Diario de una funcionaria primeriza

La primera impresión (no) es siempre la que cuenta

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Un día recibo una llamada al móvil. Me dicen que llaman para ofrecerme una plaza de funcionaria interina en la Administración X (llamémosla así a partir de ahora para que ningún Organismo Público se dé por aludido).

Llevaba casi dos años en una bolsa de empleo y ya había perdido la esperanza de que me llamaran, sobre todo porque se había vuelto a convocar la oposición, a la que por supuesto me iba a presentar, que crearía una nueva bolsa de empleo.

Yo estaba trabajando con un contrato temporal, pero llevaba ya más de dos años en la empresa, por lo que me daba un poco de miedo irme a una interinidad. Sin embargo, ya llevaba un tiempo queriendo cambiar de empleo, y me aseguraron que se trataba de algo estable y el destino sonaba (en principio) interesante, así que no me lo pensé dos veces. La Administración Pública me esperaba.

Llega el primer día de trabajo y voy, con mi precioso Título de Diplomada en Turismo en la mano (me dijeron que lo llevara, aunque para ser auxiliar administrativo solo se requiere Graduado Escolar, pero parece que siempre queda mejor decir que tienes estudios universitarios), a tomar posesión.

impresion2Una vez firmado todo, fidelidad a la Constitución incluida, tengo que hacer acto de presencia ante mi nuevo jefe. El problema es que nadie sabe quién es.
Mi destino (a partir de ahora “Lugar de Trabajo”, a secas), por lo que en seguida supe, era una incógnita dentro de la Administración X. Nadie sabía qué era, ni dónde estaba ni quién trabajaba allí. NI siquiera se conocía su existencia, al parecer lo descubrimos a la vez.

Tras varias llamadas, las amables funcionarias (no es ironía, fueron muy simpáticas, sobre todo porque creo que les di un poco de pena, tan jovencita y desvalida que era yo entonces) descubrieron dónde estaba mi Lugar de Trabajo y a quién tenía que rendir cuentas, así que me mandaron a presentarme ante mi superior directo, con quien acababan de hablar y quien, por cierto, no trabajaba en mi Lugar de Trabajo (de hecho, como descubrí más tarde, no pasaba por allí ni por casualidad). Me recomendaron que cogiera un autobús pero yo, que soy mucho de andar, hice caso omiso del consejo.

 Tras una larga caminata llegué al lugar donde me habían enviado, expectante por conocer a mi nuevo jefe (a partir de ahora, el Jefe Ausente). Pero no estaba. Hacía una media hora que habían hablado con él diciéndole que iba para allá, pero él no estaba. Así que me tocaba esperar.

Me recibió su secretaria. Una de las dos que tenía porque, al parecer, necesitaba a las dos.

La chica, algo más mayor que yo y también muy simpática, me estuvo dando conversación (relatándome las maravillas de la Administración X) durante la más de media hora que tardó en aparecer el Jefe Ausente.  Nunca supe lo que estuvo haciendo durante el tiempo en el que lo estuve esperando.

El Jefe Ausente apareció con un semblante muy serio. Tan serio que me dio una punzada de miedo cuando me invitó a pasar a su (enorme) despacho.

Sin embargo, una vez dentro del despacho, su cara se transformó en una extraña mueca y ya no dejó de reír durante todo el tiempo que estuve allí.

- ¿Es la primera vez que trabajas en una Administración Pública?

- Sí.

Pequeña carcajada del Jefe Ausente.

- Aquí vas a tener mucho tiempo libre.

Nueva carcajada.

impresion3- Puedes aprovechar para estudiar la oposición.

Carcajada otra vez.

- Voy a llamar al funcionario que estaba antes en el Lugar de Trabajo para que te explique lo que tienes que hacer, porque él lo sabe mejor que yo.

Carcajada, carcajada, carcajada.

Entonces llama a mi predecesor, un funcionario que, al entrar a la Administración X, fue destinado al Lugar de Trabajo, y se pasó allí varios años hasta que, recientemente, había aprobado la oposición y había tenido que cambiar de destino porque, entonces me enteré, el Lugar de Trabajo no aparecía en ninguna Relación de Puestos de Trabajo, ergo como si no existiera. Pero existía, ya lo creo que existía.

Llega el que, a partir de ahora, llamaremos Funcionario Predecesor y el Jefe Supremo sigue sin dejar de reír por todo.

Me enteré entonces de que Funcionario Predecesor seguía yendo al Lugar de Trabajo por las tardes, para hacer algunas tareas. Por las mañanas trabajaba en el puesto que tenía asignado, y por las tardes allí.

Tras una corta conversación, Jefe Supremo me invita a irme a mi casa, que bastantes emociones había tenido ya, y a volver mañana, pero ya al Lugar de Trabajo, donde él se pasaría más tarde. Pidió a Funcionario Antecesor que quedara un poco antes conmigo porque “no la vamos a dejar el primer día sola con (a partir de ahora llamado) el Funcionario Tópico, a ver si se va a asustar”.

Ante ese comentario, pues claro, me asusto. Y eso que no sé aún nada de Funcionario Tópico, pero si de primeras me lo venden así…

Nos despedimos de Jefe Ausente y nos dirigimos hacia el metro. Funcionario Antecesor se quedó a mitad de camino, para dirigirse a su puesto, no sin antes decirme que en Lugar de Trabajo iba a estar muy muy muy bien.

Yo me fui, no sabía si contenta, si asustada, si ilusionada, si impactada…Sin saber realmente aun lo que me esperaba. Al día siguiente podría salir de dudas.

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