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LA PROPIEDAD privada de INTELECTUALidad

Me estoy fumando un porrito de hierba mientras toco la guitarra, leo el “Menéame” del día, juego al Batman con la Wii de mi hijo (“Batarang!”), me hago una manolinha (Especial Brasileñas, hmmm…), hago la comida (me he lavado las manos, conste), barro mi casita, tralaralarita, saco a mi perrita, me tomo un cafelito, meo, leo, cago, meo (última gotita), me sacudo la pereza de ver cada día las mismas caras, los mismos gestos de esos “amigos cacofónicos” de mi barrio, que invitan con su sola presencia a recurrir a un trago para pasarlos, hago el amor con mi chica, hago el amor sin mi chica, recibo un caluroso rayo de sol a través del ventanal. No se cuánto durará este sol, ni este momento encapsulado en el tiempo, pero se que habrá un final y que está próximo.

Disfruto de este periodo de calma antes de la tormenta. Al vertiginoso ritmo de las noches le sucede este pausado quehacer sin hacer, esta mezcla de rutina y espera contenida, en la que sabes que algo va a pasar, pero ni por dónde te golpeará ni en qué momento, ni qué daños colaterales conllevará, aunque los supones graves. No work, no salary, ergo, algo habrá que inventar pa comer. Lo mismo pintarse de negro y nadar por el espigón de Ceuta, que luego con suerte cenas calentito en los barracones del campo de internamiento, o cenan los peces contigo; como en la tómbola, nunca se sabe donde caerá la pelotita.

Toda tragedia personal es grave, la tuya, la peor. Sabemos que hay piedras sueltas tras un recodo del camino, que lo que ya han removido es suficiente para provocar la avalancha, pero la naturaleza es caprichosa y no da señales de cuándo se va a desbordar su furia. Uno supone que alejándose del epicentro del seísmo hay más probabilidades a favor, pero la gran bosta al caer va a arrojar salpicaduras de tal magnitud que nunca se estará lo suficientemente lejos para estar seguro. Fugarse a la luna parece misión imposible (además dicen que está llena de nazis).

 

cerebro2La libertad digital, ese concepto engañoso que lleva título de tele casposa y facha, puede ser una ilusión que ha tocado a una generación y media y que se recordará con nostalgia dentro de unas décadas, años al ritmo actual. El código libre, el hackeado sistemático, los torrent, y por supuesto, la información sobre los hechos in situ que tanta gente anónima nos ofrece con sus vídeos, blogs... mensajes encriptados... Esa que deja a los medios de comunicación en constante ridículo porque llegan tarde y mal, y se tienen que desdecir constantemente porque un tipo con una WebCam ha colgado otra versión del hecho más veraz o hay un foro de denuncia que dice lo que en realidad ha pasado.

¿Vamos hacia la Hiper-Corea proyectada por los hermanos Wachowski, hacia el Mundo Feliz de Huxley, será la robótica el sostén de una humanidad cada vez más inutilizada e inútil? ¿Seremos los bueyes del nuevo arado tecnológico, algo que ya ni entenderemos pero que llevaremos atado a la espalda como un lastre de por vida?

La coz ya la están soltando: sobra gente. No se cómo decirlo, no queremos emplear expresiones "socialmente incorrectas", la eugénesis no pasa tan a menudo por nuestras cabezas, mejor morid libremente en democracia y no nos paséis la papeleta. Los líderes puestos a dedo por el conglomerado financiero mundial, por si acaso, ya han diseñado la Hoja de Ruta... No hay pan para tantos... así que nos lo quedamos los chorizos. 

CEDRO gestionará cada céntimo generado por un vínculo en cada página, la información volverá a manos de unos pocos, y así todos más tontos y uniformados, que ya está bien de filósofos de salón que luego van de revolucionarios pero quieren su tablet, su i-pad, su capacidad de decidir sobre su cuerpo...

Esa educación que quieren quitarnos es la que nos ayudaría a prevenirnos del golpe (el de verdad) que está por venir... pero para cuando se acumule suficiente nieve y caiga el alud, ya no sabremos ni quien somos, y los portátiles no sirven para encender un fuego.

Gracias, Snowden, Assange, Dotcom… por hacernos ver que el agujero es enorme, y que vamos de cabeza como los lemmings.

Asistamos con bovina estulticia al ocaso de la luz de la Ilustración, y entremos juntos y ordenados en largas y ondeantes filas en el Embrutecimiento...

Están todos y todas invitados.


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