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Como somos

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Siempre me han gustado las clasificaciones someras para entender el mundo. Nos hacen más fácil comunicarnos con nuestros semejantes intuyendo o razonando que es aquello que necesitan, les motiva o les interesa para que funcionen. También sirven de charla y entretenimiento seudocientífico de cómo vemos el mundo.

Hay tres modelos de personas:

Modelo 1: “Los de hacer”; personas que hacen cosas, trabajan básicamente con las manos y sus rutinas diarias están cargadas de actividad manual. Se expresan a través del trabajo físico, tocando y desarrollando actividades físicas. No se plantean demasiado la finalidad o el cómo se hace, simplemente se ponen manos a la obra y se van adaptando por ensayo y error. Normalmente son muy autosuficientes y se adaptan con facilidad a las dificultades. Su aprendizaje es experiencial.

Modelo 2: “Los de pensar”; resuelven y calculan cada paso que dan en la vida, antes de ponerse a hacerlo. No dan un paso en falso vaya que tenga consecuencias de esfuerzo inútil. Optimizan al máximo sus recursos evitando el esfuerzo físico y las actividades manuales en gran medida, exceptuando aquellas que tienen un objetivo claro. A veces esperan agazapados a que un individuo de “los de hacer” pase por ahí y haga aquello que ellos están viendo que se necesita.

Modelo 3: “Los de hablar”; su manera de adaptarse a los problemas pasa por lo social, por el intercambio de información constante e incesante. Un chorreo de verborrea que no cesa en ningún momento e incluso llega a dar dolor de cabeza a aquellos que les rodean. Sin embargo, su método no es menos eficaz, pues gracias al intercambio de información adaptan sus necesidades, comprendiendo a otras personas que ya lo resolvieron antes o los manipulan oralmente para que se desarrolle la actividad que necesitan, pidiendo ayuda incesantemente. A veces no dejan pensar a “los de pensar” obligándoles a desarrollar la actividad por agotamiento mental.

Seguramente se ha encontrado estos modelos o se puede ver reflejado en alguno de ellos.

Lógicamente nadie es puramente algo, pero si puede haber una tendencia hacia un sentido u otro.

Lo interesante es que los tres modelos se retroalimentan haciendo funcionar la sociedad de manera más eficaz.

El modelo 2, más mental, puede organizar y estructurar más lógicamente las cosas que haya que hacer ahorrando esfuerzo y horas al modelo 1. Por otro lado, el modelo 3 tiene la capacidad de traspasar la información de unas células organizadas a otras, optimizando y acelerando los diferentes casos y soluciones. Por lo tanto todos son complementarios. Sin olvidar que sin el modelo primero, nada se haría tan rápido.

Cuando desarrolle un grupo de trabajo no olvide incluir en su célula un alto porcentaje de sujetos del modelo 1, un par del modelo 2 y algunos del modelo 3. Los primeros ejecutarán el proyecto ayudados por los otros, los segundos discutirán los aspectos más relevantes y clave para que sea más eficaz. Y los terceros aportarán una información extra en la que no se había pensado y que sabe Dios de donde la han sacado.

Ahora bien, si la célula está descompensada, puede ocurrir que el proyecto no salga adelante porque nadie lo ejecute o se convierta en un proyecto artístico de poca eficacia.

Si solo cuenta con sujetos del modelo primero, se hará, pero llevará mucho más tiempo y quizá los aspectos más técnicos no se hayan resuelto bien o pueda haber problemas de seguridad después.

A veces encontramos individuos mortalmente eficaces que encajan en varios modelos a la vez y que pueden resolver cualquier problema. Son como los perritos mixtos, muy sabrosos, pero dominantes por su visión de conjunto y que impiden en determinadas ocasiones el flujo de información y en otras llevan su idea adelante de manera triunfal pero sin variaciones ni colaboración en cuanto a conceptos se refiere. Son proyectos herméticos eficaces normalmente, pero poco sociales.

Piense por un momento en las personas que le rodean en su vida cotidiana, y en qué modelo encajan, no es difícil de identificar, cuando tenga que resolver problemas sabrá a qué modelo dirigirse y quien le facilitará la tarea.

¿Habla mucho? = modelo 3 = información

¿No parece hacer nada? = modelo 2 = consejo

¿Es una hormiguita? = modelo 1 = ayuda

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Sensualidad Vs Sexualidad

La sociedad occidental es una sociedad frenética, donde el tiempo es casi lo más importante. Esto nos lleva a una serie de vicios formales, que afectan a nuestro cuadro social.

La sexualidad prima en nuestra vida, sobre todo cuanto más joven somos. Con el tiempo pasamos a un ámbito más mental, y en las últimas etapas al emocional.

Pero lo que no percibimos es la rémora.

Supongamos que debemos desarrollar afecto, sensualidad, sexualidad y morbo por igual para que nuestro equilibrio personal no se vea afectado y disfrutemos de la vida.

sexualidad4Cuando somos pequeños y aún no hemos desarrollado la sexualidad, nos movemos en el ámbito del afecto, que se reparte entre nuestros padres, hermanos, amigos y personas queridas en general. No podemos prescindir de este afecto, pues para nuestro equilibrio emocional es fundamental. Tampoco tenemos presiones sociales que nos impidan demostrar nuestro cariño en público y somos libres para ser felices.

En el caso de la sensualidad, se manifiesta también a través de gestos inocentes, donde abrazamos a los compañeros por haber marcado un gol, o le hacemos una trenza a nuestra amiga del alma. No tenemos demasiados remilgos en demostrar y lo más importante tocar y ser tocados desde un punto de vista inocente a nuestros semejantes. Como un mono despioja a otro, nosotros podemos ir cogidos de la mano por calle sin que esto suponga un condicionamiento mental. A veces, se producen actos de camaradería entre los cachorros o los niños y niñas, donde se juntan todos tirados al sol disfrutando del frescor del césped o de un momento íntimo social desinteresado. Los ejemplos pueden ser múltiples.

Ahora bien; hemos crecido, y la cosa se complica.

sexualidad2Cuando percibimos la sexualidad, y esta entra en juego en nuestras vidas. Los actos donde dos personas se tocan por afecto o sensualidad sin segundas intenciones casi desaparecen o mejor dicho así se percibe. Ponemos tierra de por medio, en el caso de los hombres es aún más acentuado y se saludan con un apretón de manos evitando el contacto físico en términos generales. Es la educación occidental.

Nos limitamos a tener contacto sensual, solamente con aquellas personas que son de nuestra familia y nuestra pareja. En el caso de esta última la mayoría de las veces y por falta de tiempo, se sustituye la relación sensual por la relación sexual, lo cual empobrece mucho el intercambio de información.

Con el paso del tiempo es aún peor, pues tiende a suceder que una de las partes tiene menos deseo sexual que la otra. Y el problema es que se ha sustituido la relación sensual. Ahora entendemos que si la pareja se nos acerca, lo que quiere es sexo y no relación sensual. Esto hace que la evitemos en la mayoría de los casos, propiciando algo aún más tremendo, que es la falta de relación afectiva, pues no dando pie, no hay ocasión para la relación sexual.

Entonces se produce la rémora.

El desenlace se produce de la siguiente manera:

1.- El humano pierde la relación sensual porque la sustituye.

2.- Pierde la relación afectiva, porque no quiere la relación sexual.

3.- Pierde la relación sexual, pues ya no hay afecto ni ganas.

El tiempo es el factor clave, pero la intención es aún más importante.

Muchas mujeres sustituyen el afecto y la sensualidad del marido por la de sus hijos. Sus condicionamientos sociales son menores que en el caso de los hombres y no tienen tanto miedo en demostrar sus emociones en público. Son emocionalmente más adaptadas.

sexualidad3Para terminar el cuadro, he de introducir el aspecto del morbo. Las fantasías sexuales, y aquellas situaciones que pueden excitar personalmente a alguien.

El morbo, hace que la intensidad en la relación sexual aumente exponencialmente, pero también provoca un alejamiento inversamente proporcional a la sensualidad.

Así como la sensualidad provoca una excitación paulatina, continuada y de efecto duradero, el morbo lo hace de manera rápida, intensa y breve.

Aquel que priorice sus relaciones sexuales morbosas, necesitará tener relaciones más veces en menos tiempo que el que tenga relaciones sensuales de efecto duradero. La sensación de estar más vacío o más lleno por dentro.

En las sociedades occidentales tendemos a tener relaciones breves por la falta de tiempo, es decir, relaciones morbosas más que sensuales. Eso aumenta las infidelidades y los morbos. Pues las relaciones breves a la larga son menos placenteras y no dejan el poso de satisfacción como lo hacen las relaciones sensuales. Estas últimas manejan muchas más terminaciones nerviosas, y además comunican afecto y dedicación.

Con esto, no estoy diciendo que haya que renunciar a las relaciones morbosas. Estas forman parte también del ser humano, y la inteligencia cobra un papel importante en ellas. Es la necesidad de que nos sorprendan, mantener el interés y la atención. No nos gustan las rutinas y cualquier fantasía puede alimentar la relación de pareja.

¿Entonces, que es lo que hay que hacer?

Bueno, no hay una receta específica para cada relación, sino que hay que tantear lo que se necesita. Pero si, habríamos de plantearnos cada uno de manera interior y personal si equilibramos nuestras relaciones afectivas, las sensuales, las sexuales y las morbosas.

No sustituya unas por otras. Dedique tiempo a estar más que a hacer.

Toque a los humanos, no muerden.

Caricias, ternura y tiempo, no solo con su pareja.

Intente abrazar a sus amigos y amigas. Recupere ese ámbito de la infancia que hemos perdido, dándole prioridad al contacto más que a la palabra.

Gestos sencillos como cogerse de la mano, abrazarse, besarse, acariciarse con ternura, tocar el pelo, rascar la espalda o hacer cosquillas en las plantas de los pies son algunos ejemplos.

El camino es tan importante como el fin.

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¿Creencia o religión?

 

¿Si a usted le preguntan si cree en la reencarnación su respuesta es…?

Un alto porcentaje de personas responde afirmativamente frente a esta pregunta.

¿Es usted católico?

Si ambas respuestas han sido positivas, tiene usted una contradicción en sus creencias. Pues no se puede ser católico y creer en la reencarnación. Pues los católicos creen en la resurrección de los muertos, en un sentido totalmente diferente y no en la reencarnación del alma.

No se preocupe, está usted dentro de la norma general. La explicación para esta contradicción es tan sencilla como la diferencia entre religión y creencia.

Las creencias se acuñan normalmente en los primeros años de nuestra infancia, donde llegan las preguntas del tipo… ¿Qué hay detrás de la muerte? Y donde nos planteamos el más allá.

religion2La idea cíclica de reencarnarse es una de las más manidas dentro de la infancia y lo que hemos aprendido entonces luego cuesta no aceptar que es cierto. Durante esas etapas, el aprendizaje es de tipo oral, pasa de unos a otros, como los chistes de Jaimito que todo el mundo se sabe y nos enseñan en los primeros años. Son cuentos agradables, que nos sorprenden positivamente y que enseguida asimilamos como parte de nuestras creencias porque así nos conviene para cerrar una serie de preguntas de difícil respuesta.

Con el tiempo, y la cultura religiosa católica, adoptamos otra serie de creencias sobre las que ya teníamos de tradición oral, y las superponemos aunque esto nos lleve a discordias intelectuales o de fe por comparación.

Lo que a usted le está pasando es que tiene creencias, más que religión.

La religión, no consiste en creer o no en algo, sino, en cumplir religiosamente una serie de tareas que una institución le impone o sugiere, si prefiere esta palabra más amable.

¿La cuestión es porque creer más en lo que nos dice la religión que en nuestras propias creencias infantiles? Las segundas, por cierto, no conllevan obligaciones y son más naturales, no por ello mejores, ni peores.

Lo cierto, es que no hay mucha diferencia entre la creencia de un tipo o de otro, porque ambas son cosas que nos han contado otras personas, que a su vez les contaron a ellos a lo largo de los años y que damos por ciertas y las creemos. No hay una base científica en ello, son simplemente creencias. Es cuestión de fe o dicho de un modo más coloquial, confianza ciega, el aceptarlas para nosotros o descartarlas.

Si alguna vez le han contado algo, que a su vez alguien le contó a esa persona, y así sucesivamente, hasta que el mensaje le llega a usted, podrá observar, que el mensaje original no es a veces ni parecido a lo que le llega. Algo así como el juego del teléfono escacharrado. Pues cada persona aporta parte de su personalidad a aquello que cuenta, y deja detalles que la memoria no recuerda bien, completándolos, ampliándolos o restándole información al mensaje original.

Intuya pues, que un mensaje que llega desde el siglo I, hasta nuestros días debe ser al menos algo impreciso en lo que cuenta. Y esto siendo generoso en la formulación de esta frase anterior.

religion4Está bien, no se me ha pasado por alto, que el mensaje ha sido escrito, y no hablado. Pero tenga en cuenta que incluso se sabe que alguno de los apóstoles no sabían leer y escribir, y que supuestamente escribieron cartas. Me dirá que alguien las escribió por ellos, y que simplemente hicieron de instrumento o vía para desarrollar el mensaje.

Hace no mucho ocurrió, que un traductor en la UE o en las naciones unidas, el lugar es lo de menos, decidió intervenir en vez de traducir, contestando lo que sentía al político, en vez de limitarse a transliterar a las dos partes que debían hablar. Podría haber llevado a un gran conflicto entre países si no fuera porque se dieron cuenta. Pero lo interesante de este hecho es que ilustra perfectamente la idea, de que aquellos textos escritos por traductores no tenían por qué decir lo que se suponía que el redactor dictaba, pues al fin y al cabo el que lo redactaba no tenía manera de comprobar que aquello estaba bien, pues no sabía leer. Debía fiarse. ¿Quién escribió la biblia? Traductores directamente de Dios o eso nos han contado. Otro cuento más y otra creencia más.

Admitamos que todo es impreciso, y no nos desviemos de lo que nos interesa.

Creer no es ni más ni menos que aceptar aquello que nos apetece de lo que nos cuentan. Yo solo digo, que si se ha de creer, deberíamos elegir entre todos los posibles cuentos que nos dan, pues hay muchas opciones posibles. Tantas como religiones y creencias.

Pero lo curioso, es aquellos que deciden no solo creer en algo que les han contado, sino que además adoptan una religión y desde ese mismo momento se ponen a seguir ciegamente por fe, una serie de reglas complicadas y nada naturales que les obliga a tener ritos persistentes como el de no comer carne los viernes en una determinada época del año. Pero lo más sorprendente de esto, no es que no coman carne. Lo sorprendente, es que existe otra norma que dice que si pagas un dinero a cambio, puedes comer carne los viernes durante esa época del año.

¿Es entonces un cuento o un juego? A mí me recuerda al monopoli cuando pagabas para salir de la cárcel y no tenías que esperar 3 turnos.

En el fondo no es muy diferente de las creencias infantiles como la de la reencarnación. Solo que parecen más maduras y fiables porque nos las han inculcado más tiempo y de manera más insistente.

Lo que también me pregunto, es si un hindú o indio, pensaría que su creencia es infantil si leyese este texto. Seguramente no, y probablemente, la defendería a muerte ya que es su creencia desde siempre.

Lo que habría que preguntarle al hinduista, es qué pensaría él, de salvarse simplemente al arrepentirse en el último momento, ya que ellos creen en el karma y el posible mal o bien que hayas hecho a la humanidad a través de toda tu vida.

Sea como fuere, creo que la pregunta que hay que hacerse es… ¿tengo una creencia o adopto una religión?

Si recuerdan los textos anteriores, deberán saber que no solo existen estas dos opciones. Pues lo que acabo de hacer es plantear un dilema de falsa verdad. Existen otras posibilidades, como la de no creer en nada, no creer en algo, creer, adoptar una religión, adoptar varias religiones, o incluso adoptar varias religiones y varias creencias.

Usted decide pero que no le cuenten cuentos, cuéntelos usted.

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