tilla

DROGAS VS. PREDATORS

"Drogas vs. predators"

Chisk…psssssss… Fuuuuuh

No soy quien para hablar de drogas, para hacerlo necesitaría la opinión de un experto.  Hola, soy un experto en drogas. Lo primero que hay que saber de las drogas es que su consumo tiene mucho que ver con el hecho de que el ser humano no tiene un predador natural que le pille acarajotado y se lo zampe. Muchos animalillos se drogan, con acebiño, setas y hasta ayahuasca, pero solo cuando no hay de quién huir. Un jaguar se relame una enredadera enterita porque no ha visto a un ser humano en semanas. Una rata negra, en cambio, puede hasta dejarse acariciar en su ebrio deambular puesta de bayas por los vericuetos del bosque. No comemos rata, que sepamos.

Los humanos tenemos leyes, policías y sanciones económicas para que el rebaño consuma con moderación. Papel mojado, ya que la mayoría de las drogas son ilegales porque conviene: a los grandes, que sacan tajada limpia de puro negra; a los chicos, que tienen niveles de vida superiores a la media si no se pasan y no consumen mucho; a los que consumen, porque legales serían más caras… y de esa forma el índice de accidentalidad y consumo se dispara.

Naturalmente, un animal no va puesto hasta las trancas a 140 km/h porque no posee la habilidad de crear y manejar máquinas que lo impulsen a esa estratosférica velocidad. Pero se sabe de vacas adictas a la amapola que se han precipitado por barrancos. La adicción y el accidente, aparte de ser palabras jodidas para alguien que “cecea”, suelen ir muy unidas.

“Madiano Dajoy” da fe de ambas cosas. En Palas de Rei queda un hueco en el quitamiedos como mudo testimonio. Y una barba sombría que ya no hace volar a las gaviotas, pero que ya va unida a él como el respirador de Darth Vader, de por vida.

“… Pues llevamos en el alma cicatrices imposibles de borrar…”, como diría Javier Solís, el Rey del Bolero Ranchero, si no llevase casi cincuenta años muerto.

Yo, por mi parte, estoy creando a mi propio predador natural, muy de moda y humano: el cáncer. Fumo desde que me acuerdo de mí mismo, allá por los 80, cuando los bares y aceras estaban alfombrados de colillas (ahora a lo sumo hay cáscaras de pipa). Y las chutas, las jeringuillas de antaño que en mi infancia plagaban el camino al colegio. Añoro a veces a esos entrañables yonkis del barrio, que te devolvían el balón cuando se te iba el chute hacia las tapias de los militares, donde se inyectaban. O no te la chutaban, y te vacilaban. Perdonad el juego de palabras. Sus persecuciones lentas, como los zombies de las películas, con su ridícula navajilla de cortar hachís, salvo si estaban con el mono violento, que entonces eras tú el que corrías.

La televisión es de las drogas más potentes que hay a nivel de adicción, y aunque te estés quitando echas un ojo cuando nadie te ve. Los mass-mierda en España son directamente diarréicos. A mí, particularmente, cosas tan malas no me gusta meterme. Un Évole, de cuando en cuando (pero entre Artur Mas y Felipe González se me indigesta), pero para calidad y periodismo comprometido, mejor chutarse (je) algo extranjero, hasta en Kurdistán hay mejor material. En la adicción televisiva, el predador es el propio ser humano, homo homini licantropus sum o como coño se diga, si aún se dice.

Ya lo decían los Topo en los setenta, en su particular versión del futuro  a lo Gran Hermano, la orwelliana y genial “Vallecas 1996”:

“La tele nos encanta,
La tele es nuestra amiga,
La tele te vigila…”

Hasta nunca, Pedro J. Ya has hinchado bastante los huevos…

 

 

Imprimir

lanochemasoscura