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Estación de gas II: Historia breve de mi último milenio

Historia breve de mi último milenio

Siempre fueron mirados con recelo pero, a fin de cuentas, nosotros los habíamos creado. Todavía hoy me sorprenden. La manera de vivir de los milenios pasado se me hace absolutamente desconocida por incomprensible. ¿Cómo habíamos podido estar tan ajenos? Qué decir de los modos de vida anteriores durante aquellos primeros milenios, me resultaba inimaginable haber podido vivir un tiempo ideal. Pero sí puedo imaginar la sensación de recelo que describe la historia antigua frente al extranjero, frente a las nacionalidades y las razas diferentes a la propia, la diferencia entre géneros y clases que planeaba sobe las sociedades de aquellas civilizaciones. Hoy los diferentes somos nosotros, pero la amargura y el miedo desaparecieron cuando tomamos conciencia de nuestra finitud una vez rebasadas las fronteras de la mezquindad.

El tiempo en que los Mecas se consolidaron como fuerza de trabajo cambió definitivamente nuestra existencia. Las sucesivas crisis de los sistemas sociales y políticos dieron paso a la gran crisis del sistema económico que nos condujo a la civilización actual, integrada en una sociedad única. Primero fueron los impuestos a las macro corporaciones para sostener un estado social con miles de millones de personas desocupadas pero que a fin de cuentas mantenían el sistema mediante el consumo. El crimen se extendió durante siglos. Era imposible atender las prioridades de los enfermos, los ancianos y los niños; ni las necesidades de la población activa. El periodo de transición hasta la desaparición total del dinero produjo la mayor desigualdad vivida por la especie humana. La situación previa a la abolición del sistema económico obligó a los estados, convertidos en corporaciones, a proporcionar un salario social para que el consumo no se desplomara. Si el consumo se desplomaba, qué sentido tenía la producción imparable a la que estábamos obligados por el sistema. La solución se encontró, o llegó impuesta, en la desaparición del propio sistema.

El nuevo sistema funcionaba de forma autónoma con una mínima supervisión a cargo de los Humanos. ¿De qué modo podíamos ocupar el tiempo? Todo resultaba tan inmediato que pensar era sinónimo de hacer. La cultura, el arte, la historia; todas las materias asociadas a las antiguas humanidades pasaron a formar parte del pasado inerte. La relación con el planeta acabó siendo de soporte para nuestros pies, los demás seres vivos pasaron a ser una anécdota, una singularidad. El conocimiento se renovaba minuto a minuto, acceder a cualquiera de sus parcelas estaba al alcance de todos al instante. Las vanguardias dejaron de tener sentido, se renovaban diariamente. Los sistemas de diversión tomaron proporciones gigantescas, pero; divertirse, evadirse frente a qué. No era el concepto del viejo ocio del que nos habla la historia remota, se generó la necesidad de la diversión permanente frente a la inactividad; la ocupación se reducía a existir. El bienestar estaba establecido en prácticamente toda la población del planeta. El antiguo concepto de hedonismo quedó rebasado por un placenterismo inanimado provisto por los Mecas.

Fabricamos a los Mecas dotándoles de capacidades y asignándoles funciones para las laxas sociedades que fuimos estableciendo tras una lucha feroz entre principios y valores. Los Mecas autónomos proliferaron de tal modo que hubo que destruir millones de ellos por innecesarios, no había tareas para tantos y empezaron a convertirse en un problema con su libre circulación ocupando el espacio. Integramos la biología y las demás ciencias de tal forma que, al final, prácticamente no había diferencias entre un Bio Meca y un humano regenerado. Se estableció un censo que contemplaba todas las variedades, mientras tanto la población humana se iba reduciendo de forma drástica.

gas22El descubrimiento de vida fuera del planeta fue decepcionante. Nada parecido a Nosotros ni mucho menos a los Evo. Era vida muy primitiva, apenas un eco de nuestra génesis. La esperanza convertida en realidad, tantas veces imaginada y deseada, por encontrar vida inteligente fuera de la especie humana vino desde dentro. La inteligencia creando inteligencia es un juego tentador y azaroso. Las etapas de la neohibridación dieron como resultado una nueva especie, los Evo Sapiens. Aparecieron, los creamos de forma inevitable tras el telón del conocimiento. Éramos los nuevos Neandertales conviviendo con los nuevos Sapiens, o quizá éramos dioses conviviendo con nuestras criaturas como en los tiempos míticos, dioses dando paso a dioses superiores. Tal vez éramos la circunstancia para una transición cósmica, una paradoja en que la soberbia de la cúspide quedó invertida.

Los Evo no consumen nada, no producen nada, no necesitan nada; pero sin embargo parecen felices. Están dotados de un espíritu diferente que no comprendo, se muestran serenos y pacíficos. Tienen por delante 5.000 millones de años para experimentar. Ya han poblado galaxias exteriores llevando con ellos Mecas y Bio Mecas. Nosotros no podemos viajar a esas estrellas.

Soy un hombre de la última centena de seres humanos que queda en el planeta; el último censo, renovado en tiempo real, es de 112. Llevo viviendo 614 años bajo este viejo envoltorio de aramida, prácticamente todos mis órganos han sido reemplazados más de una vez por sistemas autónomos. Solo estoy a la espera de que un Meca venga a recogerme cuando me decida a modificar el censo apretando el botón.
Mañana comienza el quinto milenio y la luna llena luce espléndida en el cielo.

- ¿Necesitas algo?
- No. Solo dormir.
- Te comprendo.
- Qué irrealidad tan extraña vivir esta concreta realidad. Sobrecoge sentir el peso del tiempo, un peso estático sobre el pensamiento cansado, que casi puedo tocar con estas manos prestadas.
- Descansa. Respira este aire antiguo, respira y descansa.
- A veces sueño que bebo un vaso de agua fresca, agua de alguna fuente entre musgo mientras escucho trinos y una mano peina mi pelo. ¿Sucedió alguna vez?
- Está sucediendo ahora. Descansa.


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