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Viaje fugaz a Japón

Japón es ese país lejano de dibujos animados que ha invadido los hogares de los niños de mi generación. Hermético y a la vez hospitalario, a la vanguardia de las nuevas tecnologías pero conservando los valores de su sociedad más tradicional, con un carácter y cultura muy particulares, completamente distinto de los estereotipos occidentales, no deja indiferente al visitante.  

El aeropuerto es la entrada al escenario en el que viajas, como Goku, para reunir las Bolas de Dragón. Aquí se pueden comprar pases turísticos con entradas a los edificios y lugares más emblemáticos y bonos de transporte incluido. Mi visita fue de un par de días a Osaka, y una escapada de un día a Kyoto y sus templos.

No podía irme de Osaka, ciudad precursora de las camas nicho, sin dormir en una de ellas, lo cuál no resultó ser una tarea fácil. En la mayoría de los casos se trata de alojamientos exclusivos de hombres. Después, comprendí que era porque cuentan con  baños termales unisex, algo muy habitual, y porque está concebido como estancias cortas por desplazamiento profesional. Además, normalmente, no albergan turistas internacionales, por lo que se añadió la tarea de descifrar toda la información en japonés.

japon2La comunicación es el primer miedo que hay que perder. Puedes estar seguro de que vas a encontrarte rodeado de símbolos indescifrables. Después de dar vueltas durante más de media hora buscando el hotel en la ubicación prevista, pregunté con onomatopeyas y lenguaje corporal a una pareja que estaba en una máquina expendedora de las miles que hay en la calle. En general, es difícil comunicarse en inglés, pero son gente muy amable, dispuesta a ayudarte. Miraron el mapa, me miraron a mi, hablaron entre ellos y me señalaron el cartel de la entrada justo en frente de nosotros. ¡Cómo no me habÍa dado cuenta antes de que estaba en la puerta!

Visité los lugares más destacados. Durante este recorrido recibía folletos que sellaba por cada lugar como páginas de pasaporte.

- La Torre Tsutentaku de Hitachi, símbolo de la modernidad construido después de la segunda guerra mundial.

- El reconstruido castillo de Osaka, demostración del poder del imperio en la conquista del País del Sol Poniente.

- El museo de la cultura, donde recorrer una reconstrucción de hogares milenarios con tatami y ventanas de papel.

- El Museo de historia, interactivo pero con toda la información exclusivamente en japonés.

- La calle Tebjinbashisuji, la calle comercial más grande de Japón. Tardé más de 3 horas en recorrerla, suerte que estaba cubierta.

- El barrio de Tombori con sus restaurantes decorados con la especialidad de la casa dando la bienvenida: pulpos, peces globo, vacas gigantes, ¡incluso dragones!

- El puerto de carga, donde se localiza el acuario o el Parque Warner entre otros, barrio humilde reconvertido.

- El barrio Umeda, comparable al barrio de Serrano. Destaca el centro comercial Big Five con su noria roja, y el interés por la moda de las chicas japonesas, por cierto, colonizado por Inditex y sus hijos Zara y Bershka.

No visité el Museo de la Segunda Guerra Mundial porque estaba en obras. La próxima vez.

En el plano socio-cultural, destaca como es predecible la gastronomía, y una situación que personalmente me sorprendió: los baños termales entre bambú.

japon5El pequeño Shin-Chan me enseñó que cuando comía “Ramen” se relamía los bigotes, así que no me la jugué. Esta sopa con tallarines está disponible en cualquier lugar, pero es una denominación genérica, es como ir a Italia y pedir espaguetis, tienen una carta completa de variedades de “Ramen”. En estos casos, sí toca jugar a la lotería. Cuando llega el plato, te preguntas cómo demonios se come eso. En ese momento, te das cuenta de que, cuando los orientales hacen ruido mientras comen, para ellos no tiene una connotación de falta de educación, sino de practicidad. Donde fueres, haz lo que vieres.

Sushi o Sashimi también son una apuesta segura. Kushikatsu son unas “gambas a la gabardina”  enriquecidas con una gran variedad de carnes, verduras, pescados y mariscos. Especial mención merece la carne conocida internacionalmente como “Kobe”, que ni se llama así en Japón, ni es criada exclusivamente en esa región, aunque sí hace honor a la calidad exquisita. El Takoyaki es típico de Osaka, una “albóndiga-croqueta” con un trocito de pulpo en su interior. Rico, rico.

Siempre que viajo llevo un bañador en la maleta. Preparada, fui hacia una sauna termal urbana femenina, de entrada similar a la de una piscina. De repente, cambiándome en el vestuario, percibo la risa burlona de un par de adolescentes japonesas. Miro de nuevo a mi alrededor, y era la única que llevaba bañador. Tenía dos opciones: irme igual que había venido sin ni siquiera entrar a la sauna, o entrar tal como vine al mundo. Haciendo honor al refrán anterior, elegí la segunda opción.

Una vez en el interior, no resultó ser tan dramático. Tienen una estricta ceremonia de higiene antes y después de acceder a la sauna en la que se sientan desnudos en un taburete y se enjabonan minuciosamente. Después comprendí que llevaban una pequeña toalla para cubrirse cuando permanecían en cada fase del recorrido, pero yo al principio no la utilizaba con este fín y esto les provocaba reparo. La aprensión tiene diferente rasero.

Japon6En Kyoto visité varios templos, pero no llegué a interactuar con sus habitantes. Mi percepción es que, más allá de la religión tradicional, practican el Kendo o el Reiki como terapias espirituales de conexión con la naturaleza, el cuerpo y el alma.

Las cosas más preciosas de Japón son las curiosidades que descubres por sorpresa. Retretes con música y calefactor; líneas de señalización en la entrada de los vagones para hacer cola; máquinas expendedoras de calcetines con separacion entre el dedo índice y el corazón para los zuecos en la calle; la marea de gente a la salida del metro perfectamente vestidos todos ellos con traje oscuro y camisa los hombres, falda de tablas y camisa clara las mujeres; colas a primera hora de la mañana en los casinos para jugar a “Pachinco”, el juego adictivo número 1 entre los japoneses; carteles explicativos con dibujos; tiendas de anime del tamaño de un centro comercial.

En un determinado momento, tuve la sensación de vivir las historias de la vida diaria de mis héroes favoritos que había soñado en la infancia, y lo sentí como algo extremadamente lejano. ¡Cómo pasamos de un mundo a otro viviendo en el mismo lugar, y en qué momento dejamos de ser niños!

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