El mal
Parte 1:
¿Qué es el mal? Sin duda sabemos reconocerlo cuando lo vemos de manera innata o instintiva. ¿O quizá no?
La singularización del mal nos da una brújula clara sobre lo que es bueno y malo.
Pero en el momento que interviene lo social, la cosa no está tan clara.
Uno sabe que algo es malo si se lo hacen a él o ella.
Pero ya no está tan claro si será malo cuando se lo hacen a otro.
Podemos ser empáticos y ponernos en el lugar del otro y en ese punto tomar partido y decir.. lo que te hacen es malo.
Pero también podemos ser legalistas y decir… bueno, esto que te están haciendo está dentro de la ley, y está permitido, así que si te molesta el ruido, te fastidias.
También podemos verlo desde un nivel organizativo, y decir… las multas nos ayudan a todos a no matarnos en las carreteras… pero para ti son 200 Euros y este mes te quedas sin comprarle el regalo a tu hija por las consecuencias de una ley que ha inventado algún malvado que solo quiere coartar nuestra libertad.
¿Matar es malo? Si se lo dices a un vegetariano, está claro que te dirá que sí.
Pero si se lo dices a un carnívoro, te dirá que siempre que no tenga que ser el mismo el que mate para comer, le da igual quien lo haga.
Y esta visión de la vida de mirar a otro lado se convierte en un nuevo tipo de mal.
De todas formas… el asesinato, que quizá sea el peor tipo de mal capaz de hacerse, es parte de la vida de otros que consumen esas vidas para alimentarse, ya sean plantas o animales.
Entonces… tenemos que profundizar más en los motivos que hacen que algo sea malo.
Por ejemplo matar por matar… no por la necesidad de comer. Que como hemos visto, parece un justificante eximente del mal.
Ahora bien, los que matan sin sentido… tienen el justificante de estar locos al hacerlo, así que en términos rigurosos, no son malos, sino que están enfermos y no saben porque lo hacen.
Luego están todos los demás, aquellos que tienen un motivo para matar…
Ejemplos son: la defensa propia, la guerra, el poder.
Defender o reconquistar el territorio te permite matar, en la justificación de una guerra por ejemplo… Conquistar un territorio parece que no tanto, a no ser que los demás tengan algo que tú necesitas para sobrevivir y no te lo den. En ese caso… o lo tomas por la fuerza o mueres tú.
Pero a veces, queremos conquistar un territorio no porque lo necesitemos para vivir, sino para vivir mejor a costa de otros o de otras cosas. Y nuestro interés es prosperar individualmente o para nuestro clan o familia.
Y aquí entra un tipo de mal relacionado con el egoísmo. Este sí parece ser un tipo de mal reprobable.
Desde el punto de vista científico y universal, la materia y la energía son todo lo mismo y el universo está lleno de átomos que van de un sitio a otro… la muerte no es más que un cambio de estado donde un electrón inmortal cualquiera, pasa de un sitio a otro.
En algún momento perteneció a un egoísta y en otro momento es una tortuga, una supernova, un rayo o parte de alguien bondadoso igual que del egoísta. De aquí que haya una visión de la reencarnación y de porqué pasamos de ser una cosa a la siguiente.
Así pues, la conciencia y la información es lo que nos da la diferencia en el electrón, que siendo el mismo en todos los lados cambia únicamente el contexto.
Y si hablamos de contexto entonces hay que hablar del tiempo como algo cuántico en un orden o un caos relativo donde aparece la palabra destino como fondo del todo.
Para lo cual estamos destinados o no según la creación.
Así pues para lo que estamos destinados, tendría más importancia que el hecho de ser malo, las decisiones que tomamos de cara al destino. Y si realmente influye en él. Y claro está que ya sea por un camino o por otro más malvado, al final todo convergerá en un punto final para lo cual estaba destinado el universo. Y como dirían los hindúes, ya estaba escrito y no podíamos hacer nada.
En este punto, aparece la incapacidad, más que el mal o incluso el bien. Y parece lícito que si tenemos la oportunidad de ser conscientes en algún momento de nuestra realidad y de nuestra existencia que choquemos con otros electrones para estar lo más a gusto posible, porque pasándolo mal nos hacemos un mal, y no pasándolo bien, también nos hacemos un mal. Independientemente de que se lo hagamos a otros electrones o no.
Claro, diréis, está despersonalizando y cosificando al resto de seres que le rodean con el fin de no sentirse culpable por comer carne o matar a un semejante para quedarse con su dinero… pero lo cierto es que esto nos lleva solamente al siguiente punto sobre el mal… que es la culpa.
La culpa es lo que nos impide hacer más cosas malas, porque desde el punto de vista cultural estamos programados para otra cosa. Aunque no sepamos bien, cual es el objetivo de tener un panorama cultural vital, pero nos vemos inmersos en él para sobrevivir como electrones en comunidad. De hecho, ni siquiera el propio panorama cultural sabe para qué sirve él en sí mismo. Y de nuevo solo es información contextual asociada a millones de electrones en un determinado territorio.
La culpa se inocula cuando uno se cría en un determinado entorno y sociedad. Yo soy yo y mis circunstancias. Y así el electrón se ajusta a unas leyes concretas de rebote diferentes a otros electrones en otros planetas.
Así pues, desprendernos de la culpa, nos aleja de los límites culturales de nuestro entorno permitiendo rebotar fuera de una primera barrera hacia una atmósfera con organizaciones y leyes diferentes, que no mejores.
El caso es que todo esto nos hace darnos cuenta de que el electrón siempre estará sujeto a leyes ya sean de un tipo o de otro, y por lo tanto aparece una nueva palabra en negativo que es la libertad. Atributo que no poseen los electrones, ni probablemente nada ni nadie en el universo. Así pues como decían los hindúes todo está escrito. “Esta vez en el sentido de reglas que rigen el todo”.
Si no somos libres y pertenecemos a un sistema… quizá haya que poner la vista filosófica en los propios sistemas y los contextos.
Es razonable pensar que existen infinitos contextos y sistemas donde los electrones se relacionan de formas básicas y también sofisticadas.
¿La cuestión es qué sentido tiene la diversidad de información? Desde el punto de vista del mal, está cada vez más claro que no existe el mal en sí, sino una contextualización cultural de lo que se considera malo, pero que no deja de ser más que un espejismo en pos de algo mayor. Crear sistemas diversos y también repetidos.
La funcionalidad de estos sistemas no está nada clara, porque para algunos será un pasatiempo, un experimento o una forma de belleza para un ser superior, y para los más escépticos un caos matemático desordenado digno de estudio. Pero otra vez desde un punto de vista cultural. Porque realmente solo vale para nosotros mismos en este tiempo y en este lugar.
Y otra vez volvemos a caer en el micromundo, donde el mal ha sido inventado por nosotros mismo como forma de consumo y belleza, da forma al relato literario y al teatro de la vida. Nos entretiene, es un pasatiempo, un experimento y una forma de belleza como para el ser superior, es un caos ordenado digno de estudio al que ponemos leyes propias ya que las que están por encima nos las podemos poner nosotros. Y es aquí cuando jugamos a ser dioses y científicos, creando las leyes y explicándolas al mismo tiempo.
Y esto me lleva a la siguiente pregunta. ¿Somos réplicas de los dioses?
Si fuera este suponer, habría que pensar que según sea la persona así será el Dios, y tendremos un politeísmo de la realidad creado por tantas visiones distintas como podrían tener los dioses del olimpo. Los cuales interactuaban con el mundo de los mortales, como nosotros actuamos con el mundo literario, creando situaciones y personajes que hicieran que hubiera valido la pena ver la obra de teatro después de todo. Este entretenimiento artístico-científico del cual ellos disfrutaban, incluso encarnándose dentro de sus propios relatos o teniendo hijos con algunos de sus personajes dentro del guion. También dándoles objetos mágicos o criaturas celestiales para que el desenlace tuviera un gran “chim pum” final. Y los aplausos gratificantes y placenteros del público con el que se comparte hagan brillar más aun al electrón por un momento.
Pero llegados a este punto… hemos dado con una tecla que es la de “compartir” pues la idea gratificante de compartir algo que se ha hecho o se va a hacer, está relacionada con el mal y con el bien. Con el disgusto y el placer.
Compartir hace que el electrón se cargue positiva o negativamente de energía, y lo único que puede elegir el electrón es probablemente eso, y no en todos los casos.
Así que el mal, es una elección ética y cultural también dentro del viaje del que es consciente y en relación a la culpa, pero sobretodo en relación a sus electrones semejantes o discordantes.
La fragilidad de la línea que separa el sentirse de una manera o de la contraria con las acciones que acometemos y nos acometen es lo que nos proporciona un sosiego o una virulencia interna en nuestro paso. En algunos momentos nos sentiremos en puntos de reposo y en otros en excitación vibracional plena, ya sea positiva o negativa. Como todo al final es una cuestión de placer y displacencia, cada electrón intentará redirigir su opción en cada fase de su contexto universal y cultural, para adaptarse a las circunstancias como si de una carrera se tratara. Un surfear la ola que le hace sentirse vivo o pleno en cada momento.
Lo curioso del asunto, es que nos sentimos estimulados también por la carrera de los otros electrones que nos reportan ondas de placer, excitación y calma igual que nosotros a ellos en nuestra interacción y al vernos parte de un conjunto mayor se crea la euforia colectiva o un momento de resonancia vital por un periodo de tiempo corto, pero que sin duda queremos repetir, una y otra vez para estar en la cresta de la ola… lo que nos lleva al ego.
Y una vez más en referencia al mal, el ego es lo que distingue si una acción que nos acomete o que acometemos es mala en función de nuestras circunstancias temporales y contextuales.
Y así hemos llegado al principio circular del texto donde empezamos… la singuralización. Pues en la pluralización ya hemos visto que es el mal para cada determinada cultura. Sin la singuralización, ni la pluralización, el mal no existe, porque no ha sido creado por los dioses, osea… nosotros mismos.
Hay que añadir, que las mujeres además tienen una habilidad extra… que es la de gestar el mal en sus entrañas, como si fuera un superpoder que los hombres no tienen. Pero eso se lo dejo a la literatura o al cine, que creará películas tan interesantes como la gestación del diablo, de Dios o de los dioses.
Los hombres malvados podrán diseminar su semilla gestando a muchas mujeres con su semilla del mal para que aparezcan nuevos malvados hijos del malvado. Pero lo malo del asunto… es que cada hijo sale luego como quiere.
Parte 2:
¿Qué características asociadas tiene el mal?
Es poderoso, incisivo, desgarrado y oscuro, se basa en la manipulación, en la mentira, en la soberbia, el egoísmo, lo sexual, lo terrenal, lo antivital que no en la muerte, pues cuando alguien muere ya no se le puede hacer más mal, o se supone que no.
En lo violento, es parasitario o vírico, en lo carnívoro, en lo destructor, en lo vicioso, en lo anticultural, en la fuerza, en la inteligencia, y en la sabiduría como formas de aumentar el mal. En lo impío, y lo antireligioso, pero sí aprovecha ciertos misticismos y ocultismos como el vudú o la magia negra.
En lo reprobable socialmente y en la provocación descarnada y desafiantes de las leyes del orden y la cordura. En el terrorismo por placer. En el asesinato como herramienta para conseguir más poder o más caos. En la perduración del mundo maligno como ideal…
La anarquía política, en sistemas dictatoriales malignos o en sofisticados sistemas políticos democráticos y perversos a través del capitalismo para subyugar a las masas inferiores. Como el infierno en la tierra, con una sociedad de clases donde están los castigadores y los castigados.
En la sofisticación de la perversidad y en la brutalidad de lo vulgar. En las bestias sin cerebro, y en los hipócritas refinados. En los manipuladores que hacen que otros hagan el mal por ellos desde la sombra creando nuevos adeptos en la sistematización del mal.
En religiones y sectas impías o inventadas donde lleven a todos sus adeptos a un suicidio colectivo haciéndose mal así mismos y a otros en nombre de un Dios malvado.
n el abuso de los indefensos como niños, ancianos, mujeres, discapacitados, personas vulnerables o Ucrania.
Cuando la cultura entra en el mal, es una hidra de infinitas cabezas y de formas artísticas que no nos desatan precisamente una sensación de belleza en el interior, aunque en algún caso es probable que sí.
En la misma perversión del lenguaje, usándolo y cambiándolo hermenéuticamente o creando neologismos y con ellos nuevas estructuras, leyes vitales y nuevos mapas de creencias con nuevos males asociados a las nuevas formas de la hidra, como el teléfono móvil y su adicción antisocial durante una cena.
O lo mundano y lo banal frente a lo cultural y cargado de interés.Al tiempo que lo esnobista en contra de lo campechano u obrero con sabor a tierra y mar.
Lo familiar frente a lo individual, y al tiempo lo individualista frente a lo cooperativo.
Todo eso es y no es EL MAL.