Elián Nerak: Apuntando al ojo de la serpiente

Un hombre corriente

corriente1

Yo estaba enfrente de la oficina de colocación. Eran las doce del mediodía y me encontraba dispuesto a resolver mi problema. ¿Cómo explicarlo?, las cosas iban realmente jodidas, El trabajo, las mujeres y la suerte no ayudaban mucho. Digamos que no llevaba una vida majestuosa y comprendía que el conformismo era aburrido. Una especie de enfermedad que mataba en vida y me colocaba fuera de juego, pero esto era simplemente explicar con palabras la infelicidad.

corriente22La oficina de colocación estaba a tope; un espacio incapaz de contenernos. El funcionario me recibió. Yo necesitaba un trabajo agradable: tranquilo, plácido o le escupiría en la cara, no había término medio. Siempre tenía la sensación de que algo iba a suceder y yo le ponía ganas y espíritu, y eso era como ir a cagar, pero sin suerte. Apenas si cambiaba nada. Cuando estás en las malas encuentras cerraduras en todas las puertas.

-Tenemos un trabajo de recogedor de desechos - me dijo aquella vez, la última vez que estuve allí.
-¿Cómo? – Contesté.

Y allá que me fuí. Nunca creí que una palabra hermosa incluyera tanta basura. Me las pasaba mirando a mi superior en la oficina, callado y sin decir nada, encorvado y dando pasitos como si  estuviera vigilándose los cordones de los zapatos. Esperábamos la ruta del día. Luego estábamos subidos al camión de la basura. Y empezaban a llegar los primeros cubos de basura: restos de comida, botes, latas y mezcladas con mierda de pañales, compresas y todo revuelto, (maloliente, por cierto), y la espera de antes se sustituía por el mal olor y la peste era algo que nos superaba, nos aplastaba.

Después, ya en el autobús tenía miedo de vomitar a la gente. Las náuseas me aguijoneaban el estómago pero yo aguantaba como si tal cosa, pero finalmente, un día acabé vomitando y todo ese vómito repentino e indeseable acabó saliendo de mi boca, y no miento, mi vomito olía peor que la mierda que acababa de limpiar. El hedor a podrido fulminaba desde la parte trasera del autobús y mi vomito con pedacitos de carne hizo vomitar a otros.

-¡Maldito borracho! Gritaban. En cambio, yo iba pensando: "no, no me gusta, preferiría buscarme otro trabajo”. Pero Llegaba a casa y continuaba vomitando. Definitivamente, necesitaba un trabajo agradable, sí, un poco de suerte, un poco más de suerte. Y allí estaba yo, en la oficina del paro. Pero el viejo de la oficina me hizo comprender que la suerte no consistía en un buen trabajo. ¡Maldito cabrón!

corriente3Bueno, salí de allí con otro estúpido trabajo bajo el brazo e Intenté no pensar en lo siguiente que iba a hacer, tan solo tenía la certeza de que una nube negra y fría venía bajando de las montañas. Horas más tarde, la lluvia golpearía sobre las cosas y todos huiríamos buscando refugio, igual que huiría de los bares y los vasos vacíos aquella noche, aunque lejos de allí me sentía fuera de lugar. Para mi, los bares eran una manera interesante de matar el tiempo. Pero del último pedal que me Había pillado hacía un mes y medio y acababa de cabeza contra las paredes y solía perder la consciencia y no recordar nada. La gente como yo acababa en un hospicio o lo que es peor en la beneficencia o ahorcado en cualquier farola del parque, y si, de un lado al otro, según sopla el viento, o recostado en un banco, lleno de bebidas fuertes, o meado en cualquier esquina. Entonces, ¡Cojones! perdía la mente y me pegaba la gana de perder lo demás
pero hasta ese momento no había surtido efecto, seguía allí.

Ese viejo de la oficina del paro me miró cono si yo hubiera dormido en un coche reventado y a la intemperie toda la noche. ¡Maldito cabrón!. Al día siguiente tendría un dia de perros e iría a descansar. Cualquier idiota podría hacer ese trabajo. Eso sí, estaba en un sitio muy guapo dentro de la avenida rosas y fuera del centro, pero eso, era todo.

corriente4En mi apartamento fuí a la nevera, cogí dos cervezas y unas cortezas de cerdo, mientras, varios puntitos negros zumbaban a mi alrededor. Encendí la radio, con suerte encontraría mi música, un cigarrillo, y me rascaría la barriga. Cerré los ojos. Me sentía muy cansado. Dos horas más tarde estaba durmiendo en el sofá y, justamente eso, dormir, es lo que hacía. Había estado durmiendo mal últimamente, es que cómo decirlo...., estaba jodido. Bueno, en mi vida solo encontraba un puñado de cosas horribles y llegados a este punto desconectaba y dormía.

En mi sueño estaba Lisa, de la que quiero hablar aquí. ¡Mira la foto!. De las tres Lisa es la del cabello negro, tacón alto, rizos y pantalones largos. Siempre andaba borracha y empastillada y nunca pronunciaba con claridad. Me seguía cuando iba a echar una meadilla, ella venía detrás, se ponía en la puerta y me decía "intenta no salpicar el suelo cabronazo" Lisa no era normal. No tenía la normalidad que crea una flor en el vertedero, no. En mi sueño lisa me clavaba un cuchillo en el cuello, me atravesaba de lado a lado.

¡Dios mío!, es incómodo, muy incómodo. La punta rozaba con mi barbilla y, de vez en cuando, me pinchaba.

- No te lo repito, si vuelves a hacerlo te remato -dijo.

La vida es estupenda. Pero a veces, tener un cuchillo clavado en el cuello, y saliendo dos dedos por tu garganta, lo arruina todo. Pero esto solo fué un mal sueño.

A la mañana siguiente yo iba hacia mi trabajo y recordaba como ese hombre de la oficina del paro me decía ¡Suerte! Y sabes, ¡maldita sea! Le pegaría cuatro tiros de muy buena gana. Y al fin, llegaba a la avenida rosas y ya sin darme cuenta, colgaban de mi cuello dos anuncios, a mi pecho y a mi espalda y delante la avenida. Y yo, caminando a mi aire. Era ridículo ir por la avenida de esa guisa, algo sin sentido y de mal gusto. El anuncio era explicito "Compro oro". Al principio, no se veía ni un alma y difícilmente, también raras veces, prestaban atención a los anuncios.

- ¿Pagan a toca-teja? - preguntó alguien - Dí un solo golpe de vista y ví a un idiota de esos que piensan que emborracharse es algo bueno. Los idiotas andaban por todas partes y por desgracia la china en el zapato siempre me tocaba a mi. Le miré. Tenía tanta clase como el agujero de mi culo.

-¿Tú que crees?.

Y mientras caminaba me decía: -¡Tonto del culo! Luego doblaba la esquina.

¡Maldito hijo de puta!. No me lo pensé dos veces. Tiré los carteles y salí trás él.

Yo no valdría la pena, pero, yo era como un tiburón que necesitaba constantemente estar en movimiento para no hundirse en el fondo. nadie me hacía tocar fondo y menos, se reía de mi.

corriente5Entonces salí corriendo tras él como si alguien me estuviera disparando. Doblé la esquina rápidamente. Le seguía. Cuando pasé a la altura del semáforo entró en un tugurio y esperé un rato. Quince minutos y aún no había salido. El azul del cielo se juntaba con los edificios cuando decidí entrar en su busca. No era más que un maldito agujero. Y allí estaba toda esa caterva, cinco hombres en la barra con las cabezas juntas y tomando cerveza. Se quedaban mirándome. Yo necesitaba un buen afeitado. Apenas me miraba al espejo al salir de casa y se notaba cierta dejadez. De repente, allí estaba él. Me acerqué y le puse la mano en el cuello.

-¡Dame 200 euros!  -Le dije.
-¿Qué?
-¡Ya lo has oído!

Dió un golpe seco con el vaso y la espuma se derramó por los laterales.

-¡A ver tonto del culo! ¿De qué hablas? -Me dijo.

Golpeé su cabeza contra la barra.

-O es eso, o te abro la cabeza como a un melón. ¡A mí no me jodas!.
-¡Vete a la mierda! - Dijo el camarero. - ¿Que putas pasa? -Continuó.
- ¡Suéltale ahora mismo y te largas de aquí!. voy a derribar las paredes de tu cara sino le sueltas ahora mismo...-entre las manos blandía un bate.

corriente6Ya no prestaba atención a nadie, solo a aquel bate a punto para destrozarme la cara. Me senté al lado de ese tipo y así, el camarero dejó de amenazarme.

- Mira -me dijo- cálmate. No somos gente que sin un solo trauma se pone a hablar sobre la vida, ¿sabes?. Seguro que no quieres hacer daño a nadie, así que tranquilo.-Le solté.

Me fijé en él, tenía lunares marrones en su cara y me resultaba desconocido. ¡mierda! Era un niño.

-Tranquilo. trae una botella y déjala aquí -le dije al camarero- ¡Sabía que no podías ser mal tipo!- mientras dejaba la botella- No hay nada peor que no saber que hacer. Ahora no hay otro sitio donde gastar el dinero. Pero si estuviera en mis cabales agarraría a una señorita y ¡ay de mí!....volvería a casa y me sentiría satisfecho de la vida.
-¡Sí amigo! - Le dije al chico-, no hay nada mejor que eso.

Entonces, Saqué el dinero y pagué la botella. Me serví un trago.

-¡Pon otro vaso infeliz, para mi amigo!.

Pasaban las horas y seguíamos simplemente allí, sentados y bebiendo. No sé cuánto tiempo estuvimos así. El muchacho vaciaba su vaso y lo volvía a llenar. Yo hacía lo mismo  y hablábamos de muchas cosas, de la puta vida y de todo ese rollo. Las mujeres, el  trabajo, las decepciones etc etc..

Me sentía ridículo después de un rato bebiendo y maldiciendo, como si de improviso hubieran entrado al baño y me hubieran visto con los pantalones bajados y alrededor de  mis zapatos.
El muchacho reía y yo me sentia muy bien, me sentía resplandeciente.

¡Dios mío!, era delicioso sentirse así. Entonces nombré a Lisa, como si estuviera en un altar de sacrificios se la expuse a él.

-Lisa tiene unas caderas maravillosas y unas piernas largas y torneadas y una piel fina.

corriente7El chico era eso, solo un mierdoso chico.

-¡Seguro que folla bien esa jodida zorra! -Afirmó- Me sentía bien, pero en ese momento me habría alegrado de estar lejos de allí. Pero todo cambió en un momento. Ya no estábamos en armonía él y yo, y entonces le miré medio espantado y sorprendido, le aplasté la cabeza contra la barra del bar, le grité y le golpeé. Y así fue, había encontrado en realidad a un mierdoso chico.

-¡Maldito cabrón! ¿Como te atreves? Me largo de este puto sitio, nunca debí entrar. Me largo, -continúe- voy a buscar un sitio decente donde comer algo decente.

El muchacho quedó con la cabeza contra la barra y la televisión retransmitía el partido de fútbol, jugaba el Rayo, pero ya no era lo que fue. La gente no estaba y el camarero hacía rato que no aparecía y eso, eso era lo mejor de la noche.....y entonces escapé.

Tenía que regresar a un sitio, pero no recuerdo cuál. Quizás a la oficina, a casa, no sé, simplemente me fuí...

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