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NEAL CASSADY ODYSSEY

nealcassady1

...y todo por electrificar el cosmos.
Henry Miller

Muy bien, ahora, vamos a cruzar esa montaña, abrir una brecha, palidecer en el fuego, construir la leyenda: y después, ¿qué? Levantaremos un fuerte sobre un arrullo de frutas silvestres, ofenderemos a los dioses danzando ininterrumpidamente hasta que los huesos sangren con los ritmos de los ángeles del Bop: y después, ¿qué? nealcassady2Probaremos el vino de la discordia, aquel que solo puedes conseguir en Salt Lake City: y después, ¿qué? Bajaremos al lago para extraviar el futuro, recuperaremos todos los poemas de Corso, hasta los inconclusos: y después, ¿qué? Hablaremos sin silabas y si recibimos postal de Salt desde New Heaven, olvidaremos todo lo demás: y después, ¿qué? Nos dirigiremos a la ciudad atravesando praderas con los pies descalzos, como Bhikkhus, con los huesos del general Custer como único alimento, bebiendo las lagrimas de toda una generación mientras en el vientre de nuestras mujeres se cocina el fuego de la siguiente: y después, ¿qué? Llegaremos a la ciudad donde nos recibirán igual que a Moisés cuando llego a Egipto y nos brillaran las pupilas a causa de la mescalina y los subterráneos sabrán que es cierto: y después, ¿qué? Escucharemos a los trovadores de la lírica encendida recitar sobre bocas de riego a orillas del Hudson: y después, ¿qué? Peinaremos calles y avenidas en busca del viejo Bill, en una pesquisa de dimensiones épicas cual caballeros de la corte del rey Arturo tras el santo Grial: y después, ¿qué? Nos inyectaremos la sabiduría del viejo y la vomitaremos hasta que caiga el sol: y después, ¿qué? Visitaremos a Carolyn y la pequeña Jami nos dará un beso en la frente y también el arco iris:y después, ¿qué? Amarnos, amarnos, amarnos, amarnos, amarnos, amarnos sin interrupción: y después, ¿qué? Cruzaremos el país en un coche sin luces de freno, llegaremos a la costa del Pacifico con el deposito en reserva y la lápida de Marcel Proust en los bolsillos: y después, ¿qué? nealcassady3Sobre las escamas de Frisco enterraremos la cruz, luego atravesaremos las fauces de la fría noche californiana y los recuerdos brillaran en medio de las tinieblas como antorchas diseminadas en una gran sala, perpetuando nuestro resplandor hasta el fin de los tiempos...

De pronto una voz se abrió paso entre la multitud congregada, una voz que sonó como un chispazo al decir lo siguiente: y si no hay un, ¿nosotros?

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