Las mareas

Escrito por Mar Mascarás el .

mascaras

Hay días hermosos y días terribles. Mañanas que amanecen luminosas, vivas, transparentes y otras que se levantan oscuras, apagadas, turbias.

En los días terribles, Almost blues, el sol no ilumina mi alma y el mundo se revela insondable, hostil. Una sombra negra cae sobre mí y se apodera de todo. Arrasa mi interior, como un tsunami, arranca lo mejor de mí y deja un rastro de desolación a su paso. Estos días existen desde que tengo memoria. Son como un virus. Llegan, infectan mi organismo, se reproducen... y no hay antivirales patentados, sólo el tiempo y la experiencia me han enseñado a tratarlos. Hay que dejarlos pasar. Como vienen, se irán. Mientras tanto, mi sistema inmunológico se defiende como puede, con mis propios remedios caseros, mis estupefacientes naturales.

En los días oscuros escucho a Chet Baker. Let's get lost. Una combinación de tristeza y seducción, la droga perfecta. No puedo prescindir de ella aunque me obligue a internarme en mi  bosque tenebroso interior, ese que nunca será tan negro como lo fue el suyo.

En los días oscuros, Ev'rytime we say goodbye, cierro los ojos y siento más lejos que nunca las colinas de Mascaras y el miedo se aferra a mis entrañas, como si la libertad fuera inalcanzable y una mano siniestra y oscura me arrinconara entre estas cuatro paredes, lejos de todo y de todos.

En los días oscuros, Born to Be Blue, podría haber caído en otras adicciones. Porque a pesar de las tinieblas que nublan mi razón, esa consciencia temprana de los vaivenes insondables de mi alma que arraigó en mi interior desde muy temprano me ha salvado de cometer muchos errores, más de los que seguro he cometido en mi vida. Siempre supe que sería un blanco fácil de cualquier adicción. Evite acercarme al consumo de cualquier sustancia o caer en comportamientos sociales que pudieran crearme dependencia. Tarea difícil, la estupidez humana se empeña en catalogar las adicciones con su habitual estrechez de miras para que solo identifiquemos unas, como si las otras no reflejaran la misma necesidad de huir de la realidad. No sé si me he salvado.

En los días oscuros, con la ayuda de sus propias brumas, Once upon a summertime , atisbo una luz al final del túnel, a lo lejos, pero acercándose.


En los días hermosos, Don de fluir, mi mirada alcanza más allá de lo que ven mis ojos. El horizonte se extiende hasta el infinito y el mundo es un lugar agradable donde sobrevivir. Una luz interior ilumina mi existencia y como por encantamiento o por contagio, se expande hacia los seres que me rodean. Estos días existen desde que tengo memoria. Son la sal de mi tierra. Me mueven a estar en este mundo, a vivir, a amar, a recrearme en los pequeños placeres, a compartirlos con los míos. Mientras tanto mi sistema inmunológico se fortalece, repone su almacén de armamento para cuando las tornas den un giro inesperado.

En los días luminosos escucho a Celso Fonseca, a Gal Costa, a James Taylor, a Dee Dee Brigdewater, a Stacey Kent. Chega de saudade. Doy cobijo en un extremo de mi corazón a la melancolía y me dejo llevar, vivir, sentir... Todo tiene otro color y siento que puedo tocar esa cosa extraña que llamamos felicidad con alguno de mis largos dedos.

En los días luminosos, Close your Eyes, cierro los ojos y siento más cerca que nunca las colinas de Mascaras y una sensación de calor me sobrecoge, como si la libertad fuera alcanzable y una mano fuerte y suave me arrastrara hacia ese viaje fuera de estas cuatro paredes, solos tu y yo, lejos de todo y de todos.

En los días luminosos, Bye Bye Black Bird, mi instinto está despierto, alerta y todo parece posible. Porque a pesar del lado oscuro que consigue a veces salir al exterior, esa consciencia temprana de los vaivenes insondables de mi alma que arraigó en mi interior desde muy temprano me ha ayudado a confiar en mis corazonadas aunque a veces me hayan empujado al desastre. La duda siempre fue un rasgo persistente en mi carácter y dejar que mi instinto me ayudara a tomar decisiones parecía una solución razonable. Tarea fácil, aunque la estupidez humana prefiera el raciocinio y decida relegarlo o encajonarlo social y culturalmente. Instinto "de reproducción", "de supervivencia"... como si hubiera que crear una definición para tontos de algo tan complejo pero al mismo tiempo tan natural. No sé si prefiero el concepto freudiano de pulsión.

En los días luminosos, contigo a mi lado, Too darn Hot, siento que no estoy sola, el sol me calienta y el túnel oscuro parece estar lejos, casi olvidado.


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