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Llueven los diminutivos

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Que el español es una lengua apta para expresar afectos (y desafectos) nadie lo pone en duda. En mi humilde opinión, puede que sea la lengua romance que más ha desarrollado esta capacidad, muy por encima de otras -el francés es un claro ejemplo-, que han ido tomando otros derroteros (como el de la expresión cartesiana del pensamiento, nunca mejor dicho).

diminutivos5Dentro del ámbito de la mencionada aptitud para evocar sentimientos, nuestra lengua descuella en aquélla que se orienta en la manifestación del amor, el cariño, la simpatía. Por ello, trataremos esta vez de los diminutivos, cuyo alcance sobrepasa con mucho el de la mera indicación de un tamaño o proporción reducidos.

Los diminutivos españoles más característicos consisten en partículas que se añaden  al final de las palabras. Y digo bien palabras porque uno de los rasgos más exclusivos de nuestra lengua consiste en que estos sufijos no sólo aparecen postpuestos a los sustantivos sino que también se puden referir a toda clase de categorías:

. verbos: "Al final, pudimos llegar andandito."

. adverbios: "Habla más despacito, por favor."

. adjetivos: "Estás hecho todo un mozalbete."

. interjecciones: "¡Cuidadín!"

Llama la atención cómo, en algunos casos, la solución diminutiva ha abolido la consciencia en el hablante del propio mecanismo de construcción, impidiendo, además, la capacidad de que la palabra base consiga expresar un valor parecido con otro sufijo del mismo tipo. Es el caso, por ejemplo, de villancico, donde al locutor se le veda cualquier otro tipo de solución a partir de un prístino villano para transmitir el mismo significado.

diminutivos2Para concluir esta reflexión sobre los diminutivos, me gustaría señalar su estrecha vinculación con los distintos pueblos de España y su especial modo de servirse de la lengua que comparten. Así, podemos constatar en los mapas dialectológicos de nuestro país cómo los sufijos dominantes llueven en vertical desde el Norte de la Península hacia áreas más o menos remotas:

. "-iño": Galicia y todo Portugal.

. "-ino": Asturias, León y Extremadura.

. "-uco": Cantabria (no tengo constancia de que acabe fluyendo como los demás).

. "-ito" / "-illo": las Castillas, Andalucía central y occidental.

. "-ico":  Aragón, La Mancha oriental, Murcia y Andalucía oriental.

. "-ete": Cataluña, Valencia e Islas Baleares.

Los historiadores de la lengua explican este meteoro gramatical por el modo en que el idioma fue acompañando, de Norte a Sur, a los pobladores y los repobladores de las tierras que se le fueron arrebatando al moro a lo largo de los siglos que duró la  Reconquista.

A mí, como ya sabrán Vds., me gustaría tanto o más que la auténtica lluvia que riega tan copiosamente nuestro tercio norte siguiera el ejemplo de los diminutivos y nos bendijera, aunque sólo fuera por escorrentía, a los que tenemos que soportar los rigores de un clima extremo.

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