Searching for Antonio di Benedetto

Escrito por Sergi La Nuit el .

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<<Di Benedetto ha escrito páginas esenciales
    que me han emocionado y que siguen emocionándome...>>
    Jorge Luis Borges

No voy a decirles mi nombre, no creo que sea relevante para hablar de la figura de Di Benedetto. Efigie mística, coraza indomable, leyenda en los abismos, flamante tercer acto de olvido. Definen bien la trayectoria de un escritor que pudo reinar. Alabado a medias en su país, desconocido y cuasi  excluido del Olimpo de escritores latinos alabados en el viejo continente. Confieso que en su día, también fue un perfecto desconocido para mí.

Eran principios de los años ochenta, Madrid se encontraba en pleno despertar como prácticamente todo el país tras una larga etapa de dictadura (blanda para algunos, feroz para la mayoría) militar. Yo contaba cuarenta años de edad, y la esperanza de conseguir un puesto de redactor jefe en el periódico para el que trabajaba. Por aquel tiempo me ocupaba de cumplir las suplencias de los primeros espadas y, en octubre del 1984, llegó la oportunidad de cubrir la columna cultural. benedetto2Todo un reto para alguien que se presento voluntario, sin éxito, para corresponsal de guerra. La cultura no me interesaba, siendo honestos, guardaba cierto rencor a los mal llamados "intelectuales" que volvían hoy “A su España querida” como héroes, dando consignas y exigiendo vítores a pesar de ser los primeros en exiliarse tras la descarga del primer disparo... Disculpen, divago, cosas de la edad, algunas heridas no las cicatriza el tiempo. Como les iba diciendo, Benedetto, el autor. Benedetto, el exiliado que había encontrado en España refugio tras ser encarcelado y torturado en Argentina. Por descontado Di Benedetto no era de esos mal llamados "intelectuales", Di Benedetto fue por encima de todo, mártir. Un ser fronterizo que al igual que sus personajes, pareciera vivir a la espera de un tiempo más sabio. Conocidas eran sus respuestas cargadas de simbolismo o verle torcer el gesto cuando algún iluminado trataba de encerrarlo en redil extraño, cual Boom Literario Latinoamericano. Sufrió lo suyo por desmarcarse frente el mass-media del tan manido realismo mágico. Un ser salido de ninguna parte ( al igual que su prosa), determinante para sus coetáneos y símbolo del horror de los desaparecidos, llego a mi escritorio, cosas de la vida, por pura casualidad.

Sebas, un pasante argentino que se encargaba de traer los artículos a la redacción de los reporteros que trabajaban desde su domicilio, deslizo el nombre de Di Benedetto sobre mi escritorio un fría tarde de Octubre.

«Che, el flaco se vuelve a la Argentina».
«¿Quién?».
«Antonio di Benedetto, el escritor».

Al ver mi perentoria mueca de interrogación, salió en mi ayuda explicándome la angustiosa carrera del "flaco". Quedamos de acuerdo en que Sebas me haría llegar a préstamo un ejemplar de Zama, la pieza fundamental de Di Benedetto.

Pasaron varias jornadas hasta que se cumplió el acuerdo, en el ínterin dediqué mis energías a un articulo sobre un grupo de teatro amateur de la capital que, se dedicaba a realizar performance o happening's por los vestíbulos de los hoteles más lujosos benedetto4de la ciudad con inesperado éxito. El libro permaneció en mi escritorio como barca a la deriva. Cumplía yo con otro engorroso compromiso, la columna de sociedad si no me falla la memoria, cuando en una jornada en la que me quede sin cambio para tabaco y empleé la mayor parte de la tarde en rebuscar colillas en el cenicero, descubrí el ejemplar soterrado entre el desconcierto de mi recreo.

Caí por knock-out, subyugado al primer golpe, como un latigazo en la frente para un aspirante a redactor jefe. Corrí a ponerme el abrigo y baje zigzagueando a cambiar el ultimo billete grande que atesoraba al bar de la esquina, compré cigarrillos y pedí un coñac, luego busqué una mesa donde dejarme llevar de la mano a la habitación de los juguetes locos. No recuerdo a cuanto ascendió la minuta de coñacs en el bar, pero sentí, eso sí puedo decir, que el autor sacudía el mundo por las orejas.

Al día siguiente, cargado de arrojo y con resaca de brandy, busqué el encuentro con Sebas, el meeting se hizo esperar hasta ultima hora de la tarde, le explique con toda la grandilocuencia que pude, mi opinión sobre el libro. Sebas correspondía mi admiración contando todos los rumores que atesoraba sobre la figura del escritor y se moría de ganas de ayudar, en la difícil tarea de recabar información (pues había llegado a la conclusión de publicar un articulo).

«¿Sigue en España?».
«No estoy seguro, pero tengo la dirección que dejó en la última nota de prensa publicada acá, podemos pasarnos y ver...».

Sebas manejaba un seiscientos blanco destartalado por el uso y las ordenes de entrega a última hora, nos embarcamos dando un portazo y  lanzados a quemarropa dimos de bruces con el trafico de Madrid centro. benedetto3Las señas de Sebas eran correctas, sin embargo nos comunicaron, de muy buenas maneras, que el escritor se había abandonado el lugar la semana anterior. El escritor fronterizo, capaz de dibujar la espera como nadie, se canso de esperar, volvió a casa a por su happy ending. Morimos en boca de gol, la aventura de Di Benedetto quedó sellada aquella misma tarde, su cadáver nos acompañaría de vuelta a casa en respetuoso silencio.

Con los años he vuelto repetidas veces sobre la influencia de Di Benedetto, sus libros me siguen cautivando con el mismo afán. Murió dos años después de nuestra aventura por las calles de Madrid, al parecer su rentrée no fue tan exitosa como cabía esperar. Partió envuelto en un silencio críptico, como su obra. Recuerdo que era una tarde especialmente nublada en Madrid, la hojarasca nos cubría los tobillos por la calle Alcalá.

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