LA MEMORIA EN IMÁGENES I. MISTER VALLECAS
Todos tenemos una caja llena de objetos de los que nos cuesta desprendernos. La mayor parte del tiempo permanece cerrada, escondida en algún recóndito rincón de una estanterías o un armario. Puede que pasen años sin que la recordemos; habrá quien la olvide para siempre...
Compré hace tiempo unos botines que apenas uso en Salvador Bachiller. Me los entregaron en una caja de tela marrón con la marca impresa en un tono más claro sobre la tapa. Esa caja tiene desde hace años una función mucho más importante que los propios zapatos. En su interior guardé la mayor parte de las fotografías antiguas de la familia, la memoria en imágenes de mis antepasados, algunos documentos históricos, copias en papel de retratos realizados en soporte de cristal, de finales del XIX, algunos testimonios que dan fe de sucesos tan lejanos como la Guerra de Cuba.
Como la melancolía es un rasgo persistente de mi carácter, de vez en cuando desempolvo esa colección de momentos y reparo en una certeza indiscutible: con el paso del tiempo me resulta imposible saber cuántos de mis recuerdos son propios y cuantos fruto de las anécdotas que han saciado mi curiosidad al revisar infinitas veces todas estas fotografías con los distintos miembros de mi familia.