo el trabajo del autor sino el despertar de la propia imaginación. Un segundo consejo, y con esto ya me retiro, si os decantáis por leer en primer lugar una novela adaptada es preferible que dejéis pasar un tiempo prudencial entre la lectura y el visionado. De otro modo, es muy probable que os distraigáis de la película comparándola constantemente y saldréis de la sala con un cabreo como para repartir estopa. La adaptación al cine es lo que tiene: no puedes pedir a un patituerto que gane los cien metros vallas.

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