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La visión

Oh, lector, oh, juez y testigo de mi cargo, oh tú que ahora te acercas a estas trémulas últimas palabras, agónicas, oh mi verdugo, oh, mi hermano, oh tú, en cuya inteligencia e iluminación reposa el poder de arrojar luz sobre mi postrer intento de redención, mi herencia y único testamento, tan solo unas palabras que arrojar al fuego purificador o, quieran los dioses, algo que ofrezca alguna pista sobre nuestro incierto futuro. No pretendo hacer creer que he encontrado la clave de la supervivencia de nuestra especie, ni mucho menos, eso es algo que supera mi concepción humana y tan solo mostraría el habitual egocentrismo de quien se cree conocedor de alguna verdad suprema e inmanente. No, pero a la vez siento que no puedo contener el impulso de contar mi verdad, esa verdad que sin serlo tiene trazas de ello, no se cómo decirlo, apunta a una suerte de realidad posible y quien sabe si manejable. Las experiencias vividas durante la visión han marcado en mí una huella indisoluble, que ha quedado impresa en mi mente con la fuerza de una experiencia vital, como solo logran hacer un miedo inenarrable o una vergüenza infinita.

vision3No pretendo pasar por místico ni por un alucinado, no he velado armas en una cruzada sin más fin que mi propia muerte, ni he acudido a la sabiduría arcana en sus variadas formas para lograr este momento de absoluta lucidez. Tampoco las drogas humanas, ni las mil y una formas naturales de embriagarse, han tenido que ver en ese prístino momento en que mi mente se ha hecho una con el universo (al menos con un universo) y me han mostrado la clave para interpretar los sucesos que van acaeciendo a mi especie día tras día, y que demuestran, vistos desde esta nueva perspectiva, no ser algo achacable al azar o a la libre expansión de los cuerpos celestes, sino más bien una intrincada red de pistas o señales que una vez puestas sobre el papel muestran un camino visible, una línea que marca una espiral retorcida sobre nuestras propias vidas que nos lleva a desembocar en las mismas encrucijadas una y otra vez, pero con ligeros cambios que poco a poco (con la inercia de eones, o de pensamientos intensos) pueden llegar a variar en milésimas de grado la trayectoria de las esferas.

No  se cómo comenzó. Fue un intenso momento seguido de una nada absoluta. El vacío de algo apenas atisbado (como el sexo observado por un niño, como el dinero contado por un empleado, como el beso que no es para tí) y que deja una nostalgia que no puede llamarse así, porque no puede anhelarse lo que no se ha conocido. Nuevos sentimientos agitaban esta caja ordenada en mitad de mi pecho, y sugerían la existencia de galerías y soledades desconocidas, que acechaban tras puertas blindadas a base de sudor. Algo pugnaba por emerger desde el fondo de mi armario y amenazaba con devorarme si no hacía algo. Algún monstruo, encadenado desde mi más tierna infancia, rugía en su laberinto y su dolor y desesperanza se trocaban en mi mente en gritos de triunfo y de próxima venganza. Su despertar fue la raíz de mi resolución. Decidí luchar. Decidí hacer frente a la visión horrible y combatirla con todas mis armas, que eran pocas. Arrojé toda la morralla (a menudo herí a compañeros, tal grado de ineficacia mostré en mis primeros intentos), y luego peleé cuerpo a cuerpo. Me hería con fuerza, pero yo me levantaba. Ahí empezó la visión, golpeado y dolorido, frotando mis múltiples llagas con desesperación. Comenzó en forma de canción.

vision5¿Cómo iba a ser de otra manera? Con canciones fui acunado, con canciones quisiera morir. La melodía se entremezclaba como en una mala mezcla de un mal aprendiz de dee-jaay, sincopada, atonal, catastrófica. Me producía una tremenda grima. Era como la cacofonía de un aeropuerto con unas bases de free jazz. Como el primer cigarro, como la primera cerveza, me supo mal. ¿Me creía yo un discípulo aventajado del inmortal Dionisio? ¿Había yo gozado de las delicias del jardín de las Hespérides? No, pero como todo, una vez digerido, pasaba al torrente sanguíneo y de allí se iba alojando en todos y cada uno de los rincones del cuerpo. Y, poco a poco, entre batalla y batalla, con los oídos sangrando y los ojos vueltos hacia el interior, reconocí el origen del barullo. La única melodía desde la cual emanaban todas las demás, creando una marabunta de ruidos histerizantes, agresores y monopolizantes. Solo que no era una melodía. Era una ópera. Es más, era una ópera rock.

No puedo traducir lo que ahora voy a mostrar. Tan solo reproducirlo como un sueño que a fuerza de repetirse se me ha quedado grabado en la memoria. Y, como todos los sueños, está plagado de aliteraciones y negaciones, pero es ya una visión por su presencia innegable en el curso de mi devenir. Ahí va eso.

"Creí oír el sonido de trompetas, atronando en la lejanía. Por un momento imaginé a las tropas del general Cascer, atravesando la Carpetania con atronar de cascos, sonaban como martinetes en mi consciencia. Al-Bharran y Je'taime jadeaban sudorosos, estaba el mar, yo brincaba de OPAC en OPAC buscando una solución en los metadatos. Kike volaban en un Flying Mojo, había una línea de tren a Alcorcón, y otra a Puente Alcocer. Carlos era solo Charly "Love", alguien corrió muy rápido por el Campo de Gibraltar y en el medio de todo bebíamos Cola Jimmy, sudábamos con fruición, adivinábamos el bovino futuro de algún futuro ministro, jadeábamos, reíamos, sobre todo, y nos amábamos sobre la hierba recién regada. El Rey David dió dádivas, así, como un palíndromo. Iscariote traicionó. La nada acechaba, pero Idi Amín y Franco nos defendían. En medio de toda la barahunda, se oyó una voz:

- ¡OILIMEEEEEEEE!

vision4Quiera Dios. En verdad lo quiera. La Ouija dijo "O", ergo Oviedo. Los galgos corrieron desnudos y se les cortó la leche. En medio de todo, sonó "Wish you were here" y los guiris aplaudieron y dieron bolsas de fruta. Una chica ofreció "buen rollito", otro corrió detrás gritando: - ¡Soy un poeta lírico!. Yo acaricié la cabeza de un gato muerto, otro lo pisó. Como gitanos corrimos por el Bairro Alto, y  a la vuelta (a la tercera o cuarta vuelta) todo explotó".

El segundo acto es más formal, solo hay escenas de cama y biberones. Bueno, también hay rock & clown, y drogas de diseño.

En el tercero, cae la noche. Es oscura. Y alberga algo más que horrores. Trae la esperanza de un amanecer.

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Negra noche

He  sentido algo resbalar por mi frente, algo viscoso y palpitante, frío, extraño... me he palpado el agujero del cráneo, ese que tengo desde que me di un golpe contra la verdad, ya que la embestí de pico. No sabía si la verdad escapaba de mi cabeza a borbotones, o si por el contrario esa extraña materia vascular, violácea, húmeda y grasosa era lo que me impedía comprender nada. Y la certeza de ambos límites me resultaba insoportable. Taponé como pude, con los dedos, con el puño de la camisa, luego corrí al baño y me apliqué toallas y compresas. Salí de casa corriendo con un improvisado vendaje, hecho con mi corbata. No tenía tiempo, no podía pensar.

Me he parado. Lo recuerdo. No se donde, hice una foto. No la he mirado. Me da miedo lo que pueda mostrar o sugerir. Luego hice algo en otro sitio, no se si subí a un auto, no conducía yo. Seguramente algo me gasté, y me falta una o dos cosas de la cartera. ¡Qué se yo, si la verdad se me escapa o no me cabe!

En mi desesperación acudí al vudú y al tantra, y al guiño cómplice al que me vendiese un poco de esa verdad. No había escapatoría en esa noche aciaga, era terrible ver desprenderse mi sesera por un agujero, como tentáculo fluctuante. Ya me llegaba al ojo, me la peinaba tras la oreja y sonreía disimulando. ¿Cómo comprendería la verdad si la perdía toda? ¿Qué sería de mí sin mas yo que una carcasa inflada de verdad?

Anduve en círculos cerrados un buen rato más, creando una ensaimada de cerebro. Creo que ya eran las tantas. En la undécima copa del quinto pino hice un receso, me senté como si nada y miré el carnaval. Dentro de poco habrá más música. Nunca hubo paz, sino el espejismo de una tregua. Ya me iba pisando el taloencéfalo, me lo lié todo como un turbante y llamé a un taxi. Pensé en escribirle un mensaje, un único y emotivo mensaje final. Aunque fuese y sonase a mentira.


Autarquía y birra fría

La resaca del 92 fue acojonante, pero a este paso, la del 14 va a ser antológica, como aquella de hace un siglo pero con otros muertos en otras alhambradas (perdón por la malafollá, es que todo se pega menos la hermosura, que decía mi madre, qué razón tiene siempre la jodía, hasta que se equivoca).

Ni mundial ni trabajo, no panem no circus, gaviotas hasta donde se ve la línea del horizonte y una izquierda que parece Juego de Tronos. Y luego el juego de los "borbo(to)nes", que consiste en ver quién de todos los golfos consigue parecer más campechano... todo ello en un verano raro de tiempo y que se nos antoja falso, porque no habrá "break", no habrá vacaciones sino más de lo mismo con más sudor y más mierda en los pies. Ahora se escuchan voces tímidas que abogan porque las primas que iban a cobrar ciertos deportistas se destinen a las familias que más han perdido por la crisis... que me dejasen a mi a sus primas, que las iba a hacer de todo menos cosquillas. Y eso que comprendo a ese hatajo de mercenarios forrados, que recuerdan a aquellos tercios de Flandes que volvían vapuleados por la "robbenería" de la época, tan apreciados por cierto corsario cartaginés. O a aquella piratería berberisca capitaneada por un tal Roger de Flor (que para el caso podría llamarse Jordi, Sergi, Xavi o Josep) que a la primera ocasión y viendo perdida la cruzada se hicieron a la mar al servicio de la Serenísima o la Putísima (ya hablemos de Venecia o de Florencia, ya que de esta última deriva la palabra "florín", que es vil metal y que nos retrotrae otra vez a Flandes y vuelta a empezar)... Sudáfrica ya no existe, el sueño acabó. Pero con una cerveza fresquita en la mano somos capaces de justificar lo injustificable y creernos otra vez el ombligo del mundo. Que nos paguen la soldada y que podamos gastárnosla en otro cocedero de verano apreciando las delicatessen gastronómicas de nuestros cocineros estrellados, o que nos la hagan en casa, o hasta que las hagamos nosotros (pero bien regados de caldos de la tierra, que así parece que nos ungimos en sagrados óleos y estamos protegidos del puto devenir, que es el miedo real que no se esconde con cuatro bravuconadas de sábado noche).

birra3Vivimos en un puto país de caudillos y reyes decimonónicos, de charanga y pandereta, de pase de muleta y encaje de bolillos, de tragarse la quina y de afilar la navaja despacio, pensando, pensando (qué malo es pensar cuando cualquier Gabriel Feraud de turno llegaría a la misma conclusión de "no queda sino batirse" y hacer la vida imposible al Armand D´Hubert de turno). Jodamos pero con orden. En el PP de León son bastante eficaces para eso. Postas y cuneta. Parece un buen lema para la caza del "aforado", unos juegos del hambre de verdad, un Battle Royal con cucharas afiladas, un segundo capítulo de la segunda temporada de "Black Mirror" para el pocero, el porquero y el bigotes (qué buen spanetti western podría ser, que le den por culo a Álex de la Iglesia y sus "800 balas", un hatajo de ex-mandatarios sueltos por Tabernas y una multitud haciendo alarde de puntería y cafrismo con sus tiragüitos, hondas, navajas, dientes, un William Golding sin niños, con más desesperación y mala leche). Quien pille la caracola, para él. Cabezas de cerdo en sus camas. Y mañana, cuando la guerra termine, firmamos otro armisticio, otra ley de silencio aderezada con pactos de Toledo y comunismo de centro comercial. Y vuelta a empezar. Atados a la rueda, girando con ella, viendo el mundo desde su giratoria perspectiva y creyéndonos algo. Como un burro amarrado en la puerta de su puta celda. Como una puta estrella sobre un puto escudo, como una puta barra roja en una bandera.

birra2Hace unos días Democracia Nacional salió a repartir comida para los necesitados, solo para los "nuestros", con carteles de "solo para españoles". Algunos senegaleses se acercaron para dar comida. El contraste es descarao. Como dijo El Drogas: "Marinaleda no puede soportar huelga de hambre por un trozo de pan". Pero sí puede. Sí que puede. Podemos. Pero más de lo otro. Es como el chiste: "El otro día me comí un coño de 20 centímetros..." "¡Pero eso es una polla!" "Bah, bah, apreciaciones....". Autarquía nacional, Ducados negros para el personal, chalina y cinto con bandera. Clownclusión: Me vais a comer la polla morena... quita ya la bandera del balcón, que no me dejas ver las flores. Gilipollas.

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