a propos

Limónov

En la cola de un shawarma turco entendí la atracción del imperio de los sentidos, que puede dinamitar los muros de racionalidad y las construcciones culturales que salvaguardan nuestros convencionales reinos. Nunca antes había sido desafiada mi fortaleza. Fue una mirada desde el final del mostrador, un instante que hizo saltar por los aires la sólida armadura de convenciones que protegen mi frágil yo. Ese momento pudo ser un brusco giro en mi sendero vital, pero se quedó en una mirada turca. El paso de los años me hizo entender que esa intensidad sensorial disparada desde unos ojos azabaches es mi talón de Aquiles, la antesala de lo que pudo ser y no fue, reducido por mis guardaespaldas al pasado y manteniendo el presente a salvo.



limonov2Una vida desafía mi armadura. No la mía, convencional, temerosa. Yo soy un cobarde ensoñador que trago las vidas imaginadas de los valientes. De los libres. Desde niños nos entrenan a querer ser. A construir castillos de arena de lo que pudo ser y nunca fue. Limónov fue. Una vida en continúa lucha por salvaguardar el imperio de los sentidos. Limónov pudo ser, y es.

Hermoso. Salvaje. Cruel. Es real. No ficción. Y lo que pudo ser, es. No circunstancias históricas fabricando héroes nacionales, universales. Un nacer y crecer en un lugar con fecha determinando tu ser. No. Existen los que eligen la libertad de sus sentidos. Esos que, a pesar de los contrafuertes de cemento, huyen con todas sus fuerzas para alcanzar lo que pudo ser y fue. Existe Limónov. El hombre moldeado por su libertad. Es quién quiso ser.



limonov4Nacer en las profundidades del aislamiento físico a orillas del Volga, en plena postguerra, bajo un sistema que engulle toda resonancia individual del yo, la "antigua Unión Soviética", era una firme condena a ser miembro del club de perdedores de las circunstancias históricas. Limónov sobrevivió a la Unión Soviética. Sobrevivió a la meca del individualismo capitalista de los años 70, Nueva York. A la Rusia de Yeltsin, de Putin, de los oligárquicas. Su rebeldía creativa avanzó como una apisonadora sobre restricciones morales, sociales, culturales, políticas por Moscú, Nueva York, Paris, Serbia,  Kazajstán, allí donde pudo estar, estuvo. Limónov existe.

No fue un soldador con número en una de las gigantes fábricas de la metalurgia soviética. No fue un complaciente bufón intelectual ruso en los salones con vistas al Central Park. No fue un exótico animal en la corte de la Factory neoyorkina. No fue un chapero ruso en las sucias calles de "Taxi Driver". No fue parte de la "Divine Gauche" a la orilla izquierda del Sena. No fue un letrista de directores artísticos de la fábrica gubernamental moscovita. No fue el periodista que observa desde la barrera el devenir de los acontecimientos. Fue Limónov.

limonov6Una vida anclada en la historia del continente euroasiático del siglo XX. Puede ser amado por hermosas mujeres eslavas, y lo es. Puede ser un escritor de culto a quien emular, y lo es. Puede ser un predicador de almas perdidas, y lo es. Puede ser el santón que todos en la sala escuchan sin interrupciones, y lo es. Puede ser el valiente soldado que corre a alistarse para defender una reino perdido en la perdida Yugoslavia, y lo es. Puede ser el francotirador en una guerra olvidada, y lo es. Puede ser el salvador de los desahuciados de la Rusia post soviética, y lo es. Puede ser el opositor de Putin que acaba con sus huesos en la cárcel, y lo es. Puede ser una vida para ser contada por un escritor francés, y lo es. Puede ser cruel, y lo es. Puede ser el que ama, y lo es. Puede ser odiado, y lo es. Es Limónov. Una vida en libertad. Un salvaje triunfador en el imperio de los sentidos. Un protagonista de la historia europea del siglo XX. Limónov, pura vida.


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