En un abrir y cerrar de puerta

Escrito por Lorens Gil el .

puerta1

Cierro la puerta y entro rápida y apresuradamente.

Tengo poco tiempo para prepararme. Hoy he tenido que terminar un tema urgente en la oficina y, al final, he salido más tarde de lo que tenía previsto.

Enseguida vendrá María con su nuevo ligue y tengo que prepararme. En realidad, ya llevan saliendo cerca de un año, pero, por una u otra razón, todavía no hemos coincidido. Nos conocemos desde el colegio, por lo que sé todas sus historias amorosas. No sería la primera ni la segunda vez que se encariña de un tipo que no le conviene.

Cuando esto ocurre, el mundo desaparece y se centra completamente en la relación. Quedar con ella se hace realmente difícil y, además, la actitud de estas parejas con respecto a mí no era cómoda, al igual que le ocurría al resto de nuestras amigas. Por eso, terminábamos quedando cuando ellos se iban al pueblo, tenían que hacer recados familiares, trabajaban hasta tarde, etc. Vamos, aprovechábamos cuando ella no tenía plan y estaba libre.

puerta2En este caso, no puedo decir que haya sido esa la razón, ya que, en más de una ocasión, me ha preguntado si quería ir a darnos el paseo por el río que llevamos haciendo años, al cine o salir a tomar algo tranquilamente y he sido yo la que no ha aceptado. Además, las chicas dicen, al contrario de otras veces que tenían la misma impresión que yo, que Marcos es divertido y se lo pasan bien con él. Veremos.

Hemos quedado que pasan a buscarme porque mi casa les queda de camino al centro. Luego iremos a cenar con el resto del grupo.

He pensado dejar el portátil en el coche, pero, al final, lo he subido a casa. Así voy más rápido mañana cuando coja el taxi camino al aeropuerto. El vuelo sale a primera hora, pero me despertaré antes para hacer la maleta. Teniendo en cuenta los días que me voy, sólo tardaré una hora. Si empezara con más tiempo de antelación, tardaría mucho más.

Últimamente he tenido que dar varias formaciones, no sé si, quizás, más de las habituales. Es posible que también me esté cansando de esto, y por eso me resulte tan pesado.

De hecho, esto no es del todo cierto. Al principio, eran reuniones con diferentes equipos localizados todos ellos en Madrid, pero, poco a poco, amplié más el rango de cobertura. Por otro lado, el hecho de estudiar en el colegio alemán y mi dominio de este idioma, facilitó directamente el salto para realizar las sesiones de formación, seguimiento y gestión de todos los proyectos en Alemania. Por suerte no llevo ningún país más, pero al tiempo.

Me encanta hacer este trabajo. Cuando comencé, hacía sesiones independientes donde, en verdad, no se podía hacer ninguna progresión sobre el tema. Básicamente, me reunía, hacía mi presentación normalmente en una hora y me iba a otro lugar a soltar el mismo discurso. Supongo que es lo mismo que hace un guía con cada grupo de turistas.

El acompañamiento, sin embargo, se convierte en un intangible de mucho más valor. Tengo una foto mental de los equipos con los que estoy trabajando al comienzo con respecto a ahora, y el progreso es muy destacable. Esto, obviamente, me exige mucho más, ya que no puedo llevar discursos cerrados. Cada reunión es diferente y su planificación y preparación debe ser también acorde.

puerta3Nunca he querido ser profesora. De pequeña ayudaba a mi hermana con sus deberes, y no me resultaba nada gratificante. Puede ser por su actitud de falta de interés o, simplemente, porque podía no estar preparada. Por ello, pensé que simplemente la educación no era mi vocación.

Más adelante, he tenido la gran suerte de estar con profesores que así lo sentían y a los que les hacía desarrollar plenamente su trabajo. Para un observador externo, incluso para un niño, la diferencia es abismal. ¿Pensarán lo mismo los integrantes de mis equipos? De una u otra forma, no tengo duda de que el esfuerzo vale la pena.

Me cambio de ropa y dejo lo que llevaba puesto en un montón. Voy a la cocina y mi gato Antón hoy parece que no tiene mucha hambre. Apenas ha comido. Creo que intuye que otra vez se va a ir con mi hermana por unos días.

Ya estoy lista. Pensaba que iban a tardar menos, la verdad. Me pongo a destender la ropa. En cuanto lleguen, lo dejo. También tengo que planchar las camisas, pero eso sí que no me da tiempo ahora.

Llaman al timbre, por fin.

Abro la puerta. No es María. Ni su novio. Es el repartidor de amazon.

En cuanto me ve, se asusta y se retira. Estira los brazos todo lo que puede para darme el paquete, y se va rápidamente. No necesito firmar el acuse de recibo. Llevaba mascarilla puesta.
Me quedo inmóvil en la puerta. No puedo salir ni entrar. Tras unos segundos, se escucha el estruendo de la puerta del portal cuando el repartidor sale. El silencio es sepulcral. Miro el parque desde la ventana del portal y está completamente vacío.

puerta4Decido entrar para ver qué hay el paquete. Lo abro y aparece una pequeña cajita. Son unos auriculares inalámbricos. No recordaba que los había comprado para estar más cómoda durante las formaciones en línea.

Resignada, me quito los zapatos de tacón y me cambio de nuevo de ropa. Me pongo el pijama y la bata. Creo que es un buen momento para sacar la tabla de planchar. Mañana no tengo que madrugar, así que luego me podré poner a ordenar el armario, que ahora que está repleto de ropa. Luego, seguiré avanzando en la preparación de mis sesiones. Por la tarde estrenaré estos auriculares nuevos.

Ya veré a María otro día. Ahora ya no es cuando quiera, es cuando pueda. Ahora pondré un poco más de mi parte. Esta vez sí que quiero conocer a este chaval.

Imprimir