<<Llámennos guardabosques de Diana, caballeros de las sombras, favoritos de la luna. Y dígase que somos hombres de buen gobierno, ya que estamos gobernados, como el mar, por nuestra noble y casta dama la luna, que vela por nuestra nocturnidad.>>
SHAKESPEARE, Enrique IV.
Más allá de las montañas y del oscuro acantilado Donde la mirada se pierde entre un invierno de espejismos
Justo ahí
Marchan valerosas sus voces
Vagabundeando de ciudad en ciudad
Desprendiéndose del pasado y del futuro por los callejones
Cambian de piel como las serpientes
Jugándose la vida torpemente Con el beso de su madre todavía en la frente
Aullando al cosmos por mantener la sonrisa intacta
Por un rato
Es el canto de la mejor juventud
Los jóvenes de ayer
Que son los de hoy aunque no me lean
Que siguen agazapados en la nada
Bajo las mismas farolas rotas con cuarenta de fiebre
Escriben haikus enloquecidos Y tocan el laúd hasta que cae sol
A esos jóvenes me dirijo
A esos que van dejando a su paso escarcha púrpura
Y cubren de hiel tus labios
A esos que cuando llega el amanecer se esfuman con la corriente por andenes solitarios.