a propos

Gilles-Éric Séralini

Buena parte de las cosas que sigo aprendiendo me llegan a través de podcasts, programas de radio ya emitidos en directo y ofrecidos en la Red por las distintas cadenas para que los oyentes se los descarguen y los oigan cuando y donde mejor les convenga.

Lamentablemente, la mayoría de estos podcasts no están en español pues, desgraciadamente, los medios de comunicación españoles nos hurtan contenidos mollares y privan a menudo de la palabra a todos aquellos hispanófonos competentes que los podrían vehicular.

Es por esto por lo que, en esta ocasión y con todas mis limitaciones (soy de Letras), intentaré trasladar lo que representa la figura de Gilles-Éric Séralini en la Ciencia europea y mundial. Lo conocí desde que me aficioné a escuchar la emisión semanal Terre à terre, de France Culture (cadena temática de Radio France, la radio pública de nuestro país vecino). Es invitado con cierta frecuencia a ella por su conductora, la periodista Ruth Stégassy, profesional que, sin duda, merecerá otro A propósito de...

Gilles-Éric Séralini (Bône, Argelia, 1960) es, desde 1991, profesor de Biología Molecular de la Universidad de Caen (Normandía, Francia), investigador en su Instituo de Biología Fundamental Aplicada y codirector en la Casa de la Investigación en Ciencias Humanas de esta misma Universidad.

serlaini2Con este pedigrí, ya se pueden Vds. figurar que la principal alternativa que se le planteó a este señor fue la de secundar los trabajos de los gigantes de la agroindustria o enfrentarse a ellos. Por coherencia, decidió complicarse la vida haciendo lo segundo, denunciando los peligros que entraña para la salud del planeta y sus pobladores la generalización del cultivo de determinados organismos genéticamente modificados y las prácticas de la agricultura convencional.

Me limitaré, pues, a trasladar de la manera más clara de la que soy capaz, lo que este científico y la periodista de marras me han ido transmitiendo a través de toda una serie de intervenciones radiofónicas. Pido disculpas de antemano por todo lo que no les quede suficientemente claro o los errores científicos que pueda cometer en la traslación. En tal caso, para más y mejor información, no me quedará más remedio que remitirlos a la obra escrita y audiovisual del profesor Séralini:
Le sursis de l'espèce humaine, Belfond, 1997.

Nous pouvons nous dépolluer !, Josette Lyon, 2009.

L'Évolution de la matière, de la naissance de l'Univers à l'ADN, Pocket, colección
« Explora », 1994.

OGM : le vrai débat, Flammarion, 2000. (ISBN 978-2080357335)

Ces OGM qui changent le monde, Flammarion, 1er janvier 2003 (presentación: http://www.criigen.org/SiteFr//index.php?option=com_content&task=view&id=305&Itemid=3).

Après nous le déluge ?, Flammarion, 2006. (ISBN 978-2082105491; presentación: http://www.criigen.org/SiteFr//index.php?option=com_content&task=view&id=67&Itemid=38)). Coautor: Jean-Marie Pelt.

Génétiquement incorrect, Flammarion, 2011. (ISBN 978-2082100946, presentación: http://www.criigen.org/SiteFr//index.php?option=com_content&task=view&id=76&Itemid=38)

Tous cobayes !, Flammarion, 2012. (ISBN 978-2081262362)

Nous pouvons nous dépolluer, Broché, 2009. (ISBN 978-2843191886)

Así, pues, tengo entendido que el cuerpo humano y sus billones de células no sería sino una sopa viscosa desparramada por el suelo si no fuera porque incorpora dos fabulosos sistemas de comunicación o de transmisión de datos: el nervioso (de naturaleza eléctrica) y el hormonal (de naturaleza química). Las células se 'hablan' entre sí por impulsos eléctricos o químicos en cuestión de microsegundos. Cada vez que este 'diálogo' fracasa, la puerta se abre a la enfermedad.

Séralini llama 'xenobióticos' a todas aquellas sustancias de síntesis producidas masivamente, sobre todo tras la Segunda Guerra Mundial, por la industria química del petróleo y sus derivados. Estos cientos de millones de toneladas vertidos en la exigua capa de la biosfera impiden la correcta comunicación celular en los animales y las plantas y explican la multiplicación de casos de...

    . enfermedades medioambientales en los animales salvajes (malformación de los órganos sexuales, hipofertilidad y alteraciones en el comportamiento) y en los seres humanos (disminución de un 50% del número y de la calidad de los espermatozoides),
    . alteración del funcionamiento de las glándulas tiroideas y suprarrenales,
    . desarrollo de alergias e intolerancias alimentarias,
    . enfermedades autoinmunes (lupus, esclerosis, etc.),
    . enfermedades neurodegenerativas (párkinson, alzheimer, etc.),
    . trastornos psíquicos (bipolaridad, depresión, etc.),
    . mutaciones genéticas, genéticamente transmisibles.
    . cáncer.

Los xenobióticos, sustancias contaminantes que impiden la comunicación celular, son moléculas de origen fósil y se ceban también con nuestros 480 genes detoxificadores. Actúan, con respecto a las redes de transmisión eléctrica y química, como lo hacen los blísteres, películas plásticas con las que aislamos los alimentos. Son extremadamente ˝finos˝ -tienen una gran capacidad de infiltración en los lugares más recónditos del organismo- y ˝pegajosos˝ -ofrecen una enorme resistencia a los procesos naturales de limpieza y eliminación- pues, en origen, consistían en aromas empleados por las plantas de hace millones de años para su reproducción sexual a distancia. Son vehiculados por todos los derivados del petróleo (los respiramos, los bebemos, los tocamos). No hay un sólo kilogramo de nuestra carne que esté libre de ellos. Se van acumulando a lo largo de nuestra existencia y en mayor medida cuanto más ˝desarrollado˝ sea nuestro tipo de vida.

La Epidemiología, que es la ciencia médica que se encarga de estudiar las enfermedades que pueden afectar a un gran número de personas, está demasiado acostumbrada a ocuparse de aquéllas que tienen su origen en virus o bacterias. Enfermedades que tienen una sintomatología clara y que afectan muy reconociblemente a determinados órganos o partes de nuestro cuerpo. Esta ciencia no está pertrechada ni teórica ni prácticamente para enfrentarse a estas nuevas enfermedades en la que los tiempos de manifestación se multiplican y los síntomas pueden referirse a cualquier aspecto (el más vulnerable en cada sujeto) de la comunicación celular.

Por otro lado, el procedimiento sanitario ordinario que puede desembocar en la retirada de tal o cual producto susceptible de causar las enfermedades citadas más arriba requiere estudios epidemiológicos. Pero, ¿qué científico va a efectuar análisis de presencia de metales pesados en el organismo de un enfermo de párkinson? ¿Con qué fondos (pues es preciso evaluar miles de casos para sacar conclusiones relevantes)?

serlaini3El doctor Séralini nos dice que, por lo que atañe a los pesticidas, los estudios epidemiológicos conciernen sólo a sus principios activos. Pues bien, él ha demostrado que los nueve principios activos declarados de los nueves pesticidas más empleados en la agricultura convencional son mil veces menos tóxicos que el pesticida en sí. ¿Por qué? Porque la ˝eficacia˝ del pesticida depende en buena medida de los coadyuvantes que se le añaden en su particular composición. Ocurre, sin embargo, que estos coadyuvantes forman parte del ˝secreto industrial˝ de la empresa correspondiente y que los Estados lo protegen. Por otro lado, los estudios epidemiológicos oficiales se llevan a cabo sobre cobayas por períodos (pocos meses, como mucho) demasiado breves para que las sustancias objeto de análisis puedan expresarse debidamente en los organismos en los que han sido inoculadas.

Por si esto fuera poco y para colmo, las empresas detentoras de las patentes de los productos examinados recusan a las ratas y ratones de los laboratorios como cobayas por ser animales propensos al desarrollo de tumores. El profesor Séralini nos recuerda que estos pobres seres vivos que tanto servicio le prestan a la Humanidad son ya el producto estandarizado de criaderos especializados que los nutren deficientemente (con subproductos de la agricultura convencional más pesticidada) y es precisamente este tipo de cría el que los vuelve propensos a la enfermedad.

A pesar de todo, Gilles-Éric Séralini confía en que nos podemos desintoxicar (cf. el título reseñado, Nous pouvons nous dépolluer [Podemos descontaminarnos] ) y su próximo libro consistirá en un recetario de cocina sana redactado con el chef Jérôme Douzelet.

Tomar conciencia de estos riesgos y encararlos implica cuestionar el mito de progreso que nos han vendido y la denuncia de inadmisibles complicidades a las que no nos tendríamos que acostumbrar jamás.


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