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Tiempos difíciles (III)

Resumen de las partes I y II: Zeus decide bajar del Olimpo para concebir un hijo con una mortal, con el fin de que este le permita estrechar sus lazos con la Humanidad. En Atenas, se encapricha de una joven camarera llamada Eleni, a quien decide abordar bajo la apariencia de un héroe de nuestros días: el futbolista Cristiano Ronaldo. Ante la expectación que despiertan por la calle, Cristiano-Zeus y Eleni deciden refugiarse en casa de la muchacha.

III

Eleni cerró la puerta de casa tras de sí con el corazón latiéndole a mil por hora. A su lado, Zeus, metamorfoseado en Cristiano Ronaldo, examinaba el humilde piso como un turista curioso.

- ¡Hola, cariño! Estoy fregando la cocina, no vengas para acá. Quédate con la abuela en el salón, que ahora voy yo – la voz de su madre sacó a Eleni del ensimismamiento y, de algún modo, le resultó reconfortante: pronto saldría de dudas sobre si estaba volviéndose loca.

La abuela dormitaba en el salón con la televisión a un nivel inaudible. En cuanto oyó a los dos jóvenes entrar, abrió los ojos muy dignamente, como si su siestecita no hubiera sido más que un leve parpadeo.

dificil2- ¡Eleni! ¿Y este chico tan guapo? Me resulta familiar…
- Soy Cristiano Ronaldo, señora, terror de cíclopes y monstruos marinos. Seguro que ha oído algún poema en mi honor…
- ¡Pe-pe-pero si es Cristiano! ¡Ahhh! – en el marco de la puerta, Nikos, el hermano adolescente de Eleni, parecía a punto de hiperventilar.
- Eso creo… - acertó a musitar su hermana. En ese momento, la joven notó una leve presión en el brazo. Sofía, su madre, le indicó que saliera al pasillo.
- ¿Es él de verdad?
- Sí. Pero actúa de manera extraña, como si se hubiera dado un golpe en la cabeza. Además, habla griego perfectamente. Es todo muy raro… Me lo voy a llevar a que le echen un vistazo en urgencias.

Decidida, Eleni entró en el salón y apartó a su hermano de su ídolo, que parecía un tanto abrumado con tanto selfie. Nikos gruñó algo ininteligible y miró a su hermana con todo el odio visceral de sus quince años.

- Nos vamos al médico –dijo la muchacha en cuanto cerraron la puerta del piso.
- No, no, no de médicos nada. ¡Si estoy sano como un roble! ¡Mira qué abdominales, qué músculos heroicos!  -ante la turbación de Eleni, Zeus se levantó la camiseta y le obligó a tocarle– Nadie puede rendirse a un hombre así, ¿verdad?
- Supongo… supongo que no. Pero no es tu cuerpo lo que me preocupa, sino tu cabeza. Está claro que algo te pasa. ¿Te acuerdas del teléfono de tu agente o de tu entrenador?
- ¿Que yo estoy mal? ¿Tú te has oído hablar? ¿“Agente”? ¿“Teléfono”? Pero nos estamos yendo del tema. Ven, siéntate aquí, que tenemos que hablar.
- ¿Aquí en el descansillo? Mejor vayamos lejos de oídos indiscretos. Ven -con un suave gesto de la cabeza, Eleni le indicó que subiera las escaleras hacia la azotea-.

El sol ardía implacable en lo más alto del cielo. Se sentaron bajo un pequeño voladizo de uralita. Cristiano-Zeus parecía confuso y un poco irritado.

- No entiendo por qué aún no has caído rendida a mis pies. He hecho esto cientos de veces y siempre es coser y cantar: llego, seduzco y fecundo. Y poco después, ¡pam! ¡Nuevo semi-dios! Pero contigo no sé qué pasa. ¿No te agrada mi apariencia? ¿No te sientes halagada porque te haya elegido, de entre todas las mortales, para renovar mi alianza con la Humanidad?

Cada vez más convencida de que estaba ante un loco peligroso, Eleni se sacó discretamente el móvil del bolsillo. Con un simple movimiento de cabeza, Zeus se lo arrebató de las manos y lo lanzó al otro lado de la azotea.

- ¿Qué os pasa con esos cacharros? Os tienen sorbido el cerebro.
- ¿Cómo has hecho eso?
- ¿Eso te impresiona? Pues a ver qué te parece esto…

dificil6De repente, el cielo se cubrió de unas nubes negras que, en cuestión de segundos, descargaron furiosas contra la tierra. Fascinada, Eleni contemplaba el espectáculo al abrigo del tejadillo.

- Pero… ¿quién eres?
- Soy Zeus, señor del trueno y dios de dioses. Bajé del Olimpo para procrear con una mortal y poder así sellar un nuevo pacto con los hombres. Pero me temo que no hay nada que hacer –suspiró-. Hacía mucho que no venía por aquí, ¿sabes? El mundo antes era un lugar más luminoso… Quizá también más duro y cruel, pero más auténtico al fin y al cabo. Pero ahora os veo tristes, con la mirada perdida. ¿Qué ha pasado?
- Bueno… Muchas cosas. Las personas ya no buscamos respuestas en las estrellas ni consuelo en los dioses. Vamos, sigue habiendo algunas religiones pero… digamos que no son tan pintorescas como la vuestra. Vuestras historias aún perviven en los libros, pero para nosotros son como cuentos, maneras de explicar los fenómenos atmosféricos, el origen de ciertos lugares… Nada con lo que nadie pueda sentirse identificado hoy en día.
- Pero, ¿y si les mostrase mi poder, igual que he hecho contigo? ¡Tendrían que creerme!
- Mmmm… Puede que al principio sí. Pero luego los hombres volcarían todo su resentimiento contra vosotros. Os pedirían cuentas por todo lo que no funciona en sus vidas, fuera o no responsabilidad vuestra. Como un servicio de atención al cliente sin descanso.

Aunque no terminaba de entender esa última frase, Zeus comprendió lo que Eleni quería decir. Después de tantos siglos de desinterés por la Humanidad, no era sensato volver así, a las bravas. Sería como esos padres de familia que, tras haber abandonado a los suyos a su suerte, deciden regresar a casa años después porque se sienten viejos y solos. En casos así, lo que menos cabe esperar es cariño o reconocimiento.

- De acuerdo, lo más sensato parece seguir como estábamos. Eso sí, prometo prestaros más atención y, en la medida de lo posible, favorecer el destino de esta hermosa nación desde la distancia. ¿Qué puedo hacer para ello?

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dificil4Como cada noche a las cuatro y media, el Primer Ministro griego se levantó al baño a oscuras. En esta ocasión, sin embargo, tropezó con algo y cayó al suelo, maldiciendo entre dientes. Al encender la luz, no pudo evitar pensar que seguía soñando: la amplia alcoba presidencial estaba ocupada por unos veinte sacos enormes repletos de monedas de oro puro. En uno de ellos, encontró la siguiente nota: “Espero que esto sea suficiente para pagar a la señora alemana. Prometo no volver a descuidaros tanto. Z.”

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