a propos

Eduardo Casanova

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A Eduardo Casanova no hace falta odiarlo por su última película porque nadie la ha visto. No sé si eso es algo bueno o malo. Basta con escucharlo en cualquier programa o en cualquier entrevista para promocionar su discurso. Una basura tan pretenciosa y tan pasada de moda que asusta. El rollo del artista presuntamente incomprendido, la retahíla tan trillada de que en España nadie te comprende porque somos demasiado brutos para tu cine. Y tu basura está tan pagada de sí misma que es macrobasura. Es un autobombo enorme que se ha vuelto en tu contra. Te las dabas de tan listo pero no viste venir algo tan simple que tan importante como rodar una buena película es caer bien en las entrevistas, o por lo menos que no se note mucho que en realidad son propaganda... y no quedar como un puto gilipollas también es importante.

casanova2A Eduardo Casanova lo odia toda España no por ser un fantoche ni por ser gay. Lo odian porque es un puto gilipollas. Claro que a Pedro Almodóvar o a David Trueba, que son otros dos putos gilipollas, algunos incluso los idolatran. Lo que pasa es que Casanova es tan joven que no es consciente de que si eres un puto gilipollas es mejor que finjas un poco ante la cámara. Como hacen Almodóvar o Trueba, ya que si se mostraran tal y como son nadie iría a ver sus bodrios.

No hay ninguna campaña en tu contra ni ninguna mano negra ni ningún veto, Eduardo Casanova. Lo que pasa es resultas cargante y aburrido y ni siquiera te has enterado. No hay nada peor que querer ir de borde por la vida. Ni siquiera tus amigos han pagado la entrada para ver tu película, en la que dicen que Ángela Molina luce espléndida. Una pena. Porque probablemente La piedad no llegue al público de forma masiva. Aunque quizás eso es lo mejor que pueda ocurrirle y se transforme en película de culto... o en película del culo.

Y es que podemos perdonarlo todo menos el aburrimiento. Esa gira por todas las televisiones demostrándonos a todos lo irreverente y lo subversivo que eres es patética, querido Eduardo. Y muy aburrida. Porque eres tan provocador como un pepino en la frutería, más inofensivo que un chicle pegado bajo el pupitre, más inútil que un coño seco, más soporífero que una película de los sábados por la tarde en Antena tres, más feo que los pies de otro, más triste que una polla recién corrida. Pero es necesario que haya gente aburrida que pretenda ser incómoda. Porque es necesario que de vez en cuando surja gente incómoda de verdad, potencialmente peligrosa, que pueda alterar el orden establecido, que pueda derrumbar los muros sobre los que se erige esta civilización decadente. Necesitamos personas que naden contra corriente pero de verdad, no pensando en cómo lucirán sus modelitos rosa en el photocall de la mano de Los Javis.

casanova4Y lo peor de todo es que Pieles, tu anterior película, sí me gustó. Solo por el personaje de la niña que tiene la boca de culo ya te ganaste mis respetos. Si tuviese un coño en la boca sería ya perfecto. E incluso esta nueva peli puede que esté bien. Pero da igual porque decir que no ves películas te convierte en un fantoche. ¿Pero tú que haces de noche? ¿Juegas al Candy Crush? ¿Lees todo el rato? ¿Lees cosas sobre filosofía, física cuántica o la cría de la amapola?

Y otra cosa. Te agradecemos infinitamente que por lo menos tú no hagas películas sobre la guerra civil. Eso sí que es todo un detalle por tu parte. Toda esta retahíla no es nada personal. Solo es que tuve la mala suerte de escucharte en un par de entrevistas. Me da igual tu papel de niño mariquita en la serie aquella, me da igual que te hayas convertido en el mártir rosa de la izquierda o en el azote mariposa de la derecha. Me caes bien. Pero me aburre tu presunta provocación. Me aburre un huevo. Me aburre que digas que eres virgen cuando vuelves de follar.

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Ortega Cano

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ortega3Una mezcla de asco y fascinación nos embarga cuando Ortega Cano salta a la palestra. Ya sea hablando de su semen de fuerza, en alguna imagen de archivo, aireando su vida privada u opinando a la ligera de cualquier puto tema por el que le pregunten... el torero de España siempre provoca que te quedes ahí mirándolo hipnóticamente. Estamos tan a gustito viéndote, Ortega Cano, que es que no se puede tener más arte que tú, mi arma. Perteneces a un mundo, por suerte o por desgracia, en vías de extinción. Olé y olé. ¡Qué tronío y qué faena, maestro! Va por usted, Ortega Cano. Espero que siga fiel a sí mismo y se muera -un día aciago, lo más tarde posible- sin probar el agua. Vamos a por la niña, claro que sí. Vamos a coger al toro por los cuernos mientras nos agarramos la entrepierna desafiantes y nos rompemos en el pecho una copa de Soberano, dándole vueltas a un palillo en la boca.

Ortega Cano ha superado con su duende y su filosofía el fulgor de su eterna amada, la más grande, la innombrable. El diestro hispano por antonomasia, el matador por la Gracia de Dios, ha rebasado con creces el brillo de ella. Porque Ortega Cano es Ortega Cano más allá de la reina de la copla. Mucho más allá. Su espada y su falo son el puente entre aquella España de las dos Españas y esta de las mil caras para no herir sus más de mil sensibilidades. Ortega Cano es ya, por méritos propios, un astro en las suertes mucho más grande que Rocío Jurado. Por eso tantas niñas están enamoradas de él.

ortega2Ortega Cano podría haber sido lo que quisiera pero eligió ser Ortega Cano. A la verónica y en la brega, Ortega Cano solo puede ser Ortega Cano. La realidad es una faena metafísica gracias a él, todo se resume en los cojones a la hora de cortarle una oreja a la vida. Pasó por la cárcel tras un atropello mortal y ahora se acaba de divorciar pero con pelotas, capote y muleta, sin mariconadas. Nos lo imaginamos de noche en calzoncillos, copa en mano, viendo vídeos de Rocío Jurado comentándole las mejores jugadas a su ya exmujer Ana María Aldón. Bravo por él. Es quizás Ortega Cano el último exponente de lo que antaño denominábamos macho ibérico. La fuerza iracunda de la testosterona española llevada a su máximo exponente.

Podríamos echarle en cara muchas cosas a Ortega Cano pero no seré yo quien lo haga. Porque me cae bien. Porque lo que no se le puede negar es que él no va de farol. Es así, aunque nos cueste creerlo. Lo que ves es lo que hay, chaval. ¡Santiago y cierra, España! Que no quede abierta. Que hay mucho novillero piojoso que podría entrar. Ortega Cano y el servicio social que presta a la nación debiera ser motivo de enconadas tesis doctorales que abordasen la relación entre su figura y el nacionalismo patrio. Porque Ortega Cano es España y porque España no sería la misma sin su existencia. Me atrevo a decir, incluso, que España no podría ser ni siquiera España sin semejante semental. Que la Virgen te guarde en su seno, compañero.


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Lenny Kravitz

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Cuando descubrí el rock and roll un día escuché a James Brown y nada volvió a ser lo mismo. Había llegado a él gracias a las contínuas referencias en entrevistas de Prince, otro de mis iconos musicales. Era esa época de oscuridad y barbarie preinternet, sin embargo todo se vivía con mucha más intensidad y había una magia que ya casi ha desaparecido por completo. Tenías que esperar años por un disco o por un libro, era algo que a los más jóvenes les costará entender. Entonces un día escuché Always on the run por la radio y aluciné. Aquella dupla bestial de guitarras me voló la cabeza. Aquel rollo potente y sincopado se apoderó de mí. Era una especie de funk superelectrificado que se grababa a fuego en tu cerebro desde la primera nota. Era uno de esos temas que te alegraba el día y te hacía ver a Dios a través de la música. Una puta maravilla. Fue la primera canción que escuché de Lenny Kravitz.


Pasaron varios meses hasta que por fin me pude comprar el disco, Mama said. Sonaba a una mezcla perfecta entre Jimi Hendrix, Prince, Led Zeppelin, Otis Redding, Bowie y Aerosmith, con una pizca de Bob Marley. Me encandiló. Desde la primera escucha se apoderó de mi. Lo escuché una y mil veces. Temas como Fields of joy, la propia Always on the run, Stop draggin´ around o It ain´t over till it´s over pasaron a convertirse en la banda sonora de mis viviencias. Y estaba aquella guitarra soleando de un Slash en estado de gracia que no hacía sino reforzar y redondear aquellos trallazos de puro rock and roll. Quedaba aún esperanza porque aquel tío se convirtió en la nueva esperanza negra del rock and roll. Fusionaba a la perfección todas las vertientes de la la música negra. No eran solo unas canciones cojonudas, en ellas se hablaba también de las injusticias de un mundo que distaba mucho de ser perfecto -What the fuck are we saying?- y quedaba lugar al romanticismo más empalagoso y guay posible, como en la genial It ain´t over ´til it´s over. En esta canción, como ocurrirá en tantas otras veces, su uso del falsete te recordaba inmediatamente a su admirado Prince.


Toda quella música estaba atravesada por un halo de misticismo y profundidad que la hacía diferente y única. Era accesible y era compleja a la vez. Intentaba canalizar la voz de la Tierra, la consciencia de todos los seres vivos y la certeza de que entre todos nosotros podríamos hacer algo por cambiar este mundo. Poseía esa cosa indescriptible que la hacía casi irreal. Parecía que llevaba toda la vida esperando a escuchar aquellas canciones. Y aquel tío estaba vivo grabando en Nueva York sus cosas. No se trataba del descubrimiento de una de esas vacas sagradas del rock que llevaban décadas muertas. Lenny estaba vivo desvelándose en cada canción como un excelente compositor e intérprete. Un soplo de aire fresco empleando la misma cosa vieja de siempre. Bajo, guitarra y batería al servicio del talento. Al igual que otros grandes, le gustaba grabar todos los instrumentos en el estudio.


Poco después descubrí que Mama said se trataba del segundo álbum de aquel negro anoréxico y con rastas que salía vestido en plan renacentista con boas y collares en la portada. Así que en cuanto pude compré su primer disco. Let love rule, que ya desde el título es toda una declaración de intenciones, una especie de karma a favor de preceptos que creíamos ya olvidados como son la paz y el amor universales. Con un marcado toque psicodélico, me maravilló aún más que su predecesor. El aura filosófica del segundo disco estaba aquí aún más presente, con un toque onírico añadido y un aire quizás algo más experimental. Y la temática social estaba aquí mucho más presente. Un disco acojonante, en definitiva, que me demostró definitivamente que lo de Mama said no había sido casual. Así que, desde entonces, me convertí en un fiel seguidor de Lenny Kravitz. Temas como Sittin´ on top of the world, la propia Let love rule o Mr cab driver son simplemente canciones geniales que transitan entre todos los sonidos que componen el rock and roll y a la vez poseen algo único que solo tienen sus temas. Lenny Kravitz sonaba definitivamente a Lenny Kravitz. Creó algo totalmente nuevo sin pretenderlo.


No recuerdo qué año era cuando pasó todo aquello, solo sé que eran los principios de los noventa y que el siguiente disco de Lenny Kravitz, Are you gonna go my way, me pareció aún mejor. Puro guitarreo, contundencia rockera y grandes dosis de misticismo y sensualidad… un rollo totalmente fresco que me sigue recordando a cuando iba con mis colegas a la playa en autobús y viajábamos embobados con todas esas chicas en bikini alrededor. La canción que da título al álbum junto a Is there any love in your heart o Come on and love me son en mi opinión de lo más destacado de este disco que por primera vez reveló la parte más frívola de Lenny, ejerciendo como una verdadera rock star.


Luego vino Circus, en 1995, una oda al nihilismo en el momento en que una especie de crisis de fe parecía atenazar a Lenny. Un trabajo entretejido a base de barroquismo roquero y existencialismo soul con momentos brillantes como Rock and roll is dead, canción ensamblada alrededor de, cómo no, un potentísimo riff alrededor del que se articula todo. O las sublimes Tunnel vision o Beyond the 7th sky. Cierto pesimismo, cierto aura negativa, cierto magnetismo perturbador afecta a todas las canciones de este “Circo de la vida”. El rock and roll parecía haber muerto por enésima vez pero Lenny Kravitz estaba allí para recordaronos que él había sido quien lo había matado para trascender a algo totalente nuevo, para ir más allá. Es en este disco donde Lenny alcanza su máximo esplendor. No hay muchos artistas capaces de haber parido cuatro discos consecutivos manteniendo semejante calidad. El chamán subió a la cima del mundo en este álbum y… a partir de aquí se cayó por el otro lado de la montaña y nada más.


kravitz2Porque los discos que vinieron después de Circus comenzaron a dar cada vez más pena. Ya no había ni trasfondo, ni espiritualidad, ni profundidad… ya no quedó lugar nunca más para la música. Recuerdo con especial nitidez cuando tres años después compré 5 y después de escucharlo sentí asombro, luego asco y al final vergüenza. Era como la música que sonaba en el Bershka: sin corazón, sin alma, vacía, música de relleno, música de ascensor, como esos grupos de jazz que improvisan todo el rato, como esas bandas indies que susurran y hacen música para dormir la mona que ponen en Radio 3. Sentí una enorme desilusión. ¿Dónde se había quedado aquel tío neoyorkino que rockeaba al lado de Slash hablándote de resurreción de forma creíble a la vez? Particularmente asquerosas son Fly away o I belong to you, dos canciones de mierda que sonaron en la radio y en la tele un puto año de forma ininterrumpida. Y además el tío se cortó las rastas y se convirtió en modelo de Chanel o de su puta madre y luego hacía anuncios de perfumes y no contento también se metió a actor.

Aún así seguí su carrera con atención. Y aún la sigo. Porque tiene que estar por algún lado, tiene que estar por ahí dentro de él mismo, aquel tío llamado Lenny Kravitz.

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