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*Fútbol es fútbol

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Aunque parezca mentira, la frase que resume lo que significa el deporte rey en lengua española la pronunció un antiguo entrenador yugoslavo del Real Madrid, Vujadin Boskov. No es del todo gramatical puesto que le faltaría, como mínimo, un artículo masculino singular al principio pero la damos por buena sobre todo porque no hay otra mejor para encabezar esta primera referencia al español del fútbol en nuestro Cafrelengua.

futbol2Por primera vez también, no vamos a hablar del uso que de la lengua de Cervantes hacen los hispanófonos de pura cepa sino todos aquéllos que el balompié ha atraído a nuestro solar patrio. Y les puedo asegurar que, en este ámbito, hay ejemplos de hablantes de todo tipo y para todos los gustos.

Empecemos, si les parece, por constatar lo que se me antoja irrefutable: los mejores hispanohablantes adoptivos son, por este orden, los portugueses, los brasileños, los rumanos, los originarios de la antigua Yugoslavia y los alemanes. Como honrosas excepciones apuntamos los casos de los rusos Valery Karpin y Aleksander Mostovói y del búlgaro Lubo Penev. No computamos como castellanohablantes excepcionales en el buen sentido a los futbolistas extranjeros que llegaron adolescentes a España y desarrollaron toda su vida deportiva en nuestro país.

futbol4Llama, pues, particularmente la atención que balompedistas que tienen como lengua madre una lengua hermana como el francés o el italiano sean manifiestamente incapaces de expresarse con un mínimo de corrección y riqueza en nuestro idioma. Creo que esto se puede explicar fácilmente por el hecho de que no lo han estudiado nunca y se conforman con comunicar. Especialmente graves encontramos los casos de Zinedine Zidane o Karim Benzema. El primero tiene una mujer española, vive en Madrid y sus cuatro hijos hablan perfectamente español. El carácter reservado de Zizou ha podido resultar fatídico para su ínfima competencia. El calamitoso nivel del segundo puede explicarse por su origen humilde y sus nulas aptitudes académicas. Entre los francófonos, no quisiera dejar de mencionar a Luis Fernández, francés de Tarifa cuya principal característica como hispanohablante consiste en desplegar una asombrosa mezcla lingüística que se resume en aplicar la norma francesa con vocabulario español y acento andaluz. Cuando el susodicho ejercía como entrenador en España, no pocas veces grababa yo sus intervenciones en los programas deportivos para reproducirlas en clase y que los alumnos detectaran toda la gama de galicismos que en ellas se concitaban.

futbol5Los peores hispanohablantes futbolísticos son, en absoluto, los que tienen el inglés como primera lengua. Pasan años y años para que se decidan a conceder una entrevista en español y, cuando lo hacen, es para echarse a llorar. Ello podría demostrar no sólo y hasta qué punto los anglohablantes están habitados por la suficiencia lingüística de ser sabedores que dominan la lengua del Imperio sino también la poca reflexión a propósito de su propio idioma que se debe de proponer en las aulas de los países de la Commonwealth.

Todos estos señores nos sirven como medidores de qué es lo más difícil de interiorizar en el manejo de nuestra lengua: las diferencias entre ser y estar, entre para y por, el empleo del subjuntivo, la pronunciación de la r doble, de la j y de la z.

Pero qué placer escuchar a un extranjero gritar '¡Toma!' cuando mete un gol con su selección...

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