Maldito tatuaje

Escrito por Estela de Mingo el .

Había esperado que el dolor, que previsiblemente le causaría el tatuaje, ayudaría a acallar, aunque fuera solo durante unos minutos, las voces que no dejaban de martillear desde hacía tiempo su cabeza. Pero no funcionó.

Quizá las voces eran demasiado fuertes e insistentes, o quizá, después de veintiún tatuajes, de todos los tamaños y a todo color, repartidos por todo su cuerpo, ya estaba inmunizado ante las punzadas de aquella fina aguja que penetraba miles de veces en su piel, esparciendo la tinta que le marcaría, una vez más, de forma permanente.

tatuaje2Había elegido aquel nuevo tatuaje de forma minuciosa, después de muchos días escogiendo imágenes. La edad no le había quitado las ganas de llenar su cuerpo de dibujos, en lo que seguía siendo su único vicio, pero le había hecho ser más cauto, y recapacitar más sobre ellos antes de imprimirlos sobre su piel. No quería arrepentirse más tarde de habérselo impreso en el cuerpo para toda la vida.

También con la edad, y con su experiencia con aquellas voces que no le dejaban en paz, se había vuelto algo supersticioso. Por eso, aunque nunca había sido religioso, había decidido tatuarse la imagen de un ángel que le ocuparía todo el torso, de arriba a abajo. Esperaba que esa imagen le ayudara a aplacar a los espíritus que lo atormentaban, y no lo dejaban ni a sol ni a sombra.

- Te lo está dibujando fatal -le dijo uno de ellos, el que tenía voz de viejo achacado, seguramente, por largos años de excesos con el tabaco-, este tatuador te está engañando.
- Hasta yo lo haría mejor que él -decía otro, el que tenía una estridente voz de pito, en tono de burla perenne-.

tatuaje4Otros tantos, hombres y mujeres, viejos y jóvenes, coreaban las mismas palabras, y se reían a carcajadas. Siempre actuaban así, metiéndose con él y jaleándose entre ellos. Estaba bastante harto de esas burlas, pero no sabía como evitarlas.

Había incluso contratado los servicios de un exorcista, pero lo único que consiguió perder de vista fueron varios miles de euros.

Intentó concentrarse en el tatuaje, en la aguja hundiéndose en su piel, en la tinta impregnando su sangre, el delineado de los contornos, el relleno de los colores...

- ¿Y qué piensa tu mujer de que te vuelvas a gastar el dinero en tatuajes? -habló la voz de mujer que siempre sonaba sensual, a la vez que irritante.
Imposible concentrarse-.
- ¡Si su mujer lo dejó por uno más joven que él!

Nuevamente las risas a coro de todos ellos, tocándole las narices. Si pudiera, los agarraría a todos por el pescuezo y se lo retorcería hasta que dejaran de reírse. Si fuera capaz de hacerlo...

- Tranquilízate, estás hiperventilando -le dijo de repente el tatuador-. ¿Quieres que paremos?
Negó fuertemente con la cabeza. No quería parar, quería acabar lo antes posible para irse de allí. Las voces le acompañarían a casa, pero por lo menos no estaría delante de terceras personas, ajenas a las perturbaciones de aquellos espíritus, que pudieran pensar de él que estaba loco.

Porque no lo estaba. Las voces querían enloquecerlo, pero no lo conseguirían.

Hacía algo más de un año que había comenzado a escucharlas.

Al principio se asustó, nunca le había pasado nada parecido, pero pronto aprendió a convivir con ellas. Eran bastante amistosas y le hacían compañía. Se podía decir que les estaba cogiendo cariño.

tatuaje7Pero cuando, animado por ellas mismas, le habló a su mujer de aquella extraña relación, esperando que ella también se uniera a sus conversaciones, todo cambió.
Su mujer, sin querer escuchar si quiera una sola de aquellas voces, inmediatamente lo tachó de loco, y aprovechó este calificativo para pedirle el divorcio e irse, efectivamente, con un hombre mucho más joven que él.

Por lo que supo después, hacía ya tiempo que estaban juntos...Ella simplemente aprovechó la primera excusa que tuvo para abandonarlo.

Se quedó solo...Solo con aquellas voces...

Fue cuando, de la noche a la mañana, su actitud cambió. Se volvieron irritantes, burlonas y desesperantes, y no dejaban de nombrar a su mujer una y otra vez, y de recordarle continuamente que lo había dejado.

Su vida comenzó a ser un calvario. Las voces aparecían en su cabeza a cualquier hora, en cualquier situación, incluso cuando estaba acompañado. Le hacían burla, le humillaban, le sacaban de sus casillas...

- Se está tatuando un ángel-Dijo una voz de mujer, que tenía acento oriental, quizá japonés. ¿No es el nombre del amante de su mujer? ¿No se llamaba Ángel?

Nuevas carcajadas inundaron su mente. Incluso escuchó los ladridos de un perro, que parecía también reírse de él. Al perro lo había comenzado a escuchar hacía apenas unas semanas, y por fortuna no hablaba, pero había ocasiones que no paraba de ladrar durante horas.

- Terminado -dijo de repente el tatuador, parando la pistola-. Ve a mirarte al espejo, a ver qué te parece.

Se levantó, con algo de dificultad debido al entumecimiento de sus extremidades tras las horas pasadas en la misma posición, y se dirigió al espejo. Cada paso era coreado por todas las voces, que canturreaban una canción de intriga.

tatuaje6Se miró al espejo y observó el ángel recién tatuado en su piel. Era enorme y estaba extraordinariamente bien perfilado. Perfectamente detallados estaban su túnica azul celeste, sus pies descalzos, sus alas expandidas, sus manos entrelazadas entre sí, su cara increíblemente bien delineada en lo que parecía una mueca de....Burla.

Aquel ángel, al que apenas acababa de conocer, ya se estaba burlando de él. Tal y como lo estaban haciendo el viejo fumando un puro de su brazo derecho, el payaso de su brazo izquierdo, la Marilyn Monroe de su muslo, la gheisa de su pantorilla...Y todos los demás.

- ¿Te recuerdo al niñato que te ha quitado a tu mujer? -le preguntó, sin poder evitar una sonora carcajada que inmediatamente fue coreada por el resto-.

Una vez más se había equivocado. Pensó que el ángel en su pecho podía favorecer que el resto de sus tatuajes se portara mejor, que se mostraran más respetuoso, al igual que antes había pensado que la presencia del perro en su espalda les podría haber achicado o asustado, haciéndolos callar.

Pero no había manera. Tanto el perro como el ángel se habían pasado al lado oscuro tan pronto como estuvieron en su piel.

tatuaje9- ¡La próxima vez tatúate unos cuernos en la cabeza! -exclamó el demonio de su antebrazo-.

- ¡Se acabó! -dijo de repente- ¡No os aguanto más! Voy a acabar con esto de una vez por todas.

Se vistió mientras todas las voces coreaban un uyuyuyuyuy, expectantes por ver qué es lo que iba a hacer.

Salió del estudio de tatuajes y se dirigió a una casa, a tres manzanas de allí.

- Voy a hacer que dejéis de reíros de mi de una vez por todas -dijo, mientras llamaba al timbre-.

La puerta se abrió. Ante él, apareció su mujer, con una expresión de sorpresa por la visita inesperada, que pronto se convirtió en una mueca de horror al contemplar los ojos inyectados en sangre de su exmarido, que parecía fuera de sí.

Todas las voces enmudecieron.

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